Caminábamos aun por el camino de colores, a lo lejos se divisaba grandes colinas y el viento era cada vez más fuerte, de pronto el camino de colores comenzó a desaparecer y aquellas rocas comenzaron a teñirse de color gris, habíamos llegado a un claro entre el bosque y grandes llanuras de pronto Leal se erizo y comenzó a ladrar, pues en el aire se olía a peligro.
— Cuidado Daniel alguien está cerca y no tiene buenas intenciones — ladro Leal con enojo.
De entre la maleza del bosque y las llanuras se pudo observar una figura muy rápida y ágil, parecía acorralar a su presa, de pronto una voz dijo — Hey vosotros a donde van — se escuchó entre la vegetación.
— Vamos al país del viento debemos encontrar el camino que nos lleve al pueblo de lava. — respondí con temor, pues no sabíamos quién nos quería hacer daño.
— No puedo dejarlos pasar, está prohibido el paso a forasteros — dijo aquella voz.
No me iba a rendir fácilmente e intente pasar al camino de rocas negras que provocaban un miedo terrible, de pronto una flecha salió disparada de entre la maleza y dio contra el suelo en forma de advertencia, Leal ladraba y enseñaba sus colmillos al atacante.
La situación se ponía cada vez mucho peor ya no tenían el apoyo de Nurix estaba solo en aquel camino.
De pronto de entre la vegetación salió un joven guerrero con un arco y una flecha apuntando y con voz de valentía me pregunto — no se muevan los llevare detenidos hasta mi clan — el peligro había pasado pero ahora estábamos retenidos por el joven guerrero que no desprendía ningún temor.
Caminábamos en silencio por en medio de casas de pajonal pequeñas, las personas miraban entre hurtadillas y otros escondidos entre sus casas. Estábamos custodiados por el joven guerrero y dos hombres gatos que los seguían a dos pasos, llegamos a una casa mucho más grande que las demás, entramos y el joven guerrero nos volvió a preguntar.
— Porque quieren ir al pueblo de la lava, está prohibido el ir a ese sitio. — pregunto.
— Debemos ir al pueblo de lava, el anciano del pueblo de los Inicios nos encomendó una misión — respondí en defensa.
— No creo que puedan pasar en estos momentos, el País del Viendo está en guerra, se ha divido en cuatro aldeas — musito entre dientes el joven guerrero.
— ¡Wuao!. Que sucedió, ¿podría saberlo? — pregunte con curiosidad
— Es complicado contar los problemas del país. Hace ya varios años atrás, se dividió en cuatro aldeas, nombradas: La aldea del Vientos del Sur, Vientos helados del norte, Vientos de sombras del Oeste y por último la aldea del Viento de los Milagros.
Al parecer desde que robaron la reliquia del Pueblo de los Inicios muchos países, aldeas, pueblos y pequeñas comunidades se había separado por diferencias ideológicas, todo esto era nuevo en nuestra aventura y a la vez se volvía difícil de asimilar los problemas del Mundo de Magra.
— No eh mencionado mi nombre, soy Karth y ustedes ¿quiénes son? — pregunto Karth.
— Soy Daniel y mi perro Leal — respondí extendiendo mi mano como los adultos.
— Así que vienen a recuperar la reliquia robada por el pueblo de lava, será difícil recuperarla — musito Karth.
— ¿porque? ¿Acaso está muy lejos? — replique.
— Para cruzar el País del Viento debes llegar hasta la Aldea de los Vientos Helados y sus fronteras están cerradas. — menciono Karth con tristeza en sus palabras.
— ¿Qué sucedió para que este en guerra? — volvía con mis preguntas.
— Todo empezó cuando una doncella de la Aldea de los vientos Helados fue secuestrada el día de su matrimonio, ella iba a casarse con un miembro de la aldea de los Vientos de los Milagros, se dice que la doncella esta cautiva en un castillo en la aldea de los vientos de Sombras, esta Aldea es el inicio del País. La Aldea de Vientos del Sur.
Me encontraba en una nueva misión, ahora debíamos rescatar a la doncella que se encontraba cautiva. Para eso debíamos ir a la aldea del oeste. Salvar a la doncella no sería un trabajo fácil pero lo intentaremos.
— Debemos ir a la aldea de los Milagros allí podremos tomar el tren del viento y nos llevara hasta la frontera con la aldea de los vientos, ¿están seguros de ir con migo? — espeto Karth.
— Si, debemos salvarla nosotros te ayudaremos — respondí con valentía.
— Entonces en marcha — ordeno Karth.