Un verano para enamorarse

Amor de verano 5

DESCONOCIDO: Las promesas son para cumplirlas, no estoy a tu lado, pero sí cerca de ti en estos momentos.


Le veo sacar el móvil del pantalón, aunque sigue hablando con unos chicos, pero en cuanto ve el mensaje, se aleja un poco y lo lee. Sonríe levemente.


DAVID: Gracias, aún siendo así, me vale de mucho.


DESCONOCIDO: Me gusta cuando sonríes, no dejes de hacerlo por nadie.


DAVID: Patricia, lo siento, de verdad. No fue mi intención hacerte daño. Eres la persona más importante que tengo en mi vida, no pensé en las consecuencias.


DESCONOCIDO: Deja el móvil y atiende a la gente.


Le veo que saluda a un matrimonio mayor. Y como que no quiere la cosa, le veo girarse, mirando a todas partes, buscándome.


DESCONOCIDO: Deja de buscarme. Sé esconderme, llevo tres años haciéndolo. OMG, prepárate, porque te viene una buena, por la retarguardia…jajaj


Dejo el móvil, para ver la escena. La abuela de David se le acerca y como siempre hace, le coge de los mofletes y se los pellizca, sé que eso lo odia, me rio de la cara de él.


DAVID: Eso se avisa con tiempo, para poder escaparme. ¿Es tu venganza?


DESCONOCIDO: Y perderme la diversión… Mi venganza va a ser mucho mejor preparada.


Guardo el móvil, ya basta de tonterías de quinceañeras. Me voy con mi hermana a la  
cafetería, nos pedimos una buena dosis de cafeína y nos sentamos en una mesa apartada.  


Juego con la taza, mientras pienso en David.


—Sabes que todos te apoyamos, ¿verdad? —asiento—, ¿has pensado que vas a hacer?


—Estuve pensando y mucho. He discutido con la almohada… —nos reimos y apoyo la cabeza en su hombro—,  vas a ser la primera en saber mi decisión. Hoy he venido, porque se lo prometí y demostrarle, que no miento, cuando le digo las cosas. Hoy me voy a ir, he hablado con mi jefa y me dio dos semanas de vacaciones, para que me reponga. Voy a pensar en todo. Según como esté al final de este tiempo, prometo llamar a David y hablar de todo. Te lo prometo.


—Te creo, si quieres compañía… me lo dices.


—Tú, te quedas con nuestros padres y yo me voy a mi lugar, con una descerebrada tienen bastante.


—Pero te queremos igual… —nos reimos del comentario.


—Se supone que tienes que decir “no hermana, no eres una descelebrada”


—Ya, pero si digo eso, estaría mintiendo…



Levanto la vista del café y le veo en la barra, con una antigua amiga de la universidad, creo recordar que dijo, cuando me la presentó hace unos años. Nos aguantamos la mirada, ninguno la aparta, ninguno quiere dejar de mirarse. Me guiña un ojo y sonrío. Mi corazón se acelera y juraría que tengo mariposas en mi estómago. Definitivamente, me tengo que alejar para poner las cosas en claro, y resolver mis dudas.


No me gusta verlo, cerca de esa chica, bueno más bien, cerca de ninguna chica. Veo como ella le acaricia el brazo, y se acerca cada vez más a él. Estoy muerta de celos, siento una rabia…


—Tengo que salir de aquí —le digo a Laura, que sin pensarlo, se levanta y me acompaña afuera.


Las notificaciones del móvil suenan, ya sé de quién es, tardo un poco en abrirlo.


DAVID: No significa nada, nuestros padres son amigos, ella es una simple conocida. Solo te quiero a ti. TE QUIERO A TI.


No le contesto, le dejo en visto. Prefiero zanjar este problema desde hoy. Salimos a despejar, paseamos por el recinto del tanatorio, no es el sitio más idóneo, pero es lo que hay. Mi madre nos llama para decir que la misa va a dar comienzo, que ya están en la capilla. Llegamos y nos sentamos al lado de nuestros pares. Miro a David, no me quita ojo, pero su “amiga” se encarga de que mire hacia adelante.  


Conociendo a Sonia, la misa no va a durar mucho, siempre lo ha dicho. Recuerdo cuando estábamos planificando mi boda, me pidió que la ceremonia fuera lo más corta posible, que con decir al cura que sí queríamos, teníamos suficiente. Sonrío al acordarme de lo dramática que se ponía, mi padre que me mira raro, le susurro lo que estaba pensando y se ríe conmigo.


El pastor, empieza a dar la misa, tan mala suerte, que tengo en el punto de mira a David. Puedo ver como su amiga se abraza a él y apoya la cabeza en su hombro, aunque él intenta deshacerse de ella. Un nudo en la garganta no me deja respirar. Mi hermana me pasa sus gafas de sol oscuras, antes de ponérmelas, me limpio las lágrimas, con tan mala suerte, que David estaba mirando para mí. Mi padre me agarra de la mano y la va apretando, según ve él que mi ansiedad va en aumento.


—Vámonos ahora mismo, mi hija es lo primero —y ahí vamos los cuatro jinetes del  apocalipsis, antes de que la puerta se cerrara miro hacia atrás y nuestras miradas se vuelven a encontrar, él está llorando, pero dado en el lugar que nos encontramos, es normal.


—Sus lágrimas no son por su madre —me susurra mi hermana, la miro y me guiña un ojo—, lo sé de buena tinta, está enamorado de ti, como un imbécil, que lo es… si me dejas pasar estas dos semanas contigo, te cuento lo que sé.



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En el texto hay: verano, romance, amor de verano

Editado: 11.08.2022

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