Una Amante para mi esposo

28

Capitulo 28: Rencillas y secretos

Ethan suspiró, desviando la mirada por primera vez. Su expresión, normalmente indescifrable, se torció en algo que Aysel no supo interpretar del todo. No era solo enojo, ni solo tristeza. Era algo más profundo, algo atrapado en su interior.
—Así que ya no significa nada —murmuró, casi para sí mismo.
Aysel no respondió. No había nada más que decir.
Ethan se pasó una mano por el rostro, como si intentara borrar la tensión que se había instalado en él. Cuando volvió a mirarla, sus ojos ya no eran solo observadores. Había algo en ellos… molestia, frustración.
—No pensé que te lo quitarías —admitió finalmente.
Aysel frunció el ceño.
—¿Por qué te importa?
Ethan apretó la mandíbula. No contestó de inmediato. Parecía estar eligiendo sus palabras con cuidado, como si cada una fuera un riesgo calculado.
—Porque pensé que todavía teníamos algo —dijo al final, su voz más baja, más cruda.
"¿Qué demonios me pasa?"
La pregunta le golpeó la cabeza en cuanto las palabras salieron de su boca. No tenía sentido. Él ya había tomado una decisión, ¿no? Juliette era la mujer perfecta para él: dulce, paciente, alguien con quien podía imaginarse un futuro sin gritos ni juegos mentales. Alguien que no lo retaba a cada instante, que no lo hacía sentir que tenía que estar a la defensiva.
Entonces, ¿por qué carajo no podía dejar ir a Aysel?
¿Por qué le importaba tanto que se quitara el anillo?
¿Por qué, incluso ahora, cuando todo se caía a pedazos, no podía verla alejarse sin sentir que algo se le rompía dentro?
Aysel lo miró con incredulidad, como si la simple idea le resultara absurda.
—¿Algo? —repitió con burla amarga.
Ethan esbozó una sonrisa igual de amarga.
—Sí, algo. Aunque tal vez fui un idiota por pensarlo.
Ella desvió la mirada hacia su mano desnuda. La ausencia del anillo pesaba, pero Ethan no sabía si era liberador para ella o una nueva forma de carga.
Se inclinó un poco hacia ella, su expresión todavía descompuesta, atrapada en esa maraña de emociones que no solía mostrar.
—Dime la verdad, Aysel. ¿Lo hiciste por ti… o para darme un mensaje?
Ella sintió su pulso acelerarse, pero no dudó.
—¿Cómo puedes pensar que tenemos algo? —soltó de golpe, con una risa mordaz—. Si esta misma mañana me dijiste que querías irte con Juliette. Que te tenía preso. Que me odiabas.
Ethan parpadeó, sorprendido por la dureza en su voz, pero Aysel no le dio tiempo de hablar.
—¿Qué diablos te pasa, Ethan? Sé que no soy la esposa perfecta, ni siquiera la sombra de lo que significa ser una. He sido mala, calculadora y fría. Pero tú… tú no sabes lo que quieres.
Ethan sintió el golpe de sus palabras más fuerte de lo que quiso admitir.
No lo sabes.
Juliette se lo había dicho antes, con una tristeza resignada en sus ojos. Y ahora Aysel se lo repetía como una condena.
No lo sabes.
La verdad le carcomía la mente. Porque sabía que Aysel tenía razón. Sabía que no podía dejarla. Y odiaba eso más de lo que la odiaba a ella.
—Deberías revisarte —continuó Aysel, su voz firme, implacable—. No por mí, sino por tu futuro. ¿Quieres a Juliette o no?
Ethan pasó la lengua por sus dientes, tomando un respiro pesado.
—No es tan simple —murmuró.
Aysel dejó escapar una risa seca y negó con la cabeza.
—Siempre lo haces complicado.
Ethan la observó en silencio, con el ceño fruncido, pero sin una respuesta inmediata. Porque, por primera vez, Aysel tenía razón.
Cuando bajaron del auto, Aysel caminó con pasos apresurados, como si necesitara poner distancia. Ethan, en cambio, se tomó su tiempo.
Al entrar en la casa, fueron recibidos por un grupo de empleados. Uno de ellos, con guantes gruesos y expresión seria, levantó una caja de vidrio reforzado. Dentro, cuatro serpientes se enredaban unas con otras, moviéndose con lentitud calculada.
—Las encontramos dentro de la casa, señora —informó con profesionalismo—. Son serpientes de coral, altamente venenosas. Si la muerden y no recibe atención inmediata, la parálisis y el fallo respiratorio son casi inevitables.
Ethan sintió cómo Aysel se tensaba a su lado. Pero no fue solo eso. Su respiración se cortó por un segundo. Sus dedos se cerraron en puños tan fuertes que los nudillos se le pusieron blancos. Su expresión, que siempre era afilada y desafiante, se quebró en una fracción de segundo.
Ethan la vio dar un paso atrás. Apenas un movimiento, sutil, pero que lo dijo todo.
Miedo.
Él nunca había visto miedo real en el rostro de Aysel. Ni siquiera cuando peleaban, cuando se gritaban cosas que harían temblar a cualquiera. Pero ahora… ahora había algo en su mirada que lo inquietó.
—Genial —murmuró ella con sarcasmo, abrazándose a sí misma—. Lo que me faltaba. Como si ya no tuviera suficiente mierda encima, ahora un puto demente me persigue.
Nadie dijo nada.
Ethan la miró de reojo y notó cómo su pecho subía y bajaba más rápido de lo normal. No era solo incomodidad. No era solo el shock.
Era otra cosa.
—Aysel —la llamó en voz baja.
Ella no respondió.
Su mirada estaba fija en las serpientes, pero no como si quisiera matarlas, sino como si reviviera algo.
Un recuerdo.
Ethan dio un paso hacia ella.
—Aysel.
Ella alzó la mirada bruscamente, como si su voz la hubiera traído de vuelta. Se aclaró la garganta y se pasó una mano por el cabello, apartando su expresión como si nada hubiera pasado.
—Si supiera… me haría un favor —murmuró, casi para sí misma.
Pero Ethan lo entendió.
Había algo más detrás de su reacción. Algo enterrado. Y eso lo inquietó más de lo que quiso admitir.
—¿Están seguros de que no hay más? —preguntó él, sin apartar los ojos de Aysel.
—Completamente seguros, señor —aseguró uno de los empleados.
Aysel soltó un suspiro y asintió con la cabeza.
—Perfecto. Gracias. Ethan les pagará, yo no tengo dinero.
Ethan, sin pensarlo, sacó la billetera y les entregó un fajo de billetes. Pero cuando se giró hacia ella, su mente aún estaba atrapada en lo que había visto.
— Eres una de las mujeres mas millonarias del país y dices que ¿No tienes dinero? —preguntó con incredulidad.
Aysel parpadeó. Entonces, lo recordó. Su cartera, cayendo al vacío en el puente. Todo lo que tenía estaba ahí: su licencia, su identificación, sus tarjetas.
Inspiró profundamente y respondió con voz neutral, sin molestarse en explicar.
—Perdí mi cartera, si tanto te hace llorar haber pagado una cuenta. Te lo devolveré Ferguson, ya tranquilízate. Yo que tú me bebería algo, te ves muy tenso...
Ethan la observó en silencio, su reacción era extraña. Confuso ¿perdió su cartera?
*********************************************************************
El sol entraba por la ventana, iluminando la sala con una calidez que contrastaba con el nudo en su pecho. Maddie dormía en el sofá, su pequeño rostro relajado, ajena a la tormenta que giraba a su alrededor. Juliette la observó por un momento, permitiéndose un respiro en medio del caos.
Liam había muerto anoche.
La noticia aún no terminaba de asentarse en su mente. Sabía que pasaría. Sabía que el final era inevitable. Pero ahora que había sucedido, se sentía atrapada en un limbo extraño.
