Una amistad que se supera

Un trabajo y un acuerdo (Capítulo IV)

Me voy a saltear la descripción de lo que pasó después. Sólo digamos que Val se negó a decirme el contenido de ese mensaje, y por mucho que lo intenté, ella no habló. 
En resumen, hoy era viernes, y al venir mi papá a buscarme, Valentina le pidió si yo podía ir a su casa para hacer el trabajo; mi papá aceptó con una gran sonrisa, estaba tan entusiasmado de que yo estuviera con alguien. ¡Pero yo no quiero!
¡Apenas conozco a esta chica, papá! ¿¡Cómo sabes que no es una asesina?! Tenía ganas de gritarle, sin embargo, se veía tan feliz que acepté ir sin acotar nada en contra.
—Vivo a siete calles, espero que estés bien para caminar— me decía la castaña mientras me llevaba de la mano. Me percaté de eso e inmediatamente frené para que me soltara. —¿Qué pasa?—.
—No me gusta que me toquen— susurré mientras volvía a caminar, dejándola atrás, confundida, supongo.
—¿Qué? No te escuché— corrió para ponerse a la par mía.
—Que me molesta que me toquen— le dije sin mirarla.
—Perdón, pero es que...molestarte se siente bien— ella rió —Quiero decir, reaccionas muy adorable—.
—Eso no es para nada lindo, eres igual que Danielle— Val paró de reír, y se detuvo. Yo sólo seguí caminando. 
—Aquí doblamos— me dijo seria una vez que yo crucé ya la calle.
—Podrías haberme dicho antes, ¿No?— enfurecida, volví a cruzar.
—Podría...pero no quise—.

...

Podría decirse que no charlamos mucho, fue más bien un molesto viaje, con sus "burlas" y sus múltiples preguntas sobre mi vida, y yo sólo decía: "no te voy a decir nada."
Finamente llegamos a su casa, era muy linda, paredes color crema por fuera, con un pequeño jardín delantero; era un lugar estrecho, pero tenía gran variedad de flores hermosas, incluso tenían una pequeña fuente con un querubín en ella.
Su puerta de entrada tenía una ventana desplegable de vidrio en un costado. 
Al abrir, un olor a lirios invadió mis fosas nasales. 
Había una mesa en vertical apenas entramos, a su derecha había una habitación y un mueble. Frente a la mesa, a un par de metros, había un pasillo el cual dejaba ver qué llevaba al baño y a un cuarto. 
—Tu casa huele a ti— me salió decirle, al mismo tiempo que observaba todas las cosas que había en un estante cercano.
—¿Cómo sería eso?— interrogó desde una habitación que quedaba cruzando una cortina de cuentas.
—A lirios, es muy rico— me quedé frente a una silla, esperando a que ella me dijera dónde ir. 
—Gracias— dijo dejando una jarra con jugo en la mesa y trayendo dos vasos del mueble. —Tomá, por favor— Obedecí, pero no porque me lo haya dicho, sino porque caminar bajo el sol no me hace bien porqué... —¡Estás roja! ¿Estás bien? ¿Querés ir al baño?—. 
Justamente por eso.
—Estoy bien, es normal en mí cuando hay mucho sol—.
—Avisa y la próxima te pongo protector solar— me parece que volvió a la cocina.
—Exagerada—.

...

Sacó unas salchichas y las recalentó en el microondas, luego las puso con pan y las llevamos a su habitación. Era chiquita, pero hermosa, con cierto toque alegre.
Sus paredes eran amarillas, con una gran ventana que daba a la casa de al lado, el resto es lo mismo de siempre, una cama, una mesita de luz, un clóset, un espejo de cuerpo entero y una mesita-tocador; y sobre está varios cosméticos y perfumes.
Nos sentamos en su cama, dejamos el plato de salchichas sobre la mesita de noche y, al menos yo, me dispuse a sacar todo lo que necesitábamos para armar una exposición decente. Sin embargo, Valentina parecía estar muy entretenida escribiéndose con alguien. Eso me irritó aún más de ella, sobretodo porque yo ya tenía todo preparado para comenzar. 
—¿Debería empezar sin ti?— traté de sonar paciente.
—¿Qué? Ah, sí, empezá tranquila, yo ahora te ayudo—.
Estaba muy enojada. Creo que estuve como veinte minutos haciendo todo yo sola, hasta que finalmente la reina se digno a dejar su teléfono.
—Perdón, perdón, ya me pongo al corriente...es que estaba hablando con Ethan— noté su sonrisa cuando se acercó a mí —sobre ti—.
—¿Estaban burlándose?— pregunté sin mucho interés.
—¡No!, ¡No! Al contrario le estaba diciendo lo linda, inteligente y trabajadora que eres—.
—¿Y él qué dijo?— fingí indiferencia.
—Qué le daba igual—.
Lo sabía desde siempre, pero aún así duele.
Creo que no pude evitar hacer una mueca de tristeza —Está bien. ¿Puede ser que ahora sí me ayudes?— supongo que mi tono de molestía fue muy obvio.
—Pero él estaba de acuerdo conmigo, me dijo que también le parecías linda—.
—Ok— indiferente por fuera, fuegos artificiales por dentro. 

...

La que más trabajó fui yo, pero Val contribuyó en algo, supongo, ella pagó el afiche e imprimió las imágenes. Era momento de poner la información en el papel gigante. Estaba concentrada escribiendo, acostada sobre la lámina en el suelo.
—¿Puedo decirte algo?— no respondí—Te lo diré igual. Estuve pensando...y creo que tienes mucha belleza para resaltar, creo que te verías más linda con algo de maquillaje— me hablaba, viéndome desde su cama.
—No gracias— sólo voy a ignorar las estupideces de está chica.
—Yo podría hacerlo, y llegar temprano a la escuela, y hacertelo en los baños. ¿Qué tal, eh? Creo que serías una belleza difícil de evitar ver—.
—Me vería ridícula, además, ¿por qué te importa tanto como me vea?— paré de escribir y enfrenté nuestras miradas.
—Porque creo que te verías muy linda, y así finalmente lograrías lo que siempre quisiste— su voz sonaba apagada.
—¿Qué cosa?—.
—Que Ethan te mire—.

No sé cómo lo hace, pero ella siempre me deja sin palabras. 
Si existiese la mínima posibilidad de que él me viera.
—Eso es muy amable, supongo...pero ¿Por qué te metes en mi vