Un verano para enamorarse

¡QUÉ SUERTE TUVE! 2


Llegaron a la primera isla del recorrido y todos bajaron ansiosos por conocerla, en especial las niñas quienes salieron como impulsadas por resortes apenas les dieron la mínima oportunidad.


Anais se apresuró en ir tras su pequeña sin pensar que Brandon hacia lo mismo chocando inevitablemente contra la barandilla del yate. Al segundo se le erizó la piel al sostenerla abrazada para evitar una posible caída mientras que, la primera, recordó lo cómoda que se sintió sobre ese fuerte pecho aquella noche mientras bailaban.


—Disculpe, Señora —su forma de dirigirse a ella la desconcertaba y no sabía qué rayos le había hecho para merecerlo por lo que sólo le quedó aceptar sus disculpas y continuar.


Una vez en la concurrida isla, las familias se separaron. Y mientras Anais y sus acompañantes iban detrás de Annie que no perdía tiempo para intentar tomar clases de Surfing para niños. Brandon y los suyos caminaban rumbo al pequeño pero llamativo acuario que formaba parte de las atracciones del lugar. Y apenas les avisaron que estaba todo listo para practicar Snorkeling en los arrecifes de poca profundidad, ambas familias no dudaron en aventurarse. Abel y Beatriz prefirieron permanecer en la superficie mientras que el resto se preparó con el equipo necesario para la travesía.


Mientras Brandon consentía a su hija mostrándole cuanta diversidad de flora y fauna encontraba a su paso, Anais no podía despegarle la mirada, le encantaba ver lo cuidadoso y protector que era con Emily. Ella nunca entendió porque él se alejó de esa forma tan abrupta, menos cuando creyó que ambos habían congeniado. Ese encuentro en aquella gala benéfica fue la primera y única vez que se sintió atraída por un hombre, después de tantos años de haber perdido a su esposo. Fue algo muy fugaz, extraño, pero al mismo tiempo emotivo y hermoso al sentir su corazón latiendo veloz, sintiéndose viva y joven de nuevo.


Su hija se unió a ellos y mientras todos observaban varias estrellas de mar, no podía más que lamentarse por haberse ilusionado sola. Rodrigo le animó para acercarse al grupo y Brandon, celoso de que Anais se llevara tan bien con su amigo y no con él, optó por ignorarlos y concentrarse en las niñas quienes se emocionaron cuando una tortuga marina apareció en la escena.


Él sentía su corazón latiendo fuerte por ella, el mismo corazón que resultó tan lastimado en aquella gala y al cual debía proteger permaneciendo lejos, ya había pagado su cuota de sufrimiento cuando la madre de Emily decidió pedirle el divorcio y abandonarlos, olvidándose hasta de su hija, él no tenía derecho a seguirlo torturando.



Después del almuerzo, la travesía debía continuar por lo que, el guía del tour les pidió volver al yate para visitar una nueva isla, así que todos se prepararon para marchar, aunque de haber sido por las niñas se habrían quedado eternamente admirando la gran variedad de peces que hacían vida en el hermoso y colorido coral.

La nueva isla no se veía tan concurrida como la anterior, por el contrario, derrochaba tanta paz y belleza que a todos les encantó. La naturaleza era la protagonista principal y, aunque había varias cabañas de madera, se notaba a leguas que la modernidad aún no hacía de las suyas en ese lugar, seguía siendo tan rudimentaria y autóctona que justo era lo que la volvía tan espectacular.


Todos recibieron clases de Kayak y no pararon de reír y burlarse cada vez que alguno dejaba caer los remos o remaba al revés, haciendo girar la ligera barca. Por un momento, todos, sin excepciones, se sintieron como familia, sin divisiones, sin malos recuerdos ni tristezas.


Contrario a lo que se pensaría, Brandon fue quien más cometió errores, pero se excusaba a sí mismo pensando en que la radiante sonrisa de Anais atontaba a cualquiera, comenzando por él a quien no le quedó más alternativa que disfrutar hasta de su propia torpeza.


Después de esa increíble experiencia, sólo les quedó zambullirse en el cristalino y quieto mar, relajándose en las cálidas aguas azuladas. Más tarde, echado sobre la arena, Brandon no podía creer que Anais estuviera construyendo castillos de arena junto a las niñas como si fuese una de ellas, verla así en nada le recordaba a la fría y materialista mujer con la que compartió en aquella gala, comenzando a dudar acerca de cuál era su verdadera personalidad.


—¡Jefa! —Abel regresó un poco alterado después de dar un exhaustivo recorrido buscando a los guías quienes desaparecieron casi desde el comienzo de las clases de kayak.


—¿Qué sucede? ¿Por qué vienes tan alterado? —preguntó Beatriz logrando atraer la atención de todos.


—El yate no está, ¡se fue! —al escucharlo, se miraron unos a otros con incredulidad.


—¿Está seguro de que…? —Brandon intentó agregar algo, la isla no era muy grande, pero quizás se había confundido.


—No, Señor. No hay ningún tipo de transporte en toda la isla. Llevo rato intentando comunicarme con la agencia, pero tampoco hay señal de ninguna operadora —al escucharlo, uno a uno fue levantándose y sacudiendo la arena de sus ropas—. Pregunté a los pocos nativos y me dicen que todas las embarcaciones suelen zarpar a esta hora.


—Pero nadie nos buscó ni nos informó de partir —esta vez se escuchó la preocupada voz de Anais.


—¿Cómo pudieron irse sin nosotros? ¿Pero qué clase de tour es éste? —agregó Brandon mirando fulminante a su amigo Rodrigo por haber sido el de la idea mientras que Emily y Annie se acercaban y tomaban las manos de sus respectivos padres.



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En el texto hay: verano, romance, amor de verano

Editado: 11.08.2022

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