No quería ir al funeral.
No quería ver a su familia, ni sentir sus miradas de odio clavadas en ella, ni escuchar sus susurros llenos de desprecio. No quería hacer pasar a Maddie por eso. La niña se había despedido de su padre en paz, creyendo en la historia que él mismo le contó: que se iba de viaje a las estrellas.
Juliette no quería arrebatarle esa imagen.
Pero… ¿era egoísta por ello?
Suspiró y tomó el teléfono. Había pocas personas en su vida a las que podía acudir con esta pregunta. En realidad, solo había una.
**Mensaje a Aysel:**
*"Sé que no somos amigas, pero sé que sabes lo que es sentirse sola y sobre las cuerdas. Liam, el padre de Maddie, falleció anoche. Tengo un dilema moral. No quiero ir al funeral. Su familia no me quiere, ni yo a ellos. No quiero pasar por eso. Aunado a que tampoco quiero que Maddie sufra el dolor de la pérdida. Ayer se ha despedido de su padre y él le ha dicho que se iría a un viaje a las estrellas. Quiero que se quede con esa imagen de él hasta que tenga la edad suficiente para entenderlo... ¿Opinas que estoy siendo egoísta?"*
No pasaron ni dos minutos antes de que Aysel respondiera.
**Mensaje de Aysel:**
*"Joder, cuánto lo siento. Por eso estabas tan distante... Claro que puedes escribirme. Sé que últimamente las cosas han estado tensas entre nosotras, pero yo siento que pese a todo, eres alguien importante para mí."*
Juliette sintió un pequeño alivio al leer eso. Pero antes de que pudiera procesarlo del todo, otro mensaje llegó.
*"En cuanto a la pregunta del funeral, yo creo que ya lo has decidido. Y sabes bien lo que te voy a decir: al diablo la moralidad, no vayas a esa mierda. Dices que la familia de él te odia y te culpa. Te harán pasar un mal rato y también a Maddie. Está muy bien ser egoístas cuando la situación lo amerita, y esta situación lo amerita."*
Juliette dejó escapar una risa leve y sacudió la cabeza. Solo Aysel respondería algo así.
**Mensaje a Aysel:**
*"Gracias. Y lamento cómo te traté ayer en la empresa de Wolfe. Me acababa de enterar y se me juntó toda la mierda."*
**Mensaje de Aysel:**
*"Ayer fue un día muy mierda, ni te imaginas..."*
Juliette se quedó viendo el mensaje por un momento.
**Mensaje a Aysel:**
*"¿Todo bien en la empresa?"*
**Mensaje de Aysel:**
*"La empresa es un caos, pero mi vida está peor que nunca. Creo que estoy enloqueciendo..."*
Juliette frunció el ceño. Algo en esas palabras le hizo ruido.
**Mensaje a Aysel:**
*"¿Quieres venir a casa y hablamos un rato?"*
La respuesta de Aysel tardó un poco más en llegar.
*"¿De verdad?"*
Juliette sonrió con un deje de cansancio.
**Mensaje a Aysel:**
*"Maddie siempre pregunta por ti. Además, no quiero estar sola."*
Esta vez, la respuesta de Aysel llegó en segundos.
*"Voy para allá."*
Juliette suspiro, mientras pensaba "mi vida es un constante circulo vicioso, me encantan las relaciones toxicas"
******************************************************************
Ethan entró a la empresa con paso firme, los ecos de la conversación con Aysel aún resonando en su cabeza. Su mente estaba atascada en la pregunta que le había dejado: ¿por qué no podía dejarla ir? Sabía que tenía que centrarse, que debía concentrarse en lo que realmente importaba, pero algo en su interior lo mantenía atrapado.
Demer lo esperaba en su oficina, mirando la pantalla de su computadora con aire impaciente. Al ver a Ethan entrar, levantó la vista con una expresión severa.
