Un Viernes te vi

Un Viernes te vi

Una tarde muy calurosa…

 

¡Pero al fin es viernes! ...y como dicen muchos "viernes y el cuerpo lo sabe".

Si, lo que sabe mi cuerpo, es que, por fin, podré descansar de un largo día de trabajo y de escuela. Ya son las 4:15 pm, he salido de la última clase, ¡ya por fin!, puedo ir a casa a descansar, tomar un buen baño relájate, y, ver algunas películas.

 

Estoy sentada en la silla y una de mis manos puestas en la mesa junto a mi mochila, en espera del autobús, mientras tanto estoy con mis audífonos …Un poco de música (el volumen no muy alto, para poder escuchar si alguien me habla).

De pronto, él aparece, solo coloca su carpeta color beige sobre la mesa. Me da el saludo de las buenas tardes, y, le devuelvo el saludo. Él se aleja, no pasa ni cincos minutos, y regresa de nuevo, se acerca a preguntarme algo.

 Entonces, aparto los audífonos para ponerle atención, le pido amablemente que si me puede repetir su pregunta. Entonces, él dice—: ¿Por aquí pasa el autobús?

 

—Si, por aquí pasa, de hecho, ahí viene el autobús —digo, al mismo tiempo señalo en la dirección de donde este venía.

 

—¡Gracias!

 

—De nada

 

Cuando íbamos rumbo al autobús, nos subimos, y por alguna razón, si había asientos vacíos, pero él decide sentarse junto a mí, ¡si junto a mí!, ¿Por qué? No lo sé.

 

En todo el trayecto, él me comienza a sacar plática, yo un poco nerviosa y cohibida le respondo (Casi siempre soy tímida, me cuesta algo de trabajo poder conversar con un chico, ¡Sí, soy un desastre!, por eso no tengo novio, soy malísima con las charlas mucho tiempo con algún chico, ¡Sí, tengo serios problemas! Tengo amigos, me costó, pero con ellos ya no tengo esos problemas).

Tengo ganas de preguntarle igual, pero la pena me gana. Es la primera vez que lo veo, ir en la universidad y que logres conocer a todos y cada uno de sus estudiantes es difícil, es como buscar una aguja en un pajar.

Él, con su cabello castaño un poco revuelto, pero se ve bien en él, y sus ojos color chocolate, te pierdes en ellos, su risueña sonrisa, no puedo dejar de verle.

 

De pronto, él amablemente se despide y me da de nuevo un gentil—. Gracias.

 

 Le digo—: Adiós y de nada

 

No solo con palabras me despido, sino también con mi corazón, porque bien sé que no lo volveré a ver tan pronto, ¿o sí?, quien sabe.

 

 Cuando se baja, él por fuera me da su última cálida sonrisa y un adiós con su mano. También le regalo una cálida sonrisa y un gesto de adiós con la mano, y lo veo irse.

Como me hubiera gustado ser más valiente y haber charlado, en toda la conversación, si a eso se le puede decir como tal, ya que para una es de dos o más personas.

En mi triste caso, solo él preguntaba y yo respondía, claro. Y lo más triste que ni yo ni él, sabemos nuestros nombres, porque en ningún momento ninguno de los dos lo dijo.

 ¡No me atreví a dar mi nombre, y ni siquiera preguntarle el suyo! ¡Más tonta no puedo ser!, Tal vez eso esperaba él, que le preguntara el suyo o le diera mi nombre, algo por voluntad propia, no me atreví por culpa de mis miedos y temores.

 

Solo recordaré, que hoy para mí no fue un viernes común, para mí este viernes 20 de marzo del 2020, a las 4:15 pm, fue y será especial, porque fue cuando lo vi a él, un joven de mirada chocolate y una risueña sonrisa, con su cabello castaño alborotado.

 

<A veces los miedos les encanta robar sueños>

 

A lo mejor alguna vez te vea de nuevo...      FIN



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En el texto hay: jovenes, esperanzas, miradas

Editado: 28.03.2020

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