Sí, esta es una Cadena Nacional de Radio y Televisión.
Ja, ja, ja.
Ayer Diego me preguntó si tenía novio. Mientras esperábamos que papi pasara por mí.
—No, mi Alma, no —respondí con gracia.
—¿Y por qué andas tan coqueta y arreglada últimamente? —Enfatizó, mientras me miraba de pies a cabeza.
—Este… porque sí, ¿acaso una no puede arreglarse de vez en cuando? —respondí con nervios.
—No te creo, espero que no sea un pendejo de esos que nada más están por meterte mano —entre cero los ojos para poner énfasis.
—¿Celoso? —respondí, sin pensar.
Él se quedó callado y cuando parecía iba a responder, mi papá detuvo el carro frente a nosotros.
Nos subimos ambos en el carro, porque le quedaba de camino su casa, vivía al lado de la Escuela.
—¿Y las novias? —le preguntó mi papá.
—Prosperando —le respondió Diego.
No pude evitar hacer un sonido de disgustos, mientras los dos se reían de mí.
Y desde entonces, no he dejado de pensar en su cara, después de preguntar si sentía celos.
Me da una emoción insana pensar que sí.
¿Lo estaba logrando? Que se fijara en mí. ¿Y si me buscaba un novio falso? ¿De verdad funcionaban esos métodos de serie gringas?
¡Ah…!
Grito de emoción, contra mi almohada.
…
Al llegar al liceo, toda la emoción se va.
Diego está allí, con su novia. La sapa tetona, que de paso usa mechas, que por cierto no le quedan bien. Alguien debía decírselo.
Uug.
Finjo no verlos.
En el receso, me como el postre que había preparado para Diego, ni de suerte se lo doy para que se lo coma, la estúpida esa.
En serio, ¿por qué de entre todas, Diego debe andar con ella? ¿Es qué sólo le importan las curvas?
Si es así, ni todo el autocuidado hará la diferencia, literalmente soy una tabla.
Pero, de verdad, si es así ¿vale la pena el esfuerzo de que se fije en mí?
Mi mamá siempre me dice, no sé si por consuelo; que si alguien me ama, debe ser por mi forma de ser.
Pero el mundo no funciona así. El mundo es vano, superficial, superfluo.
Pero Diego no es así... ¿o sí?
Sí, yo y mis contradicciones.