—¿Dónde está Aysel? —preguntó con brusquedad, sin un saludo.
Ethan dejó caer su maletín sobre la mesa y se apoyó en la silla, mirando al hombre con frialdad. —¿Discutieron ayer otra vez?
Demer soltó un resoplido, apartando la vista. —¿Discutir? —repitió con amargura—. Aysel hace todo mal, Ethan. No sirve para nada. No entiende nada.
Ethan frunció el ceño, apretando los puños para contener su ira. —Difiero de eso. Me parece que es tan buena como tú jugando.
Demer lo miró con una sonrisa burlista que se dibujó lentamente en su rostro. —El amor te ciega, ¿eh? Te has vuelto tonto.
Ethan no se dejó intimidar. —Tú sabes que el amor no es la naturaleza de nuestra relación, pero hay que ser objetivos. Me gustaría que me dijeras si ella juega mal, ¿qué significa esto?
Ethan sacó su teléfono móvil y deslizó la pantalla hacia Demer, mostrándole las fotos de la grabación de las serpientes en la casa. El rostro de Demer palideció al verlas, sus ojos se agrandaron al reconocer las serpientes.
—¿Qué es eso? —preguntó, su voz ahora tensa y fría.
—Alguien interesado en sacar a Aysel del juego —respondió Ethan, mirando fijamente a Demer—. Son serpientes coral, cuatro en total. Estaban en nuestra casa.
Demer apretó los labios, la furia visible en su rostro. —Maldita sea... Envíame eso de inmediato.
Ethan levantó una ceja. —Quiero respuestas.
Demer lo miró con desdén, su tono se endureció. —No te metas en esto, Ethan. No tiene nada que ver contigo. Tu trabajo es manejar mi empresa. Eres mi genio financiero no quiero arriegarte. Esto de aquí —señaló las fotos con irritación— son rencillas de familia.
Ethan lo miró con desafío, su voz baja y firme. —Pero Aysel es mi esposa legalmente.¿Eso no nos hace familia?
Demer lo observó con una mirada cargada de sarcasmo, como si estuviera viendo una broma de mal gusto. —Ve a jugar con la amante que Aysel te contrató. No te metas en esto. Al final, tienes razón en algo: Aysel no es tan tonta como parece. Aun le funcionan algunas neuronas.
El ambiente se tensó aún más, y Ethan se quedó mirando a Demer con una mezcla de irritación y desconcierto. Sabía que algo más grande estaba en juego, algo que no era tan simple como las rivalidades familiares o las disputas internas de la empresa. Algo que parecia una venganza. Pero, por ahora, Demer no parecía dispuesto a compartir lo que sabía.
Demer, con una sonrisa torcida, le dio la espalda y regresó a su escritorio, dejando a Ethan con las respuestas que aún no tenía y un creciente sentido de que estaba metido en algo mucho más peligroso de lo que pensaba.
Ethan dejó que las palabras de Demer resonaran en su cabeza mientras caminaba por el pasillo, sintiendo cómo la incomodidad se apoderaba de él. La frase de Demer sobre "recillas de familia" lo había dejado inquieto. ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué estaba ocurriendo en la familia Karadagli que él no sabía?
Con el ceño fruncido, entró en su oficina con un rápido paso, decidido a encontrar respuestas. Cerró la puerta tras de sí y se acercó a su escritorio. Sabía que lo que acababa de escuchar de Demer no era algo que podría dejarse pasar por alto. La mención de las serpientes coral, las imágenes que había visto, y el hecho de que Aysel estaba involucrada, lo atormentaban. Algo no encajaba.
Encendió su computadora y comenzó a teclear con rapidez, buscando cualquier información sobre la familia Karadagli, sobre las "recillas" que Demer había mencionado, sobre cualquier indicio de lo que realmente estaba sucediendo. Mientras se sumergía en la búsqueda, su mente se llenaba de preguntas. La familia de Aysel era extremadamente reservada, siempre mantenían sus asuntos privados. Pero había algo más, algo que se sentía fuera de lugar.
