Diego se fue hace unos días. No nos hicimos novios, pero sí más cercanos. Mucho más cercanos. Además me convenció de ir a hablar con la Psicóloga estudiantil. Me dijo tantas cosas lindas, que pensaba sobre mí. Y aunque fue "realista", para nada cruel. De hecho que lo cruel y de menosprecio siempre estuvo en mi mente y no en la de él. Fue un poco como quitar la venda de los ojos.
Aunque lo extraño muchísimo, mi mente y mi corazón están muchos más calmos.
¡Cómo solemos ignorar el bien que hablar le hace a nuestra salud! Y ni decir de las sesiones y orientaciones de la psicóloga. La salud mental es tan menospreciada y dejada de último, cuando debería ser lo más importante, porque de nuestros pensamientos se desprende cómo vivimos la vida.
Ojalá, lo hubiera hecho mucho antes.
No sólo soy una persona altamente sensible (PAS), también tengo un tipo de trastorno dismórfico corporal, que me hace autopercibirme de una forma distorsionada. No es culpa mía, ni de alguien de mi entorno, no es por un trauma, sólo mi mente se formo así. Sí, evidentemente los estándares de belleza latina, no ayudan, pero al menos he podido entender qué es lo que me pasa y comenzar a trabajar con el autodesprecio.
Combatiéndolo con autocuidado. Con una buena alimentación, con ejercicios, con afirmaciones positivas sobre mí. Parece mucho para una adolescente, pero quiero ser, quiero vivir una mejor vida, y habrá días malos, donde querré mandar todo a la mierda. Pero, esta es mi decisión, mi camino ninja. Mi luz y mi meta.
Amarme.