Mi plan de conquistar a Diego, va viento en popa, ¡ja! Siempre quise usar esa referencia.
¡Sí!
¡Soy boba! Volviendo al punto de mi más reciente resolución, pues, he decidido empezar por lo externo, que es un punto importante.
Nunca he sido fanática del maquillaje, así que, esperemos no quedar como Betty La Fea, cuando quiso arreglarse para Don Armando.
Es día escolar, así que por primera vez en mi carrera estudiantil, me maquillaré.
Escogí algo suave en la cara y un delineado para los ojos, como leí en un blog: resaltar mi único atributo destacable.
Aunque he de decidir que después de aplicar ese brillo coral a mis labios, se ven de lo más bonitos.
Me recogí el cabello en una cola alta, y planché el uniforme.
Todo eso mientras suena en la radio, una canción de esas perrisímas; ojalá yo tuviera esa actitud.
Debo dejar de desmotivarme.
Afortunadamente mi papá, me llevará al Liceo hoy, así no se echará a perder el esfuerzo con el sudor.
Sí, aún no lo digo vivimos en lo “último" del pueblo, tal es la cosa, que ningún compañero de escuela ha querido venir nunca a hacer tareas en mi casa; no los culpo.
El liceo está en la primera calle, del pueblo. En una elevación de tierra, como abundan por aquí. Antaño, el terreno era un club deportivo y cultural fundado por los salesianos del centro “Don Bosco", luego fue donado, para ser el primer y único liceo de mi pueblo.
Al entrar veo a Diego y a Carlos, sentado en unas bancas mientras comen chucherías; tuvieron que estar más temprano en el liceo.
Al ver a Carlos le digo:
—Hola, cara de bola. Aquí tienes tu almuerzo – saco con rapidez su vianda, sin mirar a Diego.
—Gracias, enana, ya tenía las tripas pegadas a la espalda.
—Hola Clau… —saluda Diego, al repararme, se detiene
Y boba como soy, apunto de decir una bobada, sólo lo miro y digo:
- Gracias, aquí está la tuya -pasando su vianda.
Sus ojos se iluminan; es más muerto de hambre que yo.
- Se acordó mi mami de mí. Que rico pabellón.
- Lo preparé yo, mami lavaba.
- Gracias Claú, por eso es que te quiero tanto.
Y para mi deleite y sopor, me abraza.
Mi corazón está haciendo cosas locas.
- Uuum, hueles rico.
Mientras olisquea mi pelo.
¡Ay, me desmayo!
Ni siquiera le he devuelto el abrazo.
Parece que el plan está dando resultados.
Mientras tanto, ya Carlos se tragó su almuerzo y está destapando el de Diego.
- Chamo, no seas así. Ese es el mío. No te pases de la raya.
Diego de vuelta la atención en la comida.
Mientras, yo, sonrio como una boba.