Pasaron los minutos, luego una hora. Ethan se sentó allí, buscando en sitios de noticias, archivos internos y foros privados, pero todo parecía limpio. La familia Karadagli tenía una reputación impecable. No había ni un solo escándalo reciente, ningún indicio de disputas familiares o luchas internas. Las conexiones estaban demasiado bien controladas. Cada página que abría parecía más vacía que la anterior. Nada, absolutamente nada que explicara lo que Demer había mencionado.
Se detuvo, exhausto, cuando un artículo le llamó la atención. No era de un sitio de noticias común, sino un informe policial de hace tres años. El titular era intrigante, y su corazón dio un vuelco al leerlo:
Trágico Accidente: Muerte de Emir Karadagli, Prometedor Líder Empresarial
"Nueva York, 12 de marzo de 2021 – En un giro devastador para la familia Karadagli, Emir Karadagli, el hijo mayor de Demer Karadagli, uno de los magnates más influyentes del sector financiero, falleció en un trágico accidente de tráfico el 11 de marzo, mientras viajaba hacia un evento importante para la familia.
Emir, de 28 años, era el sucesor natural en la presidencia de Karadagli Enterprises, la poderosa firma financiera que su padre había dirigido por más de tres décadas. Estaba a punto de asumir oficialmente el cargo de CEO al día siguiente, pero el destino tuvo otros planes.
Según el informe de la policía local, Emir estaba en camino a recoger a su hermana menor, Aysel Karadagli, para asistir a una fiesta cuando perdió el control de su vehículo en una curva peligrosa. El accidente ocurrió a altas horas de la noche, y Emir fue declarado muerto en el lugar. Las autoridades aún investigan las circunstancias exactas, pero la hipótesis inicial apunta a un fallo de frenos, aunque no se descartan otros factores.
Aysel Karadagli, quien era conocida por su actitud reservada y su distancia con los medios, no ha comentado públicamente sobre la tragedia. En ocasiones anteriores, se había referido a su hermano con cariño, aunque nunca había hablado en detalle sobre su relación o la magnitud de su papel en la empresa familiar.
Emir Karadagli era considerado uno de los futuros líderes más prometedores de la industria financiera. Su muerte repentina ha dejado un vacío en la firma, y ahora, el mundo de los negocios se pregunta quién tomará el timón de Karadagli Enterprises en este difícil momento para la familia."

El artículo dejaba claro que Emir Karadagli había muerto justo un día antes de asumir la presidencia de la empresa familiar. Pero lo que más le sorprendió a Ethan fue que nunca había escuchado hablar de este accidente con tanto detalle. Sabía que Aysel tenía un hermano que había fallecido, pero nunca había sabido si era mayor o menor que ella, y mucho menos cómo había muerto. La mención de que se dirigía a buscar a Aysel para una fiesta y que el accidente ocurrió en el mismo día en que Emir debía asumir el cargo era demasiado sospechosa.
Ethan se levantó de su silla, la mandíbula tensa. Nunca había visto la familia Karadagli tan cerrada sobre este tema. Nadie había hablado sobre Emir de una manera tan directa. Aysel nunca mencionó a su hermano con esa claridad, y cuando lo hizo, la conversación se volvía un caos.
Su corazón latió más rápido, y no pudo evitar pensar en lo que Demer había dicho sobre "recillas de familia". Todo en este artículo le decía que algo no había sido un accidente. Algo se escondía detrás de esa tragedia, algo que probablemente había sido cuidadosamente enterrado.
“Eso no fue un accidente... a ese chico lo mataron.”
Las palabras se repitieron en su mente. ¿Quién podría haberlo hecho? ¿Y por qué? Ethan apretó los puños, mirando el artículo con creciente desesperación. Si las cosas realmente eran como pensaba, esta historia era solo el comienzo. Tenía que saber más, pero primero, necesitaba respuestas




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.