Un verano para enamorarse

Mi persona perfecta 3

—El momento es perfecto —aceptó y subimos a mi apartamento.


Mi apartamento era pequeño pero acogedor, una habitación, una pequeña cocina que se veía desde mi salón, me encantaba ese lugar.


Cuando Daniel entró vio todo con mucha curiosidad y cierta admiración, al parecer le gustaba lo que veía y así me lo dijo.


—Tienes un apartamento muy bonito, se parece a ti. —me sentí muy feliz por su cumplido.


—Gracias, ponte cómodo en lo que preparo el café. —le dijo solícita.


—Está bien.


Fui a la cocina y desde ahí pude ver todo lo que hacía, él estaba muy entretenido viendo mi colección de libros , es que como amo tanto la lectura y los diferentes ambientes a los que te transportan, los obtengo, no importa el género, solo que me guste.


—Uff sí que te gustan los libros, tienes una pequeña biblioteca aquí —dijo muy interesado.


—Realmente mi pasión son los libros, son tan mágicos, puedes creer la idea de que estás en otro lugar, la idea de que viajas sin moverte, de sentir cada historia como suya, leer es lo que amo.


—Waoo me gusta la admiración que tienes hacia los libros —lo dijo con mucha sinceridad.


—Sabes, hay algunos aquí que he leído.


—¿También te gusta leer?


—Me fascina, me da paz después de trabajar.


—Te entiendo perfectamente.


—No me has dicho en qué trabajas —me preguntó curioso.


—Trabajo aquí en casa, para una empresa web de ventas.


—¿Y que venden? Tal vez compre algo.


—Vendemos de todo, después te enseño el catálogo, ahora lo que quiero es que hablemos de libros mientras nos tomamos el café que ya está listo. —lleve a la sala un bandaje con el café, azúcar y crema de leche, mientras que él tenía a la mano un libro—, espero que te guste mi café.


—Gracias, sé que me va encantar, porque huele delicioso. —nos servimos el café, mientras me sentaba en el mismo sofá que él está pues ese era el único que tenía, estábamos muy cerca, ya que no era grande.


—Veo que ya elegiste un libro, puedes llevártelo, si quieres claro.


—Gracias, lo leeré, me pareció muy interesante la verdad, cuando te lo devuelva podemos hablar de él ¿ya lo leíste?


—Sí, claro —me alegró que él sintiera ganas de que nos volviéramos a compartir de nuevo—, estoy de acuerdo con tu idea de hablar del libro.


—No olvides incluir el café —dijo entusiasmado—, ¿te importaría si lo hacemos aquí en tu apartamento? —Dios, el quería compartir su gusto por la lectura conmigo, no podía creerlo.


—Claro, no hay ningún problema —le dije sin ocultar mi emoción.


Seguimos hablando de los libros que ya hemos leído y también de lo mucho que le gustó mi café.


Así nos impusimos y una vez cada semana nos reunimos en mi casa a tomar café y hablar de libros, nos volvimos mejores amigos, yo seguía yendo a la cafetería, pues su café era el mejor y no podía dejar de beberlo, me preguntaba ¿porque no íbamos a su casa también?, al parecer le gustaba la comodidad de la mía.


Dos meses después me sorprendió invitándome a una cena en su casa y que él cocinaría, eso me olía a cita, no me quería ilusionar más y con eso perder la linda amistad que se había creado entre nosotros.


Con el sentía que había encontrado a mi persona perfecta, también me enamoraba más de él, tenía mucho miedo de que el decidiera irse y no volviera jamás, me dejaría sola con este amor unilateral.


El día de la cena estaba súper nerviosa, tenía que tranquilizarme para poder actuar normal y no cometer ninguna estupidez, solo me decía que era cualquiera de los días que nos hemos reunido, que la diferencia era la casa, la suya, con una cena preparada con él, santo que esto era más una cita que una cena normal entre amigos, pero me repito que no me debía ilusionar con lo que no es.


Me puse un vestido veraniego floreado, muy cómodo, con vuelo en la falda, unas sandalias planas porque fui caminando, además no me gustaban los tacones y no quería matarme intentando caminar en ellos, mi pelo estaba planchado y tenía un sencillo maquillaje, quería que me viera sencilla pero bonita.


Llegue a su casa, siguiendo las instrucciones para poder subir a la segunda planta que me envió, fueron muy sencillas, solo encontrar unas escaleras escondidas que había detrás de la cafetería, entrando por un callejón, toque desde que llegué a la puerta, no les miento si mis piernas temblaban por la anticipación, me abrió un Daniel con una camisa negra arremangada hasta los codos, jeans ajustados y un delantal que le queda demasiado sexy para ser hombre, lo que me encuentre extraño era la forma en como me miraba, con alivio ¿creía que no vendría?
 



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En el texto hay: verano, romance, amor de verano

Editado: 11.08.2022

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