Una amistad que se supera

Una pequeña ayuda (Capitulo I)

Arreglaba mi cabello antes de salir de los baños. Hoy, otra vez, llegué temprano y me encerré para evitar el aglomerado de alumnos. 
—Qué asco— me dije a mí misma mientras miraba mi reflejo en el espejo. 
—Yo prefiero que me dejen antes de que me engañen— charlaba Danielle con su grupo de amigas mientras entraban a los baños. Las miré cabizbaja. —¿Qué miras?—. 
—Nada— me apresuré a meterme a uno de los cubículos. 
No quería problemas desde temprano. Siguieron hablando entre ellas, y susurrando horribles cosas de mí y de mi apariencia de vez en cuando. 
Pasaba el tiempo y aún seguían allí, yo quería salir para ir al salón; pero no tenía el valor para verlas y soportarlas. 
—¡Hey!— una de ellas golpeó la puerta de mi cubículo, logrando que se me pusiera la piel de gallina por un momento —¿Piensas quedarte ahí todo el día? ¿O qué? ¿Tapaste el inodoro?— se reían de mí, como siempre. 
Suspiré rendida. A pesar de que me había puesto mi mejor ropa, nadie lo notó, y como siempre, Ethan ni siquiera se percató de mi existencia. 
—¡Ya sal, asquerosa emo!— gritó una a carcajadas. 
—¿Quieres que te saquemos a las patadas?— esa era la voz de Danielle. 
—No, lo que ella quiere es que Ethan la mire— contestó otra chica del grupo. 
Las risas cesaron y luego de un segundo, Danielle comenzó a patear la puerta, amenazándome: 
—¡Te dije que dejarás de buscar a mi novio! ¿Crees que él te verá en algún momento? ¡Asquerosa rata! ¿Por qué mejor no te mueres?—. 
—¡Danielle! ¡Eso no es divertido!— le reprochó una voz desconocida para mí. 
—No te metas, Val. No estoy haciendo chistes. Obviamente no es divertido que esa perra si quiera tenga fantasías con mi chico, el sólo pensarlo me da ganas de vomitar—. 
—¿La consideras una amenaza?— cuestionó la misma chica de antes. 
—¿En serio? ¿A esa cosa? Obvio que no—. 
—¿Entonces por qué le adviertes?, si sabes que es imposible que Ethan la mire, ¿A qué le temes?—. 
Dan chasqueó su lengua —Emma sabe que estamos jugando, esta es nuestra rutina de siempre—. 
Sí, claro, "jugando". Rutina mis ovarios, esa chica tiene algo contra mí y no sé porque.

No escuché nada más, sólo pasos alejándose y luego la puerta del baño cerrarse. 
Abrí lentamente mi puerta, miré de a poco, había una chica de cabellos castaño lavándose la cara. Salí en silencio a lavar mis manos, y, por mera curiosidad, ví su rostro; agradezco a Dios por haberme hecho sentir curiosa. Ví que tenía como una mancha de pintura por toda la cara; me asusté, creí que era un golpe. 
—¿Qué te pasó?— interrogué, preocupada. 
La chica me miró y luego sonrió —Nada, sólo es un poco de Rimmel corrido— prosiguió con su lavado. Yo sólo dejé de verla y lavé mis manos. —¿Eres Emma?—. 
—¿Eh?... Ah, sí— me sorprendió que me siguiera hablando. Me miró de arriba a abajo, luego tomó unas toallitas de papel que había en el lavabo. 
—Danielle está loca, no sabe de lo que habla, es realmente tóxica con su novio, me hizo lo mismo cuando la conocí— reía secando sus ojos, mirándome fijamente. Realmente no sabía que decir, jamás hablaba con alguien más de lo necesario, mucho menos una amiga de la chica que odio. —Bueno, supongo que te veré en el salón...bye—. 
Estaba shockeada. La veía salir mientras me formulaba un millón de preguntas en mi cabeza: 
¿Quién es? 
¿Es nueva? 
¿Por qué me habló? 
¿En serio está con Danielle? 
¿Quién me defendió hace un momento? 
¿Qué acaba de pasar? 
... 
¿Qué hora es? 
¡La hora! ¡Estúpida, estás llegando tarde!

Salí con las manos mojadas, subí hasta el cuarto piso, entré al salón 5B y la mayoría ya estaba allí. Voltearon a verme un segundo y luego siguieron con lo suyo. 
Suspiré aliviada, odio ser el centro de atención. 
Miré a Ethan de reojo, otra vez se veía encantador, con su copete color negro y su chaqueta de cuero color vino tinto, sus jeans algo rajados, su iPhone y sobretodo sus perfectos ojos azules. No sé, pero siempre me han encantado los ojos así, son tan...llamativos. 
Sentí como mi corazón se aceleraba, caminé esbelta mientras pasaba al lado de su asiento, tratando de contener mi respiración y evitando voltear mi cabeza a ese lado del salón. 
Llegué a mi asiento, el tercer lugar en la última fila contra la ventana, sacaba mis cosas, mirando disimuladamente a Ethan, cuando de la nada... 
—Mira esas manos húmedas— me señaló Danielle hablando con Micaela, su mejor "amiga". Nadie más le hizo caso —Hey, Emma, la masturbación se hace en casa, no en los baños de la escuela, ¿No te aguantabas más, virgen?—. 
Todos se callaron y me observaron fijamente, tenía millones de ojos sobre mí, estaba tan nerviosa, incluso el chico que me gustaba me miraba feo. Quería morir ahí mismo, me faltaba la respiración, solo veía todas esas iris juzgándome, empezaba a ver todo negro, y sentía mis ojos a punto de llorar. 
—Ella se había lavado las manos, pero yo me acabé todo el papel, eso fue lo que pasó. Deja de armar historias, Dan— atacó Valentina. —Perdón, Emma— me sonrió dulcemente.

¿Qué? 
Otra vez está siendo amable conmigo. 
¿Por qué?

Todos siguieron en lo suyo, también Ethan; pero noté que Danielle le lanzó una mirada asesina a mi salvadora, yo sólo la miré y le devolví la sonrisa antes de que el profesor de Humanidades llegara.

Este día había empezado del asco (aclaro que estamos a mitad de año), e iba a seguir igual; pero al menos sé que una buena persona llegó a este salón. Aunque no me quería acostumbrar a ese sentimiento que produce confort, esa sensación de tener a alguien que te apoye y te defienda. Después de todo, soy terrible hablando, así qué dudo que pueda pasar algo. 
No tengo vida social, pero no es tan malo. Al menos no tengo que estar manteniendo una relación aunque a veces esté de mal humor.




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