Una amistad que se supera

j'en ai marre de toi (Capítulo II)

Bullying, recesos y clases. Esa era mi rutina desde las 7:30 AM hasta las 15 hs de la tarde. 
Solía comer sola en una de las esquinas del patio para que nadie me molestara, y para no molestar a nadie. 
Y luego, esperaba en la puerta de la escuela. Mientras mis compañeros iban a tomar el bus solos, yo me quedaba esperando a que mi papá viniera a recogerme en su auto, un Fiat 1500.
Era algo vergonzoso para mi edad, pero eso dejaba más tranquilos a mis padres, así que nunca me quejaba; ni siquiera cuando notaba las burlas y risas de parte de Danielle junto a su novio y amigas.

Hoy era exactamente igual, solo qué, esta vez, Valentina tuvo la gentileza de saludarme antes de partir a su casa. Ella era linda, pero demasiado confiada, no me gustan las personas extrovertidas como ella.

...
 

Una vez en casa, miraba los escritos que tenía en mi computadora. Millones de historias románticas hechas por mí, pero la mayoría estaban incompletas.
Eran un simple reflejo de lo que mi alma anhelaba tener.
Leía mi favorita, la del típico chico rudo que se fijaba en la nerd rara, luego había un baile y ella se transformaba en algo hermoso, entonces el chico se enamoraba de ella y juntos quemaban viva a la maldita perra de su ex, Danielle.
Okey, mis historias quizás son un poco fantasiosas, pero soñar no cuesta nada.
Apagué todo y suspiré triste.
—¿M'aimeras-tu jamais?— solía hablar algo de francés cuando quería que nadie entendiera lo que decía.
¿Me amarás alguna vez? Por supuesto que no, sólo pasa en las películas.

...

La cena con mi madre, padre y mis tres hermanos mayores fue algo ruidosa, pero en el buen sentido. Hablábamos fuerte y reíamos de las cosas absurdas de lo que pasó en el día del otro. 
—¿Y Emma? ¿Qué hiciste hoy?— preguntó Lorenzo, el mayor de todos.
—No lo sé, creo que robé un banco. ¿Tú que crees? Obviamente estuve en la escuela todo el día. Y, estuvo bien, creo...— no quería sonar amargada, es sólo que ese tono de voz siempre sale cuando me preguntan eso.
—¿Sola otra vez?— interrogó papá.
—Sí—.
No recuerdo como prosiguió la cena después de eso, creo que mamá me dió un discurso motivacional que durmió a todos; pero es que ella no entiende, por más que intentara ser buena, mis compañeros son los que me tratan así...yo no tengo que cambiar, ellos sí.
Creo que dormí tarde esa noche, me quedé jugando a algo en el móvil. 

...

—Bueno, los voy a asignar en grupos para que todo sea justo y todos trabajen— decía la profesora de historia.
—Ok, pero no me ponga con Stewart— se quejó David.
—Sí, por favor, no sea mala, profe— continuó Ricardo.
—¡Silencio! Es por sorteo los grupos, así que toca toca, la suerte es loca— decía mientras revolvía ovillos de papel en una lata de duraznos.
Todos iban formando sus equipos de a dos a medida que la profesora los nombraba. 
Yo rogaba porque, esta vez, cupido se pusiera de mi lado y me tocara con Ethan. Crucé los dedos tan fuerte que me quedaron rojos.
Y entonces:
—Emma Stewart...—tragué saliva, si no era con él iba a pasar toda la exposición muy mal —Y... Valentina Ivanov— ¿Qué? ¡No!...bueno al menos era alguien amable, espero que también sea trabajadora —les toca la segunda guerra mundial chicas, espero que hayan prestado atención—.
Suspiré maldiciendo mi suerte, aunque sabía que era imposible que algo así pasara.
No pude prestarle atención a la clase, estaba imaginando cómo sería una hora de estudio con Ethan, quizás el tomaría mi mano y luego querría besarme...oh, tal vez incluso intente sobrepasarse.
¿Qué estaba pensando? 
¡Bajate de las nubes! ¡Pervertida!
Este es el mundo real donde el verdadero amor no existe y en donde te tienes que concentrar para aprobar o sino terminarás mal.
¡Deja de pensar estupideces!
 

—Emma—.
—¡¿Ah?!— ya había sonado el timbre para el receso, la mayoría ya se había ido del salón, incluyendo a Danielle, gracias a dios. Valentina estaba tocando mi hombro, ella me "despertó". —¿Qué? ¿Qué necesitas?— sonreí amablemente. 
—Tu número, vamos a ser compañeras de equipo. Revisé en el grupo de la escuela, pero tu número no está ahí— ella era de tez blanca y olía a lirios. 
—Sí, e-es que nunca me agregan a nada— Valen me miró confundida.
—¿Y por qué no les dices?— preguntó, sentándose a mi lado.
La miré extrañada. Respeta mi espacio por favor, además ese día no usé perfume, que vergüenza. No olía a nada y eso me puso incómoda.
—¿Por qué les diría? Ellos son los que no quieren hablarme— la castaña miró hacía otro lado, sabía que trataba de evitar mi momento de depresión. —(le dicté mi número)—.
—¿Qué?— me vió nuevamente a los ojos. 
—Ese era mi número de teléfono—.
—Ah, sí. ¿Podrías repetirlo por favor?— su sonrisa dulce era encantadora, sus ojos color avellana, sin duda es totalmente el tipo de chica que todo chico quiere.
 


 

Me invitó a pasar los recesos con ella, aún no entendía porque desperdiciaba su tiempo conmigo. Hablaba hasta por los codos, me contaba de su vida, sus gustos, su familia, sus amoríos... todo lo que yo hacía era comentar alguna que otra cosa. 
Realmente odiaba a las personas como ella, es decir, ¿Por qué me dices todo esto? ¿En algún momento te pregunté? 
—j'en ai marre de toi— (estoy harta de ti) pronuncié en voz alta. Valentina dejó de hablar y su sonrisa desapareció.
—Désolé emma— (perdón, Emma) me respondió.
 


 




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