Un villano en Navidad

Capítulo 2

Noel

Elevó mi palma para silenciar al grupo de cotorras cantarinas, al ver mi expresión de desagrado, una de ellas ejerce un paso hacia mí, todos los años es la misma historia, mamá las hubiera metido a la casa para darles chocolate caliente y escuchar los villancicos por una hora como mínimo. —¿Señor desea colaborar? —Extiende una especie de alcancía. Por esto prefiero compartir con focas, ballenas e incluso tiburones —Es para una noble causa. —Alzó una ceja, la gente se aprovecha de lo más mínimo para sacarle dinero a quien tenemos. Todo para ellos justifica sus cantos indeseables. —Con lo recaudado donaremos juguetes a los huérfanos.

Ruedo los ojos y la anciana golpeó levemente mi pantorrilla —No seas maleducado, ten modales, el dinero no hace personas —Cansado de su discurso, busco en mis bolsillos extrayendo del mismo todo el dinero que tenía, lo dejó en sus manos. —No hace personas, pero me hace importante. Ahora aléjese de mi propiedad o soltaré a mis perros, detestan el olor a galleta. —Dije con amargura.

—Gracias por su colaboración —Deja una pegatina en mi costoso traje. Ignorando lo del perro. ¿Felices fiestas? ¿Es en serio? Bufo. —De nada te sirve ser importante, si eres un desalmado, egoísta y gruñón, la vida se encargará de darte una lección. —No deseo escucharla más, cierro la puerta dejando atrás a las cinco mujeres sin oficio en sus casas. La navidad es una época comercial, nada importante.

Este año no viajaré a Zurich, es reconocido mundialmente por poseer la navidad más blanca de todo el mundo. Nací allá, ahora prefiero la calidez de las aguas cálidas de Miami, el sol abrasador me hace sentir la calidez de los abrazos de mi madre.

La oscuridad de la estancia me hace sentir solo, enciendo las luces, sin embargo, el efecto continúa siendo el mismo. Camino hacia la cocina por alguna bebida refrescante y una notificación llega a mi celular, Denis desea cenar conmigo y la verdad no me encuentro de ánimos para una cena de vísperas de navidad.

Voy a mis redes sociales y lo primero que aparece ante mis ojos es la foto de Melanie con un gorro rojo brillante de navidad, le hago Zoom tanto se me es posible y la fachada de la farmacéutica se visualiza detrás, mis orejas se calentaron y en mi mente se disparan miles de alertas celebrarán que no iré este año a la oficina, busco con precisión en el perfil de todos y cada uno de mis empleados, tarde aproximadamente una hora, pero encontré lo que buscaba uno de ellos tiene fotos recientes en las instalaciones de la compañía con guirnaldas, luces y un árbol de navidad.


¡No puede ser! Las celebraciones navideñas quedaron suspendidas desde que murió mi madre, mi sangre hierve, sobrepasaron sus límites, no pueden ignorar mis mandatos. Veremos qué celebración llevarán a cabo cuando todos queden masivamente despedidos. Las redes sociales son un arma de doble filo y ellos mismo me arrojaron a esto. ¿Es mucho pedir que olviden la navidad? Por lo menos dentro de mi empresa.

No dudo en salir disparado hacia el hangar, les daré una grata sorpresa, el jefe Noel llegara con su regalo de navidad, una maravillosa carta de despido sin derecho a reclamos, están irrespetando mis reglas y lo pagaran caro. Salgo como alma que lleva al diablo, me encuentro furioso.


(…)


Como lo predije el clima es poco agradable, los copos de nieve caen sin cesar, mi ropa se llena de esa desagradable, fría y poco atractiva nieve de Navidad, mientras subo al coche me estremezco al recordar a mi madre en trineo, adorada la nieve, muevo la cabeza desechando el sentimentalismo. Para agregarle dramatismo a mi día, las vías se encuentran cerradas —Señor se aproxima una tormenta, las calles se encuentran cerradas, las vías colapsadas, lo mejor es que lo lleve a su casa, estamos más cerca de la residencia que la farmaceutíca.

Me niego —Dame tu bufanda, la chaqueta y el gorro —Ordeno con tono de voz gélida, duda en hacerlo, pero una mirada basto para que cediera rápidamente. Baje del coche y los copos caen en mi ropa creando una capa de hielo. Camino por las calles blancas —Feliz navidad joven. —Un regordete papá Noel se interpone en mi camino.

—¿Qué tienen de feliz? —Gruñí la pregunta. —Mejor apártese de mi camino.

—La amargura es un sentimiento precario, determina cuan infeliz se puede ser. —Ruedo los ojos, cuando pensaba responder, un pequeño demonio vestido de ángel navideño jala mi chaqueta causando que resbale y mi cuerpo caiga en la gruesa capa de hielo del piso, gruño con enojo, este pueblo es una maldición.


—Lo mereces por gruñón —La pequeña rubia me saca la legua antes de huir.

—¡No puede ser! Lo que me faltaba para completar mi día, es como si la navidad no quisiera que llegará a mi propia compañía. Permanezco algunos segundos recibiendo todo el hielo que baja y se estrella en mi rostro. —¡Shu! ¡Shu! Largo perro —Como si no fuese suficiente un perro orina mi pierna.

La cereza del pastel, así el tiempo este contra mí, no disfrutarán, las navidades son días trágicos, días sin color y comerciales. Me levanto con ímpetu, camino hundiéndome en la abundante nieve, sin embargo, cada vez me encuentro más cerca. Es dificultoso avanzar, las instalaciones de la farmacéutica se encuentran desoladas. Los villancicos retumban en el gran salón, al cual me dirijo de inmediato.

Abro la puerta y todos se quedan en silencio, me despojo de toda la nieve desagradable. Al hablar Melanie pierde el color de su rostro, mis manos se encuentran cógelas al igual que mis piernas y oliendo a orina de perro ¿Qué más me podrá pasar?

—Todos enmudecieron, qué interesante… Tienen valor para hacer una fiesta a escondidas, retándome directamente al desobedecer mis mandatos, pero no tienen valor para responder. —Esther —Es la chica de limpieza —Necesito bolsas negras, gasolina y un encendedor. ¡Hare una fogata con el árbol de navidad!



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En el texto hay: humor, navidad, jefe

Editado: 04.01.2023

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