Un Vínculo tan Sombrío como Destellante

VIII. THIAGO

UNA POCIÓN QUE CURA MÁS QUE SOLO A UNA DAMA

Lavanda. Su cabello olía a eso. El incandescente cabello carmesí del destello que se ondeaba por el viento de la mañana a nuestro regreso a Kaxia me invadió de golpe. La salvaje Thiora Riagnmus había acunado su cabeza a mi pecho una vez que la tuve entre mis brazos tras su casi pérdida de memoria por la reacción de lo ingerido.

¿Será capaz de poder escuchar los acelerados latidos de mi corazón?

Espero que no. No como yo siento sus minúsculos temblores y respiración agitada por la poción que bebió y comio en su desayuno bajo ordenes mías. De haber sabido que iba causarle aquello habría buscado otra forma de embaucarla, pese que esa fuera la más afable que encontré, puesto que los métodos de mi hermana no hubieran sido tan considerados, aunque de igual manera no logré evitarle el dolor.

—Ponle mi capa —Fred me la quita de los hombros para cubrirla, siendo que casi removió de sus hombros aquel espantoso vestido que la ha cubierto desde el día anterior—. Que no vean su rostro. Los esclavos están subiendo por igual y no queremos que vean esto como un acto de sublevación más que castigo. Hay que darles algo en que pensar estos días y la salud de la chica puede ser una opción.

Permito que todos los míos escuchen y de ese modo no olviden que soy el mariscal de la nación conquistadora y bélica que no olvidamos ser.

«No permitas que vean tu debilidad»

Ascendemos por la plataforma hasta llegar a la cubierta e ingresamos a los camarotes. La idea principal era instalarla en una de las celdas del nivel más bajo del barco para ser vigilada todo el tiempo, pero tras las actual situación, decido que pase estos tres días en los camarotes de servicio donde mi hermana y yo nos hospedamos.

La habitación de chispita debe ser pequeña para evitar fugas como la que le dejamos creer. No debe tener objetos que pueda usar para dañarse, y tendremos que colocarle un hechizo de cadena.

—Te odio —su boca se mueve sin producir sonido entre su delirio por la intoxicación una vez que mi capa baja de su rostro. El hechizo que la silencia sigue dentro de ella, aunque el crujido de la puerta abriéndose neutraliza toda furtura cacofonía.

—Yo también me odio —no llega a escuchar mi contestación, pues su cabeza se echa hacia atrás y el peso de su cuerpo parece caer por completo entre mis brazos—. ¿Chispita?

Ingreso al camarote con fluidez y la coloco en la angosta cama. Sus labios se han vuelto pálidos y la hurticaria en su cuello se ha extendido hasta sus clavículas muy cerca del pecho.

—Curala —le pido a Fred.

—Solo las pociones curan daños de pociones y los hechizos a hechizos.

—Ya lo sé, pero hay algo que puedes hacer mientras preparo el antídoto.

—Puedo alentar el proceso y darle protección, pero... estás sudando ¿Estás bien?

—Que clase de pregunta es esa, lo estoy —el dorso de mi mano limpia el líquido cayendo por mi frente y lo recuerdo.

Soy su vínculo.

Sí ella es dañada yo también lo soy. Compartimos una vida y muerte también.

—Pasa su dolor a mí.

—¿Qué?

—Me oíste, conectanos.

—Pero tu hermana esta vinculada a ella. Necesito de su permiso para que mi magia pueda sobrepasar la suya.

—Solo hazlo, confía en mí.

No necesito pedirlo dos veces, Guiarfred suspira e inicia su magia no muy seguro de ello.

Sanit nova witeraten. Sanit nova witeraten.

La facción de duda de mi amigo se tranforma en una de asombro tras notar que nada bloquea su magia cuando su hechizo actua sobre ella. Pronto sus pulsaciones descienden a un ritmo más normal, aunque el mío se aprisiona. La sensación de escozor en la piel y cansancio me invade, pero puedo seguir adelante para dirigirme a preparar un antídoto, aunque para ello requiero primero de un poco de su sangre.

—Está hecho. He transferido algo de ella en ti, pero es temporal.

—Toda la magia lo es, Fred. Ahora necesito un poco.

Pincho con la punta de mi daga el índice del destello. Solo una gota. No se necesita más para curarla.

—Cuídala hasta que vuelva.

—Pero yo..

Cierro la puerta antes de que proteste y acudo a mi maletín de posiciones. Vierto la gota de sangre en el frasco y comienzo a mezclar. Supongo que a falta de magia mi conocimiento debió enfocarse en aprender raíces y brebajes en lugar de memorizar el antiguo idioma Winta. La única forma en la que por alguna razón la magia obedece.

—Por el equilibrio que saldremos de este mugrero. Aquí no hay encajes ni brillos o joyas—Prosperina ingresa a mi camarote sin aviso. Siempre las abre cual si fuera la dueña de todo y todos.

«Sorpresa Thiago, lo es»

—¿Cómo te fue con la idiota esa? ¿Sacaste alguna información? —la miro de soslayo sentarse en la cama con elegancia.

—Funcionó —los frascos de mi maletín suenan para seleccionar las raices y extractos idóneos—. Ya estarán explorando el túnel al que ella nos dio acceso tras la ilusión. Con suerte nos lleva a algo.

—Ojalá podamos romper su barrera de primera línea. Quiero a Clamor solo para restregarselo a la destellante Thiorita y si encuentro a su madre, la mandaré a Los arcilleros para que muera allá ¿Qué haces?

—Un antídoto.

—¿Antídoto? ¿Para qué?

—Pues digamos que no todo salió bien dentro del plan.

Mi hermana comienza a reír.

—¿De verdad la idiota reaccionó a tu poción?

No contesto tras concentrarme en colocar las gotas exactas de raíz de rozana. Ella continúa burlándose hasta que se percata que no me uno a ella en la sorna. Se reincopora hasta llegar a mí y siento sus dedos rozar mi frente y parte de mí mejilla.

—Respiras muy fuerte.

—Estamos vinculados. No tengo qué explicarte como funciona siendo tú la experta en ello o ¿sí?

—Y como experta sé que no deberías sufrir a menos que ella te haya traspasado su dolor, lo que implica que sabe magia de fractura.




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