La fiesta del señor Mario terminó muy tarde y todos terminamos muy cansados, habíamos hecho tantas actividades, bailamos, cantamos, gritamos y al final todos nos dormimos instantáneamente en las cabañas.
Al día siguiente desperté muy cansada, pero con unas vibras muy buenas, me había despertado muy temprano y lo aproveché para salir a correr, lo había dejado para disfrutar del viaje y quería volver a tener esos hábitos. Sentir el viento en mi cara y escuchar a los pájaros trinar era lo más increíble, era demasiado relajante y me motivaba para seguir corriendo. Terminé de correr y fui a bañarme, el agua estaba fría pero me aguanté, ya estaba acostumbrada. Me puse el último short que me quedaba limpio y una camisa blanca de manga larga, me puse mis tenis y salí de los baños con la toalla amarrada en mi cabello. Mis papás todavía seguían dormidos, así que entré a la cabaña con mucho cuidado para dejar mi toalla y peinarme. Agarré mi libreta de dibujos, mis audífonos, mi celular y salí de la cabaña para continuar con mis dibujos. Me senté en las sillas del comedor, me puse mis audífonos y puse un poco de música, eso me ayudaba mucho para poder dibujar y concentrarme. Paul seguía en mi mente y no podía sacarlo de ahí, dolía mucho pensar en él porque siempre aparecía la misma escena y era muy agotador. Mis sentimientos se volvían más fuertes y no podía controlarlos, no podía detener ese amor que se volvía más intenso cada día, era imposible callar y reprimir esas emociones que me hacía sentir con tan solo pensar en él.
El dibujo que hice lo reflejé en él, en lo que me hacía sentir y en lo que no podía decirle. Tenía que callar tantas cosas e ignorar a mi corazón, era lo más difícil porque no quería hacerlo, quería decirle que lo amaba y que no me importaba nada; sin embargo, no podía decirle nada y eso era lo más complicado.
Terminé el dibujo y cerré mi libreta, ya estaban por llegar todos y no quería que vieran lo que estaba haciendo, no me gustaba exponer mi libreta. Fui a dejarla a la cabaña y mis papás ya estaban despiertos, se estaban preparando y decidí esperarlos.
Llegamos al comedor y la familia de Ángel ya estaba ahí, así que nos sentamos con ellos.
—Hola, Leila —saludó Ángel.
—Hola, Ángel —saludé con una sonrisa.
—¿Lista para el viaje? —preguntó.
—¿Cuál? —pregunté con curiosidad.
—Vamos a ir a visitar otro lugar —dijo.
—No sabía —reí con nervios.
—Debiste leer el programa —dijo y rio.
—Van a dar indicaciones, así que no me preocupo.
El señor Mario y Paul entraron al comedor y yo me sentí muy mal al verlo, quería desaparecer en ese momento y olvidar que existía. Paul me miró y yo miré a otro lado, no quería conectarme con su mirada porque no podría despegar mi vista de él.
—¡Buenos días a todos! —Exclamó el señor Mario—. Hoy tenemos noticias y actividades nuevas, así que presten atención.
Mi atención se puso en el señor Mario y traté de olvidar que Paul estaba a su lado, no era tan difícil, ¿verdad?
—A partir de hoy ya tenemos abierto el área para lavar ropa, son dos cabañas con dos lavadoras y un tendedero en la parte de atrás de ambas cabañas —anunció.
Agradecía demasiado eso porque ya no tenía ropa limpia, incluso a veces tenía que ponerme la misma ropa.
—Hicimos esto porque recibimos algunas sugerencias de parte de ustedes, así que abrimos esta nueva área para facilitarles el viaje y que estén más cómodos —dijo el señor Mario—. Hicimos una división entre todos para que no se haga un relajo, así que espero que respeten esa división y ese orden.
Todos asintieron.
—La familia Díaz y Flores estarán en la cabaña uno, que se encuentra en medio de sus cabañas, ahí ustedes se dividirán el trabajo en ambas lavadoras —dijo el señor Mario—. La familia Souza estará en la cabaña dos, que se encuentra alado del salón principal.
Era extraño que nos tocara solos en esa cabaña, aunque no sonaba tan mal.
—Pero no estarán solos, estaremos mi hijo y yo igual, ya luego vemos la división —dijo el señor Mario.
No podía creer lo que estaba diciendo, tenía que estar cerca de Paul otra vez y realmente yo no quería eso. ¿Por qué tenía que pasarme eso a mí?
—También vamos a ir al campamento Poza Poop Chan a visitar y a conocer más sobre la selva —anunció.
El circuito tres comenzaría con ese campamento y estaba muy contenta por ir.
—Desayunamos, descansamos y nos vemos aquí para irnos —dijo el señor Mario.