Una abeja en la azotea

El inicio de una amistad

Mientras esperaba, Ethan vio que el usuario de Oliver le había aceptado la solicitud. Pero no fue eso lo que más le sorprendió; fue más bien que le hubiera dado like a varias de sus fotos. Eso hizo que sintiera cierto calorcito en el pecho que, para él, no pasó desapercibido. Después de dar dos saltitos, casi pegarse el dedo chiquito del pie contra su cama y cuestionarse si le había aceptado la solicitud por lástima o por desconocimiento… realmente no le importaba. Siempre es buena opción hacer un amigo… aunque ese amigo sea el chico que tus papás ven como raro y "medio virado para el otro bando".

Bajó las pestañas del perfil de Oliver. El chico no solía publicar imágenes de su rostro, eran más bien fotos de las cosas que hacía y pintaba, sumado a eso algunas manualidades. Sin duda, su vecino era un chico muy creativo… cuando no le estaba gritando cosas en inglés con esa voz chillona. Y siguiendo el ejemplo de Oliver, le dio likes a algunas de sus fotos.

Después se tiró en la cama, mirando al techo, pensando en cómo actuar. ¿Debería escribirle? ¿Parecería intenso si lo hacía? ¿Qué le escribiría? ¿Rollo un: "Hola, ¿qué tal?"? ¿O le comentaba una foto? Oliver le había dado likes a sus fotos, pese a que él se mostró un poco reacio a hablar cuando tropezaron… eso es buena señal, ¿no?

—¿Por qué ese güero pareciera como si fuera mi hater número uno, designado por las fuerzas de papás que se odian...? Pero a su vez le dio likes a mis fotos… ¿y si me escribe?... ¿y si yo le escribo? Bah, de seguro no le agrado. Digo, él es muy... gringo, y yo parezco un tipo random con defecto de fábrica de socialización con una guitarra llena de stickers de Shrek... pero bueno, que sea lo que Diosito quiera.

Pensó mientras se daba vueltas en la cama. Pero decidió no pensarlo mucho y, en una de las fotos —una de un ramo de lavandas hechas con papel— le comentó un corazoncito. Después envió un sticker de una manita saludando a su chat. Si lo bloqueaba, sería una señal directa de que no lo quería… ¿y si le respondía?

Oliver había estado tirado en su piso. Vio el corazoncito en muchas de sus publicaciones; era una de las pocas en las que alguien había comentado algo. La mayoría de likes o comentarios eran de sus amigas: Cecilia y June. Pero no pensó en eso. Luego vio el mensaje: una manita saludando...

"¿Pareceré descortés si no le respondo?... pero papá dijo qu- ¿en serio estoy pensando que papá me va a reñir por saludar a otra persona que conozco? Eso suena estúpido..."

Así que sin más, le respondió con otro “hola”.

Suspiró, mirando ligeramente al techo, pero no duró en esa posición ni siquiera diez segundos cuando su celular vibró: Ethan le había respondido.

—¿Cómo va? ¿Todo tranqui?

Oliver sonrió un poco. Sus formas delataban su procedencia.

—Pues muy bien, la verdad… ¿cómo sigue tu pie después de lo de las acuarelas?

Ethan rodó los ojos.

—Ni me lo recuerdes, porfa, jajajaja.

—Oye, ya en serio… perdón por lo de la otra vez. Gritarte y todo eso. Sí me pasé un poco de la raya.

—Meh, no pasa nada. Es entendible que te molestaras por haber dañado tus pinturitas.

—Acuarelas.

—Es lo mismo.

—Como digas.

—Perdón también por haber llamado raritos a tu familia… la costumbre XD

—Nah, no pasa nada. La verdad, no me esperaba que me hayas comprado las acuarelas de vuelta.

Ethan sintió que estaba dando muchos rodeos, entonces decidió ser directo:

—Mira… creo que no vendría mal que nos conociéramos, ¿no? O sea, digo que básicamente no me caes tan mal… y supongo que tú no me odias a mí. ¿Qué tal si nos vemos o seguimos hablando? Lo que digo es… si quieres ser mi amigo. Ya sabes, ser amigos y tal, hablar y eso...

"Definitivamente parezco desesperado", rió Ethan para sus adentros.

Oliver lo pensó mucho... ¿qué pasaría si le decía que no? ¿Y qué implicaría si le decía que sí? Lo más lógico era que dejara ese tema hasta allí, le devolviera sus auriculares y punto. Pero... no estaría mal conocerse mejor. Básicamente ellos no tenían motivo para odiarse. Pese a lo que Oliver pensó, Ethan tenía razón. No había motivo para no intentarlo. Además, solo era hablar más seguido, y aunque no lo dijera a primeras voces… alguna vez le interesó el chico que pasaba en su patineta frente a su casa todas las tardes. Así que ¿por qué no? Pero tenía que ser cuidadoso.

—¿Qué pasaría si, hipotéticamente, te digo que sí?

—Pos… lo que quieras. Digo, creo que no es muy difícil ser amigos. Me imagino que hablar, vernos de vez en cuando alejados de nuestros papás, quizás… lo normal que hace un adolescente, supongo.

Oliver sonrió ligeramente. Aunque no le haya gustado lo último del todo, debía admitir que ese sentimiento de ligera rebeldía le causaba una sensación de extraña emoción.

—Me parece bien, supongo.

Ethan sonrió para sí mismo. Había logrado lo que para él parecía impensable. Ahora tenía un nuevo amigo… o bueno, amigos a medias. Así que, con una sonrisa, dijo:

—Entonces cuéntame más de ti.

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Lo que había empezado como un chat normal se transformó rápidamente en una conversación de todos los días durante algunas semanas. Ethan debía admitir que Oliver tenía una forma de hablar bastante correcta: usaba comas, emoticones, puntos… además de ser muy interesante. Lo veía como un chico bastante introspectivo. Era realmente un chico muy interesante y reflexivo.

¿Compartían algo? Absolutamente no.

¿Les gustaba hablar de sus cosas el uno con el otro? Definitivamente sí.

Para Oliver, Ethan resultaba ser bastante chistoso, claro… cuando no se encontraba chocando con sus acuarelas. Ethan de los Santos parecía un chico bastante agradable, sumándole además que su vida parecía exactamente igual a la de su perfil: tocaba la guitarra, le gustaba jugar en su PlayStation, tenía un perrito… Ethan parecía tener la vida que Oliver suponía desordenada y demasiado arriesgada. Pero, aunque no lo dijera a voces, anhelaba esa libertad. Y Ethan… anhelaba esa paz.




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