Capítulo 10: La Verdadera Vulnerabilidad y el poder de un abrazo.
El aire en la habitación del hospital era fresco, casi impersonal, pero Juliette no podía apartar los ojos de Ethan, que descansaba en la cama. La preocupación había sido un nudo en su estómago, pero ahora, al verlo allí, respirando tranquilo, todo parecía un poco más liviano.
Después de unas horas, Ethan finalmente despertó. El parpadeo lento de sus ojos reveló que su mente estaba saliendo de la niebla, pero aún se sentía algo desorientado. Juliette, que lo había estado observando en silencio, contuvo la respiración por un instante. Había temido lo peor mientras él dormía, pero ahora, al verlo despertar, un peso se levantó de sus hombros. Fue un alivio tan abrumador que no pudo evitar inclinarse hacia él, acercándose con una rapidez inesperada.
Sin pensarlo, sin preguntarse si era apropiado o si él lo deseaba, Juliette lo abrazó. Fue un abrazo breve pero intenso, como si toda la tensión acumulada en su cuerpo durante las horas previas se desvaneciera en ese gesto. No era solo un abrazo de consuelo; era una descarga emocional que había estado esperando hacer, un impulso de protección que surgió sin previo aviso.
Ethan, aún aturdido por el sueño y el mal rato que había pasado, quedó congelado por un momento, sorprendido por la cercanía. Aunque sus brazos se tensaron inicialmente, pronto se dio cuenta de que no era un gesto de manipulación, sino uno de alivio genuino. Nadie se había preocupado por él de esa manera, nadie lo había abrazado sin expectativas ni segundas intenciones.
Juliette, al darse cuenta de la tensión en su cuerpo, se apartó rápidamente, como si se avergonzara de su propio impulso. Sin embargo, la suavidad de la situación no se desvaneció. Solo por un segundo, había dejado ver su vulnerabilidad, su miedo, y algo en ella había cambiado.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz un tanto vacilante pero cálida.
Ethan, aún asimilando la cercanía y el gesto, se acomodó en la almohada y parpadeó un par de veces, buscando despejarse.
—Supongo que no me morí, si ese era tu plan nuevamente has fracasado—respondió con una leve sonrisa, como para restarle dramatismo a la situación.
Juliette no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, pero el alivio aún la embargaba, aunque intentó mantener la calma.
Juliette no pudo evitar sonreír ligeramente, aunque se sentía un poco tensa. Siempre parecía que él quería desdramatizar todo, incluso lo que realmente importaba.
En ese instante, Ethan decidió que su humor negro debía entrar en juego, como siempre lo hacía en sus momentos incómodos.
—No me sorprende. Ya veo por qué te quitaron la custodia de tu hija —dijo con una sonrisa burlona, lanzando la broma cargada de sarcasmo—. Eres una mujer peligrosa, Juliette.
El comentario le cayó como un balde de agua fría. Juliette sintió una punzada en el pecho, y el nudo de su garganta casi la ahoga. Por un momento, se quedó en silencio, mirando a Ethan con una mezcla de incredulidad y dolor.
Él se dio cuenta de inmediato de que su broma había cruzado un límite, pero no dijo nada. Estaba acostumbrado a las reacciones frías y despectivas, a las caras que no mostraban mucho, a la indiferencia que los demás siempre le demostraban. Sin embargo, en Juliette notó algo distinto. Algo que hizo que la situación se volviera mucho más real.
Ella lo miró fijamente a los ojos, pero esta vez no había desafío, no había juego. Solo una seriedad profunda que parecía arrastrarlo todo consigo.
—No me quitaron a mi hija por eso —respondió, y su voz sonó más baja de lo que había esperado. Era como si todo lo que había callado durante años ahora estuviera saliendo con fuerza. Ethan, al principio, no entendió bien, pero sus ojos reflejaban una inquietud sincera. Estaba acostumbrado a que la gente lo odiara, pero ver el dolor en los ojos de Juliette, de esa manera tan abierta, lo hizo sentirse incómodo de un modo que no conocía.
—¿Sabes por qué me la quitaron? —continuó, sin esperar respuesta—. Fue porque me acusaron de violencia doméstica. Y porque, cuando mi hija necesitaba un hogar estable, yo estaba trabajando para mantenernos. Mi ex marido… mi ex marido estaba demasiado ocupado destruyéndose a sí mismo para ver lo que pasaba en nuestra casa. Cuando me enteré de que me estaba engañando, traté de confrontarlo, pero la situación se salió de control. Me denunciaron por violencia, y lo perdí todo, Ethan. No me quitaron a mi hija por ser peligrosa. Me la quitaron por no ser la madre perfecta que ellos esperaban.
Ethan guardó silencio. Nunca había oído nada como eso. Aunque sabía que Juliette no tenía una vida fácil, las piezas que había intentado juntar ahora parecían encajar de una forma más humana, más dolorosa. El sarcasmo, las bromas y todo su muro de protección se desmoronaban ante él, dejando ver la verdad que él mismo nunca había entendido. No era solo una mujer calculadora y fría. Era una persona rota, una persona que había perdido mucho, mucho más de lo que él había imaginado.
Por primera vez en su vida, Ethan sintió el peso de las palabras ajenas, y más aún, sintió que había hecho algo mal. Él, que siempre había sido el centro de las bromas y los comentarios, comprendió, por un breve momento, la profundidad del dolor que ella cargaba.
Y entonces, sin quererlo, sin saber cómo, dijo lo que nunca había dicho a nadie, lo que nunca había sentido necesidad de decir, pero que en ese momento parecía necesario. La disculpa que nadie le había dado, y que a él le había costado comprender.
—Lo siento —dijo, y aunque lo dijo en voz baja, las palabras tenían el peso de una disculpa genuina. Era la primera vez que se sentía realmente avergonzado de algo que había dicho. Y, en algún rincón de su corazón, sentía que debía ser diferente, que debía mostrar algo más que su arrogancia y su ego.
Juliette lo miró sin palabras. Sabía que era una disculpa que no cambiaba nada, pero, al mismo tiempo, era un paso. Y en ese momento, eso era lo único que necesitaba. Un pequeño paso hacia la comprensión.
#274 en Novela romántica
#122 en Chick lit
matrimonio obligado por conveniencia, matrimonio celos romance, matrimonio forzado y romance tóxico
Editado: 11.04.2025