Diego termino con la sapa tetona. Y me enteré de la forma menos esperada.
Resulta que estaba yo, en las gradas de la cancha comunitaria, esperando que llegara la profesora de Educación y física y deportes, cuando gradas más arriba hay unas compañeras de Diego y Carlos hablando.
Brillando más bien, le estaban echando lengua pareja a reimundo y todo el mundo.
—Y supiste que el papasito de Diego está solo otra vez —comento una.
—No! Contame… aunque igual, yo lo aprovecho con compañía también. Soltó una risotada.
Alborotada, pensé y la primera en hablar manifestó mis pensamientos.
Me reí, para mis adentros.
Y aquellas dos muchos más.
—Sí, dejó a la novia que tenía en el pueblo. La chama anda y que se corta las venas.
—Por uno como él, cualquiera.
Ambas suspiran.
Y continua con el brollo.
¿Qué hace de Diego tan especial? Es verdad que está más bueno que un mango verde con sal. Pero, es que también la clase de persona que es, ayuda a todos, es amable, educado, inteligente. Y de las novias que ha tenido todas hablan maravillas de él, pero, porque se terminan sus relaciones, nunca he sabido realmente. Es como un misterio.
Sí y justo mientras pienso en todo esto. Me dan un balonazo en la frente.
Cuando recobro la conciencia parece que está todo el liceo tratando de reanimarme.
Terriblemente debo decir.
- Hay poco oxígeno aquí – digo, tratando de incorporarme.
Y ahí entre el tumulto, aparece Diego, a “salvarme”.
- Quitense, déjenla respirar – Dice todo serio.
Y milagrosamente se apartan.
Mientras me pongo precariamente de pie. Y Diego me sostiene del brazo.
- Sabes Clau tenías que darle al balón con los pies, no con la cabeza.
- Ja, ja -digo con sarcasmo. Mientras me suelto de él.
Me palpo la frente, tremendo chichote que se me hizo.
Mierda
Trastrabille.
- No seas terca, déjame y te llevo, te acompaño hasta tu casa.
Vuelvo a agarrarme del brazo, está vez me aprieta de nuevo contra él.
Y mis hormonas adolescentes vuelven a la vida.
- Gracias, eres muy lindo.
Sonrio y lo miro con ojos soñadores.
- Ah Clau, ahora sí te dieron duro.
Pero, me sonríe de vuelta.
Que sonrisa más bonita tiene.