Resulta que estoy enamorada del mejor amigo de mi hermano; Diego. Que a la vez, es como nuestro hermano mayor, gracias al afecto y cariño que une a nuestras familias.
Sí, hermanos. Qué triste muletilla; desde que tengo más o menos 13 años, ando babeandome por él, y él por mí. ¡NADA!
Ah... Se la creyeron, ja, ja, ja.
¡Pues no!
Me trata como la típica hermana menor; tonta y mente de pollo.
Compartimos intereses, como por ejemplo, mientras él juega básquet en la cancha sin techo del liceo, yo finjo leer en mi celular y lo acoso desde las bancas que están a un lateral a la sombra del Dividivi.
Creó, que se me da bien lo de fingir. Hasta ahora nadie me ha acusado o “sugerido” que ande partida por él.
Sí, ¿qué decirles de él? Está bello como el sol que despunta en las mañanas. Es alto, tiene ese tipo de figura atlética, aunque no sea el típico deportista. Y unos ojos negros, rasgados y profundos que derriten a cualquiera.
¡Y su voz! No era una voz grave, ni aguda. Es el término medio, entre ambas tesituras.
Y lo amo.
Capítulo I
Un burro hablando de Orejas.
En la clase de Orientación, la profesora guía, nos habla de autoestima, amor propio y todo eso del Body Positiveb la verdad, no le presto mucha atención.
Me siento al fondo del salón, mientras paso las fotos que les tomé al súper hiper bello de Diego, antes de que sonara el timbre.
¡Cómo le sienta de bien, el sol de medio día!
De repente, siento la vibra del salón sobre mí y la profe guía que se acerca; finjo tomar notas en el teléfono.
Cuando la tengo frente a mí, sonrío.
- Claudia, te veo muy diligente tomando notas... ¿O me equivoco?
- Eso hago, profe -digo con naturalidad.
- Muy bien... ¿Quisieras compartir con nosotros tus reflexiones sobre el tema?
- De querer no quiero, pero si insiste...
Risas en general.
- Adelante – dice la profesora, mientras señala el Pizarrón.
Y de repente siento ese momento de pánico y temor de irme de jeta, mientras camino al pizarrón. Esta, era ya una dinámica establecida entre clases; ganaba puntos por participación, y sabía Dios que iba a necesitar esos puntos cuando discutieran mis notas de Matemáticas.
Y ahora, ¿qué iba a decir?
3 Segundos de silencio y surgió la inspiración.
- Cómo señalaba la profesora, la autoestima, es ese sentimiento de amor que debemos tener hacia nosotros mismos, pues antes de amar a alguien más, debemos amarnos como somos; con nuestros defectos y virtudes. No dejar que la imposición propagandística nos venda su ideal de belleza. Que si somos un poco gruesos o muy delgados, amar ese cuerpo. Pero, eso no quiere decir que no debamos cuidarnos, sino por amarnos, cuidarnos más y no caer en la obesidad o la anorexia. Por dar un ejemplo: Que cuando nos miremos en el espejo, estemos agradecidos con lo que tenemos.
…
Tres horas más tarde, ya en mi habitación, desvistiéndome frente al espejo, con los rayos del sol del atardecer entrando por la ventana, me miro y no veo nada que me guste. A excepción de esos ojos marrones que cuando los golpea el sol, toman ese color ámbar.
Pienso en el discurso que me lancé, en la clases y en los "3 +" que vi en la hoja de asistencia, y pienso con ironía: sí, “un burro hablando de orejas”
Capítulo II
Buenísimas noches.
Mientras ceno empanadas y refresco con mi familia, conversamos sobre lo inoportuno de tener una vaca, dos cochinos, 10 pavos y 15 gallinas en el patio. Llega Diego.
La puerta de la casa da directo a la sala-comedor. Al ver las empanadas en la mesa, dice:
- Buenísimas noches, familia.
Mi papá, mi mamá, mi hermano; Carlos, le dan una bienvenida más cálida que suele dispensarme a mí.
- Pasa, sírvete -dice mi mamá.
Y él viene, se sienta a mi lado y toma justo la empanada que yo iba a tomar.