Abrí mis ojos, estaba en una habitación, estaba totalmente oscura, en mis manos sostenía un pequeño cuento que mi abuelito había escrito cuando nací, me gustaba leerlo pues era las aventuras de un niño en u bosque, me senté en la cama y frote mis ojos para poder ver bien, era más que seguro estaba en la habitación de mi abuelito, él había fallecido hace dos años, por una enfermedad, pero mientras estaba vivo le gustaba jugar con migo, él decía que el hacer las cosas bien tendríamos nuestra recompensa, no en oro, pero si en agradecimientos.
Mientras miraba anonadado la habitación, estaba repleta de dibujos, un dragón, varios lobos, un hada un bosque, todo estaba allí, todo el mundo de Magra estaba en aquella habitación.
Mientras el tiempo avanzaba Leal se iba haciendo cada vez más grande, ya no era un cachorro ahora era un perro adulto y muy vago que pasaba sus tardes viendo pasar los autos frente a nuestra casa, habían pasado diez años desde aquella aventura, ahora tengo dieciocho años y voy a la universidad, mi afición por las historias me hizo escoger la carrera de lengua y literatura.
Caminaba a casa y mientras lo hacia movía un pequeño bolígrafo en mi mano imaginando un dragón en el cielo o un bosque donde corrían libremente lobos, ja era gracioso ver todos los días el camino pintando de colores, creo que mi niñez no se había esfumado después de todo.
Al llegar a casa encendí mi laptop y comencé a escribir las aventuras de un niño y su perro. Acaso todo lo que viví fue un simple sueño o todo fue real, no lo sé, ahora descúbrelo tú mismo.
Mientras Daniel escribía en su computadora, de entre los libros una pequeña y tímida hada salió y voló hasta su hombro y se posó sobre él, movía sus piernas alegremente mientras sonreía. El mundo de Magra estaba por nacer.