Recuerdo que mis padres me cantaban una canción de cuna, siempre sonrientes y amorosos, con cada palabra que decían, mis lágrimas brotaban de mis pequeños ojos deseando que estuvieran juntos, al cabo de un momento aquel sueño que tenía fue interrumpido por el cantar de las aves con una dulce melodía enigmática. Abrí mis ojos aun creyendo que todo había sido un sueño pero al notar que aún seguía en una pequeña habitación junto a mi perro que aun dormía plácidamente.
— Leal, Leal, Leal, despierta todo esto es real y ¿tú eres real? — dije con emoción — ¡vamos Leal ya salió el sol!
La emoción infantil que recorría mi cuerpo, emocionado por la gran aventura que me depararía el día. Nurix golpeo la puerta y menciono — Están listos, debemos ir al herrero — yo sería un noble caballero junto a mi mejor amigo.
Al pasar las horas y el a ver comido una extraña comida con frutas llegamos donde se encontraba el herrero, ese lugar tenía un aspecto viejo pero a la vez clásico, entre la puerta colgaba una herradura y bajo ella un letrero escrito en un idioma que no reconocía, de pronto salió un hombre joven con su cabello dorado y peinado hacia atrás y con una sonrisa que más parecía una mueca.
— Ohh… un elfo y un humano en las tierras de Magra, díganme que desean viajeros — pregunto el joven el herrero con voz burlona —
— No seas pesado — respondio Nurix con enojo — necesitamos la encomienda del Sabio.
— Está todo listo la espada y el arco con flechas hechos especialmente para ti y tu amigo humano.
Al parecer los humanos no frecuentan el mundo de Magra o eso creía pues el joven que nos atendió tenía un aspecto de un chico de una gran ciudad, pero a veces las apariencias engañan todo aquí en este mundo es distinto hasta el mismo cielo tenía un color celeste o verde muy claro y sobre el volaban unas aves con cuatro alas, de pronto escuche una voz que decía — hey Daniel vamos se nos hace tarde — Nurix nuestra guía llevaba esperándonos a la entrada del bosque, vi los ojos de Leal y con un rápido movimiento salió corriendo hacia donde se encontraba Nurix, yo le seguí con pasos rápidos y distraídos todo allí me llamaba la atención.
— Tranquilo, tendremos mucho tiempo después para poder disfrutar del paisaje ahora debemos ir a la aldea que esta próxima al poblado — musito Nurix.
— Nurix, ¿cómo se llama el poblado? — pregunte rascándome la cabeza.
— Oh, es verdad no te lo había dicho, el poblado se llamaba “Los Inicios”, un nombre común que ha tenido por miles de años — respondió sonriendo.
Me sorprendí, el pequeño poblado tenía miles de años pero con aquel robo hizo que todo este de mal en peor y debíamos resolverlo.
— Nurix y la aldea a la que vamos ¿cómo es su nombre? — volvi a preguntar lleno de curiosidad.
— Mmm… su nombre es la Aldea de las burbujas — respondio llevando su mano hacia arriba con su dedo índice levantado.
Un nombre curioso y a la vez gracioso solo me imaginaba que todos allí estaban en una burbuja.
Cuando íbamos caminando Nurix se detuvo y me dio una espada pequeña y un escudo con un emblema con pequeño león sobre él, por su parte llevaba un arco grande con largas flechas — esto te lo doy para que nos protejamos de los peligros del bosque y no lo uses como juguete — me dijo con una voz dulce y tierna pero en si tenía razón, ahora debía actuar con responsabilidad.
En el camino pudimos ver muchas plantas de varios colores y tamaños, de entre el borde del camino aparecieron unos pequeños amiguitos con grandes orejas que aun principio creí que eran conejos pero en realidad eran Nunis, y eran las ardillitas de este mundo y por cierto eran muy curiosas porque cada paso que dábamos ellas iban y olfateaban continuaban siguiéndonos, Leal se puso a jugar con ellas. Aquel camino estaba pintado de colores por lo que sabíamos que íbamos por el camino correcto, de pronto una gran ave salió de entre los árboles.
— Wuaaoooo… es enorme como un avión — exclame con emoción.
—Oh, fantástico tuvimos la suerte de verlo volar, esa ave se la conoce como la reina de los cielos aunque es un poco perezosa, cuando levanta vuelo va muy rápido.
— De donde vengo hay una ave muy grande que surca los cielos andinos su nombre es Cóndor, aunque también hay agilas que son muy rápidas y precisas al momento de cazar.
Estaba tan emocionado que recordaba los libros de ciencias naturales de la escuela, donde había muchos animalitos, reyes del mundo como un gran león o una ballena azul.