Capítulo 11: Descontrol y Caos
El aire estaba cargado de electricidad cuando Ethan se presentó ante Liam como el novio de Juliette. La habitación, que momentos antes había estado en silencio tenso, ahora palpitaba con una energía frenética, como si todo estuviera a punto de estallar.
Liam, que había estado acechando como una sombra, se quedó paralizado por un segundo, los ojos fijos en Ethan con una mezcla de incredulidad y furia apenas contenida. Juliette, al lado de Ethan, sintió cómo la situación se volvía aún más peligrosa. No había sido un movimiento que ella hubiera planeado, pero estaba claro que ya no había vuelta atrás.
—¿Novio? ¿De verdad? —La voz de Liam era baja, cargada de veneno, mientras sus ojos se deslizaban de Ethan a Juliette, como si estuviera intentando desentrañar una mentira. Maddie, ajena a la gravedad del momento, jugueteaba con una muñeca en el sofá, pero la tensión era palpable, incluso para ella.
Ethan, sin inmutarse, se cruzó de brazos y dio un paso más, mirando a Liam con una calma desconcertante.
—Sí, Liam, novio. —Su tono era firme, pero controlado, casi desafiante. —Y, si te soy sincero, estoy muy cansado de escuchar tus insinuaciones sobre Juliette. Este es su hogar, y no voy a dejar que lo arruines.
Liam se tensó, su mandíbula apretada, pero en lugar de hacer una escena, algo en los ojos de Ethan lo hizo detenerse. La mirada de Ethan no era de miedo ni de rabia. Era segura, casi calculadora, como si supiera exactamente cómo manejar la situación.
—Te voy a pedir que te vayas, Liam. —dijo Ethan, su voz más baja, pero sin perder la autoridad. —Maddie está aquí, y no quiero que vea cómo te comportas. Esto no es el lugar para tus problemas. ¿Lo entiendes?
Liam, aún furioso, parecía debatirse entre explotar o marcharse. Juliette, con el corazón en un puño, esperó que la situación no se descontrolara. Sabía que Liam no era un hombre fácil de manejar, pero el control y la serenidad de Ethan la sorprendían.
Finalmente, Liam bufó, pero la mirada firme de Ethan lo hizo pensar mejor. Soltó un suspiro, uno cargado de frustración, y dio un paso atrás.
—Esto no se queda así, Juliette. —dijo, casi entre dientes, antes de dirigirse hacia la puerta. Pero cuando Maddie lo miró, como si esperara algo de él, algo en su actitud cambió. Liam, por un segundo, dejó de ser el ex-marido acorralado y volvió a ser el hombre herido, aunque no por ello menos peligroso.
—Nos vemos, Liam. —fue todo lo que Ethan dijo, mientras él y Juliette observaban cómo el ex-marido de ella abandonaba el apartamento.
Cuando la puerta se cerró detrás de él, Juliette dejó escapar un suspiro de alivio, pero la sensación de haber evitado un desastre no duró mucho. Maddie, aún sin comprender completamente la gravedad de la situación, dio un pequeño salto y exclamó:
—¡Papá se fue! ¿Ahora qué vamos a hacer?
Juliette forzó una sonrisa, mirando a su hija, intentando recuperar el control.
—Maddie, cariño, ¿por qué no vas a ver tu nueva habitación? —dijo, con voz suave, tratando de evitar que la niña notara la tensión en el aire.
Maddie, encantada con la idea, salió corriendo a explorar su nuevo espacio. Juliette suspiró, aliviada por la distracción, pero al mismo tiempo, la rabia contenida que había estado guardando durante todo el encuentro con Liam ahora la invadió. Ethan había tomado el control de la situación, y, aunque agradecida, eso la inquietaba de formas que no sabía cómo manejar.
—¿Qué demonios fue eso, Ethan? —preguntó, volviéndose hacia él, su voz más áspera de lo que había esperado. —Te presentas como mi novio frente a Liam sin previo aviso y luego me dejas lidiar con todo esto. ¿Qué estabas pensando?
Ethan, aún manteniendo su postura relajada, la miró con una sonrisa apenas visible en los labios. Como si la situación fuera tan natural como respirar, se encogió de hombros.
—Pensé que después de ese abrazo que me diste ayer, ya éramos amigos. Y que tal vez me extrañabas un poco —dijo, su tono cargado de sarcasmo, como si estuviera disfrutando el desconcierto de Juliette.
La respuesta de Ethan la tomó por sorpresa, y por un momento, Juliette no supo si reír o seguir enfadada. El sarcasmo de Ethan solo la hacía sentirse más confundida, y la tensión en su pecho no disminuía. Estaba agradecida de que hubiera manejado la situación con Liam, pero al mismo tiempo, algo en su actitud la hacía sentirse incómoda.
—No es el momento para bromas, Ethan —respondió, tratando de controlar su respiración. —Lo que pasó ahí no tiene nada de gracioso. Lo que Liam necesita es un límite claro, no que lo provoques más. ¿Qué pensaste que lograrías? ¿Meterme aún más en una situación incómoda?
Ethan la observó durante un segundo, sus ojos fijos en ella, como si estuviera valorando sus palabras. Luego, suspiró, dejando caer la fachada de "chico genial" y volviendo a ser un poco más serio.
—Lo hice porque sé que Liam no va a irse hasta que vea que alguien más le planta cara. Y si no fuera yo, hubiese sido otro. La diferencia es que yo estoy aquí para quedarme, Juliette, y protegerte a ti y a Maddie de tipos como él.
Juliette, aunque aún molesta, no pudo evitar sentir una ligera sensación de gratitud. Ethan estaba en su esquina, aunque su estilo de hacerlo no era el más convencional.
—Bueno, ya lo lograste. Liam se fue, y Maddie no vio nada —dijo, intentando suavizar su tono. —Pero ¿ahora qué?
Ethan se recostó en el sofá, sin darle mucha importancia a la pregunta, como si no hubiera algo urgente que resolver.
—Ahora, creo que lo único que nos queda es ver cómo se resuelve todo esto sin que explote. —dijo con una sonrisa, algo más relajada. —Y, si te soy sincero, creo que ya te vas acostumbrando a tenerme aquí. ¿Tu plan y el de Aysel no era destruirme? pues te estoy dando un empujoncito.
Juliette se quedó inmóvil, mirando a Ethan con una mezcla de desesperación. El aire en la habitación se volvía más denso con cada segundo que pasaba, y ella no podía entender cómo las cosas se habían torcido tan rápido. La situación, que al principio parecía bajo control, ahora estaba fuera de sus manos.
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Editado: 11.04.2025