Los días siguieron pasando y lo que pasaba entre Paul y yo era más fuerte, hicimos un lazo fuerte y teníamos una conexión muy bonita, era imposible hacer que nadie se diera cuenta de que pasaba algo entre él y yo.
—¿Leila? ¿Estás bien? —preguntó mi mamá.
Estaba desayunando y no podía concentrarme en lo que decían mis papás, además tenía una sonrisa en mi rostro y me encontraba viendo un punto fijo.
—Estoy bien —dije rápidamente.
—Es que te comportas muy extraño últimamente —frunció el ceño.
A veces hacía eso para sacarme la verdad, lo bueno es que no caía.
—Las vacaciones de verano están siendo de lo mejor, por eso estoy así —sonreí.
Mi mamá no se quedó satisfecha pero me dejó de preguntar y eso me hizo sentir aliviada.
Mi mirada se fijó en Paul y sentí que me moría lentamente, trataba de fingir que no pasaba nada pero era imposible, cada día se veía más lindo y mi corazón explotaba cuando lo veía caminar hacia mí o cuando me miraba. Le lancé una sonrisa y él la correspondió, eso fue muy tierno de su parte, me hacía sentir contenta y hacía de mi día el mejor.
Carolina seguía sin hablarme y yo me sentía muy mal porque la había considerado una amiga y perderla me hizo sentir mal, nunca me gustó perder amistades. Ella me ignoraba y pasaba en frente de mí sin prestarme un poco de atención o lanzarme una mirada, realmente ella estaba enojada y yo seguía sin poder creerlo.
—¡Atención, familias! —exclamó el señor Mario.
Todas las familias voltearon a verlo.
—Hoy tenemos actividades muy buenas, así que vayan a sus cabañas a arreglarse porque vamos a ir a Bonampak, conoceremos más este territorio y la historia —anunció.
Todas las familias se emocionaron y yo no pude evitar sacar una sonrisa al ver a mi familia sentirse contenta.
—Hola, hermosa —saludó Paul de repente.
Me sorprendí al verlo.
—¿Por qué te asustas? —preguntó y rio.
—Me asustaste —dije y reí.
—Perdón, no era mi intención —dijo apenado.
—No te preocupes —sonreí—. Qué bueno verte hoy.
—Pienso lo mismo, Leila, ya quería hablarte —sonrió.
—Yo también —sonreí.
—Te encantará el lugar, nos quedaremos una noche allá, ya que estaríamos yendo en la tarde y si tarda un poco, pasaremos por unos campamentos y ahí nos quedaremos —contó.
—Eso suena genial, ya muero por ir —dije con emoción.
—Ahora me alegro de que mi papá trabaje aquí y yo lo ayude —dijo.
—¿Por qué? —pregunté con curiosidad.
—Porque te conocí —sonrió.
Sonreí y mi corazón comenzó a latir rápido, lo tenía tan cerca y me daban ganas de abrazarlo o besarlo, quería decirle lo que significaba para mí y decirle todos mis sentimientos.
—Yo también me alegro de haber venido a este lugar —dije.
—¿Por qué?—preguntó.
—Porque te conocí —sonreí.
Mi familia y las demás ya se habían ido del comedor, así que Paul aprovechó eso y cerró ese momento tan hermoso con un beso tierno y un abrazo con tanto amor y calidez. Ya era tarde para arrepentirme sobre ese sentimiento.
Las horas pasaron y ya estábamos arreglando todo, mi familia tenía una maleta extra para poner ropa importante, así que ahí metimos todo para irnos a Bonampak y quedarnos en uno de los campamentos. Todas las familias ya estaban en el comedor, el señor Mario iba a darnos otras indicaciones para poder disfrutar del viaje.
—¡Atención! —exclamó el señor Mario.
Las familias prestaron atención.
—En un rato las camionetas vendrán por nosotros, nos tomará menos de cinco horas llegar a Bonampak, solo que esta noche nos quedaremos en uno de los campamentos de la comunidad indígena de Lacanjá, posteriormente ya saldremos para Bonampak, así que preparen sus cosas y traten de ver si no se les olvida algo porque no podremos regresar —explicó.
Las familias ya estaban listas con sus mochilas o pequeñas maletas, así que no fue necesario ir a revisar sus cabañas.
Pasaron unos minutos y llegaron las camionetas, eran dos y estaban grandes y con espacio para todos.
—La familia Díaz y la familia Flores se irán en la camioneta roja, ahí iré yo como guía —dijo el señor Mario.
La familia Díaz era la otra familia que estaba ahí y la familia Flores era la de Carolina.