Un vuelo al ¿amor?

Johan

El sol ya había salido por completo, supongo eran alrededor de las ocho. Había dejado mi celular cargando, en la habitación, así que, no podría confirmarlo.

—¿Una disquería? — pregunté al darme cuenta de que se detuvo el coche.

—Si, te comprare lo que quieras —se ofreció—, tómalo como una disculpa por tu terrorífica mañana —como era de esperarse, su amabilidad estaría acompañada de un comentario burlándose.

Ya me comenzaba a acostumbrar a su humor. Igualmente, no me enojaría con él, me fascinaba la música en general.

—¿Seguro? —pregunté, aún se encontraba a tiempo de retirar lo dicho, antes de que comenzara a emocionarme.

—Siempre cumplo mi palabra.

Sonreí abiertamente, me agradaba.

Estando adentro, resulte tener un grave problema para decidir. Llevaba varios minutos en el establecimiento y solo podía ver los diversos discos y vinilos, en los estantes, sin saber cuál debería agarrar. Todos me parecían buenos, no lograba enfocarme en uno solo.

—¿Cuál me recomiendas? —le pregunté a Johan.

—No sé mucho de música —respondió—, pero me gusta I will survive.

¿Gloria Gaynor?

Definitivamente, sus gustos se inclinaban a lo antiguo.

Mis ojos se desplazaron por todos los estantes, buscando aquel título. No tarde mucho para encontrarlo y Johan fue a pagarlo, el cajero se tenía cara larga, mal humorado, por lo que decidí esperarlo afuera.

Una vez que tuve el objeto en mis manos, me sentí como una niña consentida. Johan me consentía mucho, pago mi desayuno, me presto su cámara y aparte me regalaba algo. Se estaba volviendo difícil no estar alegre a su lado.

Saliendo del establecimiento, nos fuimos directamente al coche.

—¿Qué hora es? — pregunté, mientras lo veía frenar delante de un semáforo en rojo.

—No lo sé —me paso su celular sin apartar la vista de la carretera—, ¿Qué hora es? —copió mi pregunta.

Eleve la comisura de mis labios.

Mire el móvil, sonriendo abiertamente al instante, tenía una foto de Tom & Jerry de pantalla de bloqueo.

—Son las 10:28 —mis palabras tardaron en salir, estaba impactada, la mañana se pasó volando.

—Regresaremos a casa, seguro mi mamá se preocupe si no nos ve.

Su mención de «Mamá» despertó una alerta en mi cerebro, llevaba días sin saber nada de ella. Conociendo lo insistente que es, me desconcertaba ese hecho. Normalmente, si eso sucedía, podía considerar que algo pasaba.

Aunque, también podía considerar que ya era consiente de mi edad y no estaría tan al pendiente de mí. Sin duda, esa sería una buena noticia.

Mi vida se resumía a: Paige, escuela, mis padres, viajes.

No había nada malo en ello, sin embargo, el 70% del tiempo lo dedicaba para estar con mis padres. A veces, saber que eres mayor de edad y todavía no eres capaz de valerte por ti misma, me bajaba los ánimos.

«Los humanos nunca estamos conformes».

No confiaban en que yo me quedara sola por mucho tiempo, supongo que por eso me mandaron con los Amell, tenía que ser supervisada por algún adulto.

Mis padres querían festejar su aniversario y a su vez, cuidarme. 

A pesar de que yo lo viera innecesario, pues dudo no poder cuidarme sola, si siempre la paso encerrada en casa.

 

Aprovechando que el trayecto de regreso sería largo, me entretuve mirando mi alrededor y por supuesto, no perdí la oportunidad para fotografiar. Y claro, al ver a Johan distraído, no tarde en capturarlo a él. Ser fotogénico lo ayudaba bastante, lucia tan concentrado en su tarea que a pesar de ni siquiera poner el mínimo esfuerzo, salió bien en todas las tomas.

La envidia abundaba en estas aguas.

En la mitad del trayecto, Johan se detuvo para ir a comprar algunos bocadillos y golosinas, con la excusa de que ya no había en casa y eran sumamente necesarios para ver la televisión a gusto. Obviamente, no lo contradije, apoyaba su idea.

Por esa pausa, nos tardamos más de lo esperado en regresar.

En realidad, no lo sé, me aburrí de esperar a que volviera de la tienda y me quede profundamente dormida en el asiento de copiloto.

No tengo idea de si Johan hizo otra pausa, pudo haber tomado un viaje de ida y vuelta, se tomó un café durante media hora, no lo sé. 

De lo único que soy consiente es de «Power» sonando de mi móvil.

Con los ojos aun cerrados, agarro el aparato del buro, desconectándolo del cable agresivamente.

Entrecierro los ojos, tratando de visualizar quien está marcando, de esta manera, decidiría si contestar o colgar y volver a dormir.

Paige estaba empezando a desarrollar una costumbre por interrumpir mis descansos.

Debatí si contestar la llamada o pasarla por alto, al final cedi. Me incorporé en la cama, mi cuerpo se sentía cansado.

—¿Hola?

—¡Ada! —exclamo Paige, del otro lado—, mi amor, pensé que te moriste. En serio me asusté.

Fruncí el ceño —como si me pudiera ver—, confundida.

—¿Qué?

—Considere llamar a la ambulancia o algo así —me decía—, pero recordé que no sabía donde estabas viviendo.

—¿Por qué harías algo así?

Cada vez me dejaba más confundida. 

—¡Te he estado marcando toda la mañana! 

—Ah… —fue lo único que salió de mí por un instante, procesaba lentamente la información—, no estaba en casa.

—¿No te llevaste tu celular? —cuestiono—, ¿Sabes lo peligroso que es estar en la calle sin un medio de comunicación? —me sermoneo como si fuera mi madre—, espera, ¿Acaso estuviste toda la mañana fuera de casa?

—Si —fue mi simple respuesta.

—¿Fuiste a otra fiesta? —su voz sonó confundida—, nunca te gustaron las fiestas…

—Y sigue siendo así —me apresuré a responder—, solo estuve un tiempo afuera, es todo.

Escuche como ella suspiró.

No sabía cuál era la obsesión que tenían las personas que me rodeaban, por preocuparse por lo que haga, estaba siendo cansino.



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En el texto hay: superacion, amor, romancejuvenil

Editado: 20.09.2022

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