Estaba sentada frente aun gran número de botones de varios colores, palancas, ordenadores, mientras sentía dificultad para respirar adecuadamente; oye Patricia estas ahí, que te sucede por que haces esa cara, me asustas, fui recobrando poco a poco la conciencia mientras Víctor a mi derecha ya se incorporaba de su asiento, oye Julio algo no anda bien con la Doctora, no te alarmes Víctor la señorita Patricia siempre tiene ese tipo de ataques chock o ansiedad como los ha llamado, ya en otras misiones ha sucedido lo mismo con ella, y ha sido reportada Julio, a si claro, todas las veces, aún así la siguen enviando dicen que es indispensable que no hay otro ser humano con las capacidades de ella, bueno he oído decir que la Doctora Patricia es una genio y sin duda alguna yo también lo creo ella ha hecho avances casi sacados de la ficción para la física, caballeros lo siento por si cause algún inconveniente creo que pase nuevamente por una crisis emocional, vez te lo dije ya volvió, Patri le informo que hace unos minutos salimos de la atmósfera terrestre, velocidad actual sesenta mil kilómetros por hora y estable, gravedad encendida, todos los sistemas en excelente función, gracias Julio, y tu Victor ya puedes soltar mi mano, te agradezco la preocupación, claro Doctora disculpa, tranquilo muchas gracias y dime Patri, nos espera un largo viaje así que hagamos este un ambiente más cálido, ok entonces comienza por contarnos que fue lo que esta vez soñaste, Julio no creo que sea bueno llamarlo un sueño puesto que no estaba dormida, mi mente pasa unos segundos por algún tipo de ficción es todo, pero vaya que hacías gesticulaciones extrañas esta vez, le diste un gran susto a Víctor o no es así? Bueno claro que me asombro por un momento, no me imaginaba abortando la misión a unos pocos minutos de haberla iniciado con la noticia de que habíamos perdido a la Doctora, bueno a Patri; dejémoslo ahí, señores cal parecer todo está bien, olviden lo de mis caras raras, háganse cargo un momento y reporten a tierra que absolutamente todo está en orden, necesito ir al sanitario, en un momento vuelvo. De pie con la cabeza apoyada a la puerta del baño intentaba acomodar todas mis ideas, pero que rayos me acaba de pasar, cerré mis ojos un instante, respire profundo abrí mis parpados y estaba allí, un traje color azul claro uno que no había visto, uno que no llevaba puesto al entrar al inodoro, estaba en posición horizontal o eso creía, todo rechinaba en ese pequeño espacio, sentía como si tomaran de mis tobillos y me halaran hacia abajo, un estrepitoso ruido hacia vibrar mi cuerpo mis pensamiento y mi corazón. El paracaídas se abrió y ya no me precipitaba en aquella capsula hacia lo desconocido, era un viaje mucho más cómodo, mientras decenas de preguntas aglomeraban mi mente cansada, que sucedía con migo, que había pasado con mis dos compañeros de viaje, que sucedió en el trayecto a Marte, de verdad era a dicho planeta que llegaba, pero diablos de ser así habían pasado varios meses, no recordaba haber salido del sanitario solo fue un cerrar y abrir de ojos, luego el impacto, había llegado. El sonido de descompensación de la cápsula me lleno de terror, me aferre a los bordes de la cápsula ya sin puerta, lentamente me fui poniendo de pie, toque mi casco y escudriñe mi traje para saber si estaba bien que no tenía daño alguno, Julio? Víctor? nada de respuesta solo interferencia en el comunicador, azorada miraba hacia un lado y otro buscando una respuesta a mi confusión, era Marte? Salí de aquel aparato sideral lentamente y siempre de frente como si eso de verdad importara, me sentía ligera por así decirlo, no notaba mucho mis aquellos sesenta y cinco kilogramos de los cuales me sentía orgullosa, siempre fui vanidosa el ejercicio fue parte de mi día a día desde los diecinueve años, había tenido un leve trauma si es que existe uno al que se le pueda llamar así, para muchos trauma es trauma ni más ni menos, en mi adolescencia con tan sólo doce años y con una estatura de metro cincuenta y dos el que dirán no me importaba