Inmersa en un mar de constantes decisiones, diariamente alzo las velas para viajar en ellas, viendo cómo afectan la paz de las aguas, bien sea para dar vuelco en mi cuerpo, al ver y sentir la forma en que los vientos rozan mi rostro, despeinando aquello que ni yo misma consentía el control.
Siento unas ganas cursis y dolorosas en breves segundos, de ver algo en el mar, ver a la corta distancia como emerge la figura de lo que tenemos en nuestras utopías más placenteras, haría de mi viaje algo fascinante, estaría segura de ello, al tiempo que un corazón agitado por la euforia de llegar a puerto y tocar lo que a distancia parece tan decidido.
Pero en un devenir de emociones, subyacen aquellas que hacen tomar las velas con más fuerza, queriendo evitar un mundo distinto, donde pierda el ir de mi respiración… quizás mi única noción de equilibrio, sea la vigencia del decir nosotros, quizás mi única noción de equilibrio, sea este regreso al propio desconcierto a bordo de este viaje, donde la esperanza es puesta a prueba con congojas variantes, hemos de esperar rodeados por incertidumbre escalofriantes que nos impulsan a desvelarnos de por vida.
Con el corazón tenue por los roces del mar, sigo adelante, mis ojos anhelan observarte de la misma forma que lo hacen mis sueños, los cierro para que tomen control de este sentir, por lo menos no habrá sido fácil, donde la mejor violencia se permitía por segundos razonables treguas para volverse una brisa en bondad…efímero y acertado, deseado y cuestionado.
En medio de este viaje, la noche se ve a la distancia, tan profunda que ahoga los sentidos, tan lenta que da tiempo para albergar recuerdos y repensar en aquellos que nos hicieron daño, vulnerable y frágil está mi alma, desnuda por las estrellas más brillantes, me encuentro quieta, flotando con los pensamientos…
Rio por momentos grises y es que la noche abarca todo color en mí, el frío empieza adentrarse en mi cuerpo, no puedo huir de esto, sigo allí, casi esperando que vengas por mí, levantándome con el calor de la vida… sólo en segundos llega la luz de una estrella flotante sobre la nada, más grande del resto, parece que quiere decirme algo, las voces se hacen más claras, más consistentes, al entenderlas quisiera no poder escucharlas, pero no puedo, sigo siendo yo tratando de gritar lo que la razón da la espalda…como un susurro, suavemente y sin hacer daño, ella me dice con voz de razón: “no puedes hacer que sienta lo que no hay”, mis ojos se cierran, mis labios descansan un momento, el frío toma lugar a mi lado, casi queriendo abrazarme, casi dándome consuelo… me dejo llevar, el luchar es más débil, sin fuerzas y sin sentido veo el sendero… las respuestas se vislumbran con la neblina… el amor abre paso en medio de las sombras de la noche, los fríos vientos dejar de ser, tomo el primer haz de luz, me aferro a él, soportando las gotas del sacrificio… en pie, puerto a la vista, con ello, una decisión más, salir del lugar donde estoy, entrar en otro, esperando volver alzar las velas de incertidumbres, esperando un segundo para seguir viviendo.
Editado: 25.04.2021