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¡O sea!, saber que a uno no lo quieren, es una cosa, que te lo digan en la cara, ya es otra muy diferente.
Tres semanas han pasado, desde que Diego, me dijo "no", un no, que me ha dolido hasta el alma.
Un no, que ha estrellado en mi cara, todos mis temores, defectos, y auto-desprecio. El por qué las personas como yo, no dan el primer paso nunca, es por esto. Porque en el fondo sabemos que va a terminar mal.
El malestar subyacente ha sido tan evidente que Diego, hasta ha dejado de venir a casa.
Nadie de la familia, dice nada. O porque lo saben o no les importa. Sea cual sea la razón, está bien. No necesito a nadie más, escarbando en mi sufrimiento.
Sí, tengo 16, quizás parezca poco para saber de la vida, pero lo que sé, es que el dolor es real.
En el Liceo, procuro evitarlo a toda costa. Podría seguir empeñadas en hacer que se fije en mí, pero es una tontería lo sé, el amor no se puede forzar u obligar; o es o no es.