Un verano inesperado

∞Capítulo 32: "Preparativos"∞

Los días siguieron pasando y ya quedaba poco para finalizar el viaje, así que estábamos aprovechando cada segundo y disfrutando lo que nos quedaba. Era muy difícil ver a Paul, tenía tantas ganas de hablarle y decirle que lo amaba, pero no podía, el dolor era más fuerte que el amor en esos momentos. Él intentaba de todo para que yo lo escuchara, solo que no lograba nada porque yo no quería, era horrible verlo irse con tristeza. Ángel se acercó más a mí y yo agradecía su compañía, ya que en verdad necesitaba convivir con alguien que me ayudara a olvidar a Paul y ese sentimiento fuerte.  

—Leila, despierta, nos quieren temprano en el comedor —dijo mi mamá mientras me daba unos ligeros golpes en el hombro para que despertara. 

—¿Qué? ¿Para qué? —pregunté frunciendo el ceño. 

Era un nuevo día y no quería despertarme temprano, pero era tarde para eso, ya estaba despierta. 

—Hoy es el cumpleaños del señor Mario y le haremos algo —dijo mi mamá. 

—¿Con quién? —pregunté frunciendo el ceño.

—Paul y con todos los demás —dijo. 

Cuando escuché su nombre me vine para abajo, no podía evitarlo, me lastimaba mucho escuchar su nombre. 

—No quiero —me quejé.

—No estoy preguntando, Leila, vamos a ayudar y punto —ordenó. 

—Es que no quiero, mamá, por favor —rezongué. 

—Hay que ayudar en algo, Leila, así que vamos —insistió. 

Me tapé la cara con la almohada y grité, después me levanté. 

—Te veo allá, tu papá se adelantó y yo vine por ti —dijo. 

—Sí, mamá, ya voy —dije. 

Ella se fue y yo comencé a cambiarme. Me puse unos jeans, mi blusa de tirantes y mis tenis, después me amarré mi cabello como una cola de caballo y salí de la cabaña. Llegué al comedor y vi a todos platicando, luego mi vista se posó en Paul y no pude evitar sentir dolor dentro de mí. Él me miró y yo quité mi vista, no quería verlo, iba a caer de nuevo y eso no podía pasar. 

—¡Buenos días, familias! —Exclamó Paul—. Como sabrán, hoy es el cumpleaños de mi papá y quiero que todos le preparemos algo en el salón principal, al menos una pequeña fiesta —anunció—. Esta mañana tuvo que salir con un pretexto mío, ya que estamos preparando abrir dos cabañas para que puedan lavar su ropa y no se les complique eso, así que tuve que decirle que se necesitaban algunas cosas para eso y fuera a comprarlas. 

Esa era una buena noticia, la ropa que traía se me estaba acabando y que dijera eso me trajo una tranquilidad extrema. 

—Necesito de su ayuda para decorar el salón y montar todo, ya tengo las cosas ahí, solo falta acomodar todo —explicó—. El tiempo está de nuestro lado, el mercado está muy lejos, así que mi papá llegará tarde, tenemos el tiempo suficiente para hacer todo. 

De alguna manera esperaba que eso no me acercara a Paul, no quería estar cerca de él, me dolía demasiado. 

—Sin más que decir, vamos —dijo. 

Nos dirigimos al salón principal y todas las cosas estaban en las mesas. 

—Necesito a dos personas para que cuelguen las guirnaldas —dijo Paul. 

Mi mamá y mi papá se apuntaron en eso, eran muy creativos y buenos en decorar. 

—Necesito a otras personas para decorar todas las mesas —dijo. 

Los papás de Ángel se apuntaron en eso. 

—Habrá una mesa en frente de todas las que hay aquí, ya que será la que tenga el pastel y la comida, así que necesito a dos o tres personas para decorar esa mesa —dijo. 

Los papás de Carolina y ella se apuntaron. 

—Ángel, necesito que me ayudes a cargar unas cosas en un rato, mientras ayuda a tus papás a decorar las mesas —indicó. 

Solo quedaba yo y me asusté, sabía que me dejaría al último, él quería estar conmigo pero yo no. 

—Leila —dijo. 

Escuchar mi nombre saliendo de su boca me dejó atónita, sentí que iba a caerme en cualquier momento, que iba a derretirme lentamente. 

—Quiero que me ayudes a sacar estos troncos de aquí, estorban un poco —dijo. 

No podía hablar, no podía pronunciar una palabra, tenía un nudo en la garganta y quería que desapareciera, no lo necesitaba. Solo asentí y me dirigí a esos troncos, cargué unos cuantos y salí rápidamente, solo que fue la peor idea porque Paul también salió y eso significaba que estaría sola con él. 

—Leila —dijo de repente. 

Me quedé helada al escuchar su voz, estaba de espalda y no quería voltear a verlo, iba a caer. 

—¿Puedo decirte algo? —preguntó. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.