Desperté con una felicidad dentro de mí por lo que pasó con Paul la noche anterior, platicamos un montón de cosas y nos dieron las tres de la madrugada, nos dormimos muy tarde y eso ocasionó el peor regaño de nuestras vidas; sin embargo, no me importó que nos regañaran, disfruté al máximo esa madrugada.
Ese día salíamos directo a Bonampak y estaba muy contenta porque moría por conocer ese lugar, había visto tantas fotos en la escuela y eso hacía que me dieran ganas de conocer ese lugar. En cada campamento había un restaurante, así que todos desayunaríamos ahí y después comenzaríamos el camino a Bonampak.
—Estos campamentos son muy bonitos, pensé que estaría horrible dormir en la selva y aquí —dijo mi mamá.
—Igual yo pensé lo mismo, mamá, me llevé una sorpresa muy grande —dije.
Paul salió de su campamento y yo me morí al verlo, se veía tan hermoso desde mi perspectiva.
—Leila, ven, toma fotos —dijo mi mamá interrumpiendo todos mis pensamientos.
Tomé algunas fotos y seguí viendo a Paul, jamás me cansaría de hacerlo.
—¡Atención! —exclamó el señor Mario.
Ya estábamos en las mesas del restaurante, pero el señor Mario tenía que decirnos qué pasaría después.
—El recorrido empieza desde hoy, así que decidimos usar este día para quedarnos en Lacanjá, ya que haremos una excursión completa en la laguna, mañana vamos a Bonampak —dijo el señor Mario.
A todas las familias les encantó la idea porque en Lacanjá valía la pena quedarse a explorar.
—Vamos a caminar para llegar a la laguna, mientras llegamos voy a contarles un poco más de historia sobre los Lacandones —dijo el señor Mario.
Todas las familias asintieron y después comenzamos a desayunar.
—Valió la pena venir —dijo mi papá.
—Está siendo el mejor viaje de mi vida —sonreí.
Paul y yo conectamos miradas y me lanzó una sonrisa tan hermosa, no dudé en corresponder esa sonrisa.
—Estás muy sonriente últimamente —dijo mi mamá.
—¿Yo? —pregunté.
—Sí, tú —dijo.
Mi mamá ya estaba por saber la verdad, no quería que supiera, no era el momento.
—Pues ha sido un gran viaje, por eso estoy así —sonreí.
—¿No es por otra cosa? —preguntó.
—No, mamá, para nada —dije y solté una corta risa.
Mi mamá siguió desayunando y yo me calmé, no quería más preguntas porque ya se daría cuenta.
Las horas pasaron y comenzamos la caminata a la laguna, era increíble ver la flora y la fauna mientras.
—La historia de Lacanjá es demasiado interesante, ya que esto ocurrió durante la conquista española, los indígenas rebeldes se escapaban a las selvas buscando refugio en la densa naturaleza, ya que los españoles hicieron varias incursiones para erradicarlos —explicó mientras caminábamos—. Algunas tribus se refugiaron en la zona de la selva Chiapaneca, incluso se cree que los Lacandones eran parte de esta tribu.
La caminata siguió y por fin llegamos a la laguna.
—Hemos llegado al fin de esta caminata, aquí tenemos la laguna, solo que tengan cuidado porque hay cocodrilos, no hacen nada, pero no se vayan más lejos, aquí en la orilla está muy bien —dijo el señor Mario—. Paul y yo vamos a ir a pescar lo que comeremos esta tarde, así que a nadar se ha dicho.
Me quité mi ropa y me quedé en traje de baño, moría por entrar a la laguna y quitarme ese calor que había. Quería hablar con Carolina de nuevo pero fue un fracaso porque no la vi en ninguna parte de la laguna.
Unos minutos más tarde me salí de la laguna porque ya me había cansado de nadar, además de que vi a un cocodrilo cerca de mí y sin dudarlo me salí por eso. Me puse mi toalla y comencé a caminar por la zona, estaba increíble el lugar y las fotos que tomé salieron más que increíbles. De pronto escuché una risa muy conocida y yo me acerqué, me dio demasiada curiosidad porque pensé que habían personas vigilando o algo así. Me acerqué a la voz y me escondí, aunque me sorprendió más lo que vi y también fue muy doloroso ver esa escena. Tal vez me confié demasiado, tal vez le entregué mi amor a una persona rápidamente, pero nunca me imaginé que volverían a hacerme lo mismo, mucho menos en las vacaciones, donde por fin encontré a mi amor de verano. Carolina estaba abrazando a Paul y lo peor de todo es que él se dejaba, no comprendía nada, lo único que sentí fue el dolor y la desilución que me provocó mi amor de verano.