La tarde llegaba y el cantar de las aves era cada vez más fuerte, algo en el ambiente había cambiado, un frio intenso recorría nuestro cuerpo con cada paso que dábamos en el camino de piedras de colores.
- Muy pronto llegaremos a la aldea de Hielo – dijo Nurix tiritando de frio – espero que haya chocolate bien caliente, muero de ganas por probarlo, allí sirven el mejor chocolate del mundo de Magra.
Aquel camino de rocas de colores volvía a finalizar esto daba paso a que debíamos resolver nuestra siguiente misión en busca de la reliquia que fue robada.
Al llegar a una gran aldea de hielo note que a pesar de ser muy grande se encontraba muy poca gente viviendo allí, los relatos de Nurix en el camino mencionaba que allí vivía dos dragones gemelos, uno de fuego y otro de hielo y que ambos protegían la aldea, pero un hechicero robo los poderes de los dos dragones congelándolos en un lago y desde entonces la aldea se encontraba congelada.
- Entonces un hechicero robo los poderes de los dragones, ¿porque lo hizo? – pregunte con curiosidad.
- En esta aldea existe un fruta de la verdad, si la comes no podrás guardar secretos o mentir, el hechicero congelo el pueblo para así nunca rebelar sus mentiras, ya que el estafaba a la gente de la aldea – respondió Nurix.
Al llegar a la aldea entramos a una pequeña casa donde una joven con rasgos felinos nos atendió.
- Miau, un perro, no tenemos comida para canes – dijo riéndose.
- Oh vaya un gato debería perseguirte –respondió Leal de forma burlona.
- No es hora de pelear, así que tranquilo Leal – espetó Daniel – debemos resguardarnos del frio.
- Miau, lamento las molestias mi nombre es Miamiau, les preparare chocolate caliente.
Al terminar de beber aquel chocolate delicioso, salimos de aquella tienda con el fin de buscar una solución de la aldea.
Leal olfateo unas huellas que se encontraban entre la nieve y comenzó a ladrar pues unos soldados de hielo llegaron y nos cerraron el paso hacia el lago, fue entonces cuando le ordene a Leal que debía huir.
- Corre Leal – grito Nurix.
Comenzó a correr Leal hacia el bosque y los soldados de hielo con unas grandes lanzas lo perseguían, pero como eran muy grandes y eran algo torpes y se chocaban entre ellos, furiosos los soldados dejaron de perseguirlo y regresaron, fue entonces cuando uno de los soldados menciono que estábamos apresados por el gran hechicero de esas tierras, Nurix y yo estábamos en grandes problemas.
Leal se había escondido en una cueva, un oso de color café con rayas blancas lo había ayudado – seas bienvenido mi amigo perruno – aquel oso fue amable y con su gran cuerpo cubría la entrada hacia la pequeña cueva.
La codicia de aquel hechicero era tan desbordante que las personas de la aldea lo temían ahora Leal debía salvar a Daniel y Nurix quienes fueron capturados por los gigantes de hielo, para lograr salvarlos el oso se prestó para poder ayudarlo y los dos juntos fueron al gran lago en busca de los dragones gemelos que yacían congelados.
Al llegar al gran lago, Leal con el oso vieron un escrito sobre un pedazo de madera que mencionaba “si despertar a los dragones deseas, encontrar las llamas del destino debes”.
- Las llamas del destino, ¿a qué se refiere? – dijo Leal con inquietud en sus palabras.
- Al final del lago hay tres antorchas que ningún fuego las enciende – espetó el oso – debemos buscar las tres llamas del destino para poder despertar a los dragones gemelos.
Comenzaron a caminar hacia el bosque, Leal olfateando el camino mientras el gran oso abría paso entre los matorrales que habían en el camino, al adentrarse más y más al bosque muchos animales extraños y fantásticos los recibían, un pequeño armadillo con alas, una ardilla con tres colas y muy veloz se deslizaba entre los arboles husmeando a los dos animales forasteros, al llegar a un puente de madera, un lobo los esperaba sobre el puente.
- Deberían dar media vuelta y volver por donde vinieron – dijo el lobo con una voz ronca y robusta – aquí no encontraran lo que buscan ¡lárguense! – los dos animales viajeros se detuvieron frente al puente mientras el lobo comenzó a correr hacia ellos y con un gran aullido muchos lobos de entre el bosque y las colinas salieron para así evitar que Leal y el oso cruzaran por aquel puente.
El oso comenzó a gruñir y a defenderse de los ataques feroces de los lobos y Leal comenzaba un duelo con el de líder de los lobos, – debemos salvar a los dragones, déjanos pasar – Leal se sentía atemorizado pues el aún era un cachorro frente a un gran lobo adulto, con pasos firmes rodeo al lobo que estaba parado frente al puente colgante de madera y en un movimiento brusco y juguetón corrió entre las patas del lobo y así burlándose hasta llegar al otro extremo.