mucho, hija única con un padre y una madre abnegados disfrute de muchísimo, lo que quisiere me deban, comía como si de una cría de pavo se tratara, no practicaba más de porte que el ajedrez así que nutria mi mente con el juego que mi padre me inculcó y con mi apetito feroz al resto de mi cuerpo, cursando el segundo año de la secundaria todo seguía igual o similar, claro se notaba mi sobre peso pero el que mi madre y mi padre me abrazaran cada que podían y me dijera eres la gordita más inteligente, preciosa, hermosa y fascinante que pueda existir, me extasiaba me llenaba tanto de alegría que sentía que si por algún error de la vida bajaba de peso los decepcionaría, así que así pasaron los tres primeros años de mi secundaria, hasta que en décimo, que año ese, como diría la letra de una canción: “todo se derrumbó”, en cuarto año conocí al chico más bello que puedan imaginarse, cursábamos el mismo grado y éramos compañeros de grupo, el entre tantas cosas era parte del equipo de fútbol del colegio, con una sonrisa que embelesaba, alto, delgado ojos color cielo, rodeado siempre de las chicas más lindas y de los demás jóvenes talento, y yo pues solo yo, con mi peso a cuestas por tanto descontrol o tranquilidad quizá, ya no eran satisfactorios los que bella que linda que magnífica de mis padres, incluso sentía recelo hacia ellos porque me habían dejado llegar a ese punto con mi apariencia en fin me sentía destrozada como si mi mundo se acabara con la idea de que jamás pondría su mirada en mi a y no, no creas que fue que en algún momento intente un romance con el o algo parecido, mi mente funcionaba al mil por ciento con tantos años de ajedrez como para pensar siquiera en una ecuación que me llevara a estar en sus brazos, solo que el corazón es otra cuestión y era ahí donde me dolía al verme al espejo. Los cuatro años siguientes estuve dolida pero comiendo, talvez ya no como antes pero igual comía en abundancia, mi cuerpo siguió su desarrollo, mis extremidades se alargaban, mis caderas se ensanchaban, mis pechos y mi trasero aumentaban, para mis diecinueve años ya estaba en la U, con el cabello largo y rubio, con ganas de comerme la vida en el buen sentido, a sabiendas que mi madre y padre pagarían sin problema alguno mi carrera universitaria tome la decisión y hable con ellos, les comente que quería una beca para poner algo de mi parte y alivianarles la carga, ellos lo dejaron a mi criterio así que fue de ese modo como incursione en el deporte de contacto como lo es el karate, disciplina, una nueva y buena dieta, mucha agua, claro sacrificio, esfuerzo y mi figura con mis ya metro setenta en una escultural y llamativa forma. Los primeros pasos fueron con desdén, mire hacia mis manos y luego mis pies, avance buscando la tapa de la cápsula para poder mirar mi reflejo en su ventana de plástico acrílico, ajuste los filtros del visor de mi casco hasta dejarlo en transparente, me arrodille para observarme y me quedé ahí no se si unos minutos o una eternidad, no podía creer lo que mis ojos miraban las lágrimas me brotaban como cual catarata a su posa, un golpe a mi costado me saco de esa que parecía una fantasía, una campanada cruzaba mi mente de lado a lado, entre lo que podía vislumbrar se cernían sobre mi tres destellos de gigantesca luz blanca, aquel golpe aun me tenía sin aire sin habla, intente incorporarme pero supe que no lo lograría cuando quise mover mis pies y no podía conectarlos a mi mente, entre mi borrosa visón y mi convaleciente cuerpo lidiaba con esa imagen en mi cabeza, como podía ser posible? que significaba aquello que había visto? Muchas preguntas sin tiempo ya para una respuesta, mi corazón latía cada vez con menos fuerza, más tenue mi aliento, sola allá, sola dentro de ese extraño traje, en ese inhóspito lugar, tuve un poca de tiempo para recordar a Sotrix pero no podía ser allí donde me encontraba, no había visto agua al salir de la cápsula, talvez aún era el Ser y sólo estaba en otra de las realidades alternativas, pero como sería posible si mi reflejo me mostró otra cosa. Luego silencio.