Un Viaje Magico: El Mundo de los Sueños

El guardián del castillo

La luz del día estaba por desvanecerse y un manto nocturno comenzaría a cubrir la cima de la montaña, su guardián un gran felino alado protegía la entrada de un gran puente de piedra, un solo camino existía para llegar y debíamos pasar entre el gran felino, de pronto el felino se puso de pie en sus cuatro patas y con suaves pasos se acercó.

— Si tienen deseos de pasar deben encontrar el camino correcto en el laberinto mágico — hablo el guardián.

— ¿Un laberinto?, de cual laberinto hablas — pregunto Karth.

El gran felino extendió su pata derecha, la puerta y el puente desaparecían. Grandes arbustos, espesos que ni una cochinilla podría pasar por medio de ellos, el laberinto se extendía hasta donde la mirada y el final del sol vislumbraban.

— Asustados, jóvenes viajeros, una vez que ingresen no abra vuelta atrás — el guardián sonreía — que tan astutos son jóvenes.

— Vamos hacerlo Daniel, estamos tan cerca de llegar al castillo — Karth lo dijo en forma de grito de guerra.

— Si, debemos hacerlo no nos rendiremos — alzando las manos grite.

— Su misión dentro de este laberinto es encontrarme al final del camino, una vez lo hayan hecho serán libres de pasar por el puente de piedra — continuo el guardián — solo tienen hasta que los primeros rayos del sol aparezcan, si no logran encontrar el camino deberán volver por donde vinieron.

La entrada hacia el laberinto comenzó abrirse similar a un túnel, la noche había caído en un abrir y cerrar de ojos, ahora tenía un aspecto tenebroso, el viento entraba con gran fuerza como cuando un imán atrae a otro imán, con pasos ligeros los tres viajeros se acercaron hacia la entrada pero antes de ingresar el gran felino les menciono.

— Oh si mi amigo peludo, no intentes dejar marcas en el camino, muchos de los caminos son traviesos y cambian constantemente — bromeo el guardian.

Leal miro con desdicha al felino y con un ladrido entro al túnel, siguiendo a pasos alargados comenzaron una aventura ahora más extraña sin conocer los peligros que encontrarían en el túnel.

La noche era cuna del gran laberinto que se extendía más y más sin tener fin, sus caminos enredados y difíciles de reconocer era cada vez más vistosos en el andar.

Caminaba junto a Leal y karth llevaba en alto una antorcha que había encontrado a la entrada del túnel, de pronto escuchamos varias voces de entre los caminos — por aquí es seguro — cada vez las voces eran amenazantes y era más que seguro que cada llamado significaba perderse, una trama cruel.

Leal no podía olfatear donde se encontraba el gran felino, los olores eran cada vez más fuertes, cualquiera podía percibir el aroma a rosas, humedad, agua y fango todo era una mezcla de aromas, cada vez más fuertes y nauseabundos, de pronto Karth había desaparecido y la única luz que existía en aquellos senderos había desaparecido con Karth, el miedo se percibía en el aire, no era un lugar seguro, cada vez que giraba se encontraban con una pared, grite varias veces, pero no recibí una respuesta alentadora, ahora más que nunca deseaba estar acompañado en aquella oscuridad.

karth se encontraba en otro camino, su antorcha se consumía rápidamente y el fuego se comenzaba a desvanecerse como hielo en sus manos, un frio recorrió su cuerpo, podría ser de miedo o por la fría noche cual sea la razón su cuerpo temblaba, necesitaba encontrar un camino hacia Daniel, ¿pero dónde? Todo era igual mirase por donde mirase, entre sus pensamientos en busca de una solución pudo al fin escuchar un ladrido.

— Es más que seguro que fue Leal, reconocería esos ladridos de un cachorro — musito para sí mismo.

— Sigue adelante. No te detengas — una voz femenina se escuchó.

— ¿Ilone?, eres tú, donde estas — gritaba con sus manos sobre la boca.

— Más allá de donde tus ojos ignoran ver.

— ¿Mis ojos ignoran ver? A que te refieres, ¿dónde estás? — volvió a preguntar.

— Debes hallarme en tus sentimientos, estaré aquí para ti.

Una corta pero agradable platica tuvo Karth, la voz misteriosa era de Ilone, su amada doncella que aún lo esperaba. Ilone no era una chica débil pero muchas veces se dejó vencer para recordarse así misma que no toda la vida es ganar.

Entre la búsqueda de una salida de aquel laberinto note un cielo color naranja, era cierto ni Karth encontraba una salida, Leal tenía su nariz lastimada por acercarse imprudentemente a los rosales que había encontrado tres caminos antes.



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Editado: 23.05.2019

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