Flores amarillas
Han llegado las primeras lluvias y con ellas, mis amadas flores amarillas.
La cerros rojos, son más rojos y las ramas secas de los curarires, se han llenado de vida.
Espero esto todos los años, y bendigo infinitamente a mi padre, por el empeño en hacer de nuestro patio un bosque.
Y no sólo nuestro patio. Todos los cerros alrededor, la sabana, los pies de la serranía se tornan de amarillo.
Alrededor de La Laguna.
Diego ha venido esta tarde y ha querido dar un paseo. Mi madre insiste en que lo acompañe.
- Ma'... ¿Por qué no va Carlos o mejor tú con él?- digo queriendo escurrir el bulto.
- Porque a Carlos le duele la cabeza y las viejas no estamos para andar en bicicleta.
Lloriqueo falsamente.
- Ve, y te preparo unas empanadas.
Sonrío como la Muerta de Hambre que soy.
Las empanadas de mi madre, siempre valen la pena; hasta una humillación.
Diego se ríe.
Y así, salimos ambos en bicicleta.