El teléfono móvil de Angie emitió un pitido, y al revisarlo, YouTube le avisaba que Jean Carlos acaba de subir un nuevo vídeo, «Broma pesada a mi amiga, con la música de Zenón». La chica de 13 años, colocó su teléfono contra su pecho, lo ocultó entre sus dos manos, y comenzó a brincar desaforadamente, mientras lanzaba un grito muy agudo, que Joseph llamaba «el canto de la fan loca». Según él, Angie descendía de las sirenas, y había heredado ese horrible canto, que para nada enamoraba a los hombres. Joseph tenía 15 años, y se había convertido en el mejor amigo de Angie. Ella le contaba todo, incluso lo que solo se le cuenta a una amiga. Siempre le decía que era el amigo gay que toda mujer debía tener, y él siempre se enfurecía, pues si bien era cierto que tenía algunos amaneramientos de niño mimado, no le gustaban los hombres, es más, estaba enamorado de Angie, sin que ella lo supiera. Bueno, era imposible que se diera cuenta, sólo tenía ojos para Jean Carlos.
Pese a la protesta de todos los que estaban caminando con ella, colocó el nuevo vídeo de Jean Carlos en su teléfono, y le dio Play. Después de besar repetidamente la cara de Jean Carlos en el teléfono, comenzó a dejar su comentario en el video. No pasaron más de cinco minutos, cuando el teléfono pitó, notificando que el Youtuber de 26 años había respondido su comentario. Con una velocidad superior a la de la luz, estaba leyendo la respuesta de Jean Carlos, el emoji de un corazón, junto a las palabras, «Te amo navegante.» Colocó de nuevo el teléfono contra su pecho, y miró al vacío, con ojos de enamorada, mientras se mordía su labio inferior. Joseph lo llamaba «el momento Kodak de la fan loca». Luego de un rato, salió corriendo a buscar a su mejor amigo.
Emocionada, le volvió a jurar que el Youtuber estaba enamorado de ella, por las respuestas que siempre le daba en sus vídeos, y quería conocerlo en persona, para decirle que lo amaba, y esperar que él le dijera lo mismo. Como todas las veces, Joseph giró los ojos, y trató de disuadirla de esa idea, pero se mantenía firme en sus pensamientos. En esta ocasión, hizo algo que nadie se esperaba, le exigió a su amigo que le cumpliera su deseo de navidad: Llevarla a conocer a Jean Carlos en persona.
Joseph palideció y abrió sus ojos, sorprendido por el regalo de navidad que su amiga le estaba pidiendo. Quería negarse, era algo por demás absurdo, pero la amaba demasiado como para no cumplir con su deseo, así que asintió con la cabeza, haciendo que Angie iniciara «la danza loca.» Estaba un poco preocupado, no quería que se desilusionara, si él no le correspondía esa loca obsesión.
Él era muy habilidoso en el internet, y comenzó a buscar toda la información sobre Jean Carlos. Logró hallar entrevistas de sus primeros años, publicadas en algunos periódicos de la provincia donde había crecido, la provincia de Angostura, y en una entrevista reciente, Jean Carlos informó a sus seguidores, que pasaría las dos últimas semanas de diciembre, con su familia y amigos en Puerto Mérida, uno de los puertos turísticos más importantes del país. La ciudad poseía canales de agua entre los condominios, para que los dueños pudieran atracar sus yates, como si se tratara de un automóvil. Localizó un negocio de comida que pertenecía a una de sus hermanas, que muchas veces usaba en sus vídeos. Todo estaba listo. Sólo faltaba decidir el día que saldrían en dirección de Puerto Mérida.