Un zorro para un lobo.

Capitulo 11

Una boda, una boda conmigo y su segunda hija.

A veces es más fácil tratar de hacerte fuerte que vivir arrepentido siendo débil

-ACRC-

 

El piso se sentía demasiado frio contra su piel la decima vez que fue arrojada contra el, su cara estaba ardiendo y tenía un vendaval de emociones rugiendo contra su piel, su brazo curvado sobre su espalda estaba pidiendo ayuda urgentemente, ardía. Sentía los tendones destrozados de tantas veces que había sido estirado esa mañana. Tal vez si no le hubiera insistido tanto a su amado que quería defenderse este no la hubiera puesto en tan critica situación se maldecía a si misma por querer hacerse fuerte.

 

—Párate, recomponte y vuelve a intentarlo niña—

 

El rubio frente a ella no tenía ni una gota de sudor, era bastante alto para poder contra él en igualdad de condiciones, haciendo cálculos mentales podía estimar como 1.98 en cuanto altura, no era tan musculoso como Orión era mas bien como si hubieran obligado a un flaco y ectomorfo cuerpo a adquirir musculo, mucho y tonificado musculo pero aún así luciendo esbelto. Tenía unos ojos negros tan obscuros contrarios a su pálida piel que se notaba roja en las mejillas y cuello, irritada por el sol que hacía. Había lucido una sonrisa burlona cada vez que explicaba como contrarrestar su llave y la menor volvía a caer de bruces contra el suelo bajo sus llaves.

 

Es un maldito bufón pensó Phoebe.

 

—Te dije algo muy sencillo, estoy empezando a subestimar los poderes de la luna al unirte con un guerrero tan fuerte— Milo la observaba complacido al ver que la pequeña Omega fruncía su ceño y se sacudía para volver a ponerse en posición de ataque.

 

 

 

Es una cosita tan molesta. pensaba en como carajo iba a lograr que alguien tan pequeña desarrollara algo de fuerza para no poner su maldito pellejo en peligro y ahorrarles problemas. Alguien incapaz de defenderse era una carga para él y cuando Orión le dejo el recado de entrenar a su pequeña mujer algo dentro del beta se exaspero ¿Por qué no se quedaba con las otras mujeres? Así no sería una molestia. Si su mismo Alfa no quería entrenarla el mismo esto era una causa perdida.

 

Phoebe respiro pesadamente mientras maquinaba, hasta que algo dentro de ella le grito la respuesta y arremetió con todas las fuerzas que le quedaban sobre el mayor, cuando este tomo su brazo y se posiciono firme para hacerla caer esta soltó un gemido de dolor y roso accidentalmente sus pechos contra este, aprovechando el aflojo de su agarre y su cara de desconcierto se agacho un poco y girando su cadera soltó un golpe en la boca del estomago de este y se alejo. sonriendo victoriosa.

 

Milo no se movía ¿Acaso ella acababa? ¡Mierda!

 

—Al parecer esto va ha ser mas divertido de lo que esperaba— Dio una gran zancada e ignorando lo que su instinto le decía de que era la compañera de su general, la tomo del brazo girándola y tumbándola de nuevo contra el piso , subiendo encima de esta, con su mano en su nuca presionando hacia abajo y reteniéndola con sus piernas desde los muslos, observando el obsceno trasero contra su paquete— La instrucción que te di es que me tiraras usando tu centro y mi propia fuerza a tu favor, aunque voy ha darte algo de crédito por el golpe que me hizo cosquillas. Terminamos por hoy — se levanto y salió de allí maldiciendo.

 

Phoebe permaneció unos segundos mas allí, recuperando el aire que se sentía quemaba sus pulmones al entrar. Ella podía jurar que olio algo de almizcle por unos segundos en el aire pero sacudió su cabeza quitando el pensamiento de donde fuera que viniera, no esperaba que el fuera tras ella aun cuando había podido atinarle un puto golpe. Había sido una jugada riesgosa.

 

Tenía dos días de vuelta que no veía a Orión se preguntaba si la inseguridad que sentía era justificada por que el nunca estaba, tampoco es que hallan convivido tanto pero era experto en venir, calentarla, prometerle el cielo y luego irse y eso estaba llenando de ira a la mujer.

 

¿Y si Milo tenía razón? y ella no estaba preparada para un hombre como lo era Orión, sacudió sus pantalones e ignorando el ardor de su brazo camino en dirección a la parte de adentro de la casa de la manada. Las esmeraldas que tenía por ojos se fijaban en la gran edificación de mármol, la mansión de los guerreros. No podía evitar sentirse como un pequeño cordero entre leones, entonces escucho las risas de la cocina y se detuvo junto al marco de concepto abierto que unía la cocina al que daba al patio y el comedor.

 

—Ella va ha aprender Milo, tenle paciencia— La Omega inundaba el lugar con su toque maternal, Megan adoraba a los valientes secuaces de Orión pero a veces podía ser tan brutos como su mismo jefe y eso tenía que recordárselos.—Yo no podía ni verles las caras al inicio ¿Recuerdan? Ella es mas feroz—

 

—Y te creo, se atrevió a golpearme, es una...molestia— Tal vez era el hecho que lo hacía sentir fuera de si lo que le molestaba, o que ella se veía tan entusiasmada esa mañana cuando llego y se presento como Phoebe la entusiasta pelirroja, que le apretó la mano con tanta dulzura que algo dentro de el la aborreció en el momento —Tal vez pueda aprender una vez que deje de dejarse llevar por sus tontos instintos Omega— chasqueo con la lengua, tomando una manzana.

 

Algo crujió dentro de Phoebe, era la duda a la hora de golpear, de moverse, de correr del depredador. Ella era una Omega y no podía luchar contra eso, lo había intentado. 

 

Se sentía triste por ser una... una molestia.

 

—Si esa chica se atrevió a plantarte quiero entrenarla yo también— Milo rodo los ojos en dirección contraria a la voz del morocho.




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