Un verano inesperado

∞Capítulo 29: "Perdidos"∞

—Fue extraño volver a escucharla, sentí que estaba hablando con una desconocida —dijo. 

Nos encontrábamos sentados debajo del árbol y Paul estaba tratando de explicarme sus sentimientos.

—¿Nunca volvió a buscarte después de su partida? —pregunté. 

—No, no volví a saber de ella, hasta ahora —dijo. 

—En algún momento tendrás que verla de nuevo, tenlo en cuenta siempre. 

—Lo sé, solo que no sé si quiero verla ahora, estuve años sin ella y ya me acostumbré a no necesitarla —dijo—. Mi papá se volverá loco cuando le cuente que volvió, tal vez se ponga mal, no quiero que lo sepa. 

—Espera un tiempo para decirle, será un golpe fuerte para él —aconsejé. 

—En verdad espero que no le afecte tanto, le costó demasiado trabajo poder superarla, dejar el dolor a un lado y darse una oportunidad para ser feliz —dijo.

—No puedo asegurarte que no le afectará, ya que si llegará a sentir un golpe, pero te puedo decir que tal vez no lo tome tan mal como antes. 

—¿Qué haré si se viene abajo? —preguntó con preocupación. 

—Apoyarlo, Paul, es lo mínimo que puedes hacer —dije.

Paul me miró y se acercó más a mí. 

—Me encanta saber que puedo contar contigo en este tipo de situaciones —sonrió. 

—Puedes contar conmigo para lo que sea, Paul, aquí estaré —sonreí. 

Paul se acercó y me dio un beso muy tierno. 

—En verdad gracias —dijo y ambos seguimos viendo el río. 

Amaba pasar el tiempo con Paul, era increíble esa sensación.

El día pasó rápido y comenzó uno nuevo. Desperté muy temprano y aproveché eso para ir al comedor, quería desayunar temprano. Paul ya se encontraba comiendo, así que yo lo acompañé.

—Hola, Leila —saludó con una sonrisa. 

Le di un beso en la mejilla y me senté en frente de él. 

—¿Cómo estás? —pregunté. 

—Mucho mejor —sonreí—. ¿Y tú? 

—Comparto tu respuesta —sonreí. 

—¿Recuerdas la caminata de la otra vez? —preguntó. 

—Claro. 

—¿Quieres hacer la segunda parte el día de hoy? 

—Suena muy bien, claro que sí —sonreí. 

—Te encantará el este de la selva, hay más cosas ahí —dijo. 

—Eres mi guía, vamos a donde sea —sonreí y le guiñé el ojo. 

Terminamos de desayunar y cada quien se fue a su cabaña para cambiarnos y arreglarnos. Agarré mi mochila y metí lo principal, después me puse una ropa más cómoda y salí de la cabaña con el cuidado de no despertar a mis papás. Caminé al salón principal y Paul ya estaba ahí. 

—¿Lista? —preguntó. 

—Claro —sonreí.

Comenzamos a caminar y nos adentramos a la selva. 

—El este de la selva es mi favorito, en esa parte se encuentra el mono aullador negro, es divertido verlo —dijo. 

Caminamos un tramo más y me emocioné al encontrar mis flores favoritas. 

—¡Orquídeas! —exclamé con emoción. 

—¿Te gustan? —preguntó. 

—¡Me encantan! 

Siempre fueron mis flores favoritas porque eran únicas y hermosas, además mi papá me traía muchas desde pequeña, incluso llegaron a tener un jardín lleno de orquídeas y plantas, siempre fui amante de la naturaleza.

—Sabía que te gustaría el este —dijo Paul con una sonrisa. 

Seguimos caminando y observé que había muchos palos de rosa y demasiadas bromelias, amaba las plantas y disfruté demasiado ese recorrido. 

—Si no me equivoco, estamos cerca de encontrarnos con un mono aullador —dijo Paul. 

Había visto fotos de ese tipo de monos y siempre me dieron ganas de conocer uno, esperaba que se diera esa oportunidad en ese momento.

Seguimos caminando y Paul se detuvo de repente. 

—¿Qué pasa? —pregunté con curiosidad. 

—Mira ese árbol —dijo. 

Yo lo miré y me sorprendí demasiado, ahí estaba el mono aullador. 

—En un momento comenzará a hacer su actuación —dijo y rio. 

No entendía nada, aunque en un par de segundos entendí por qué me lo decía. El mono aullaba de una manera graciosa y yo comencé a reír con Paul. 

—Ese mono es casi un bebe, por eso lo hace así —rio. 

Después de tantas risas y diversión, seguimos caminando. Tomamos un pequeño descanso y Paul sacó agua de su mochila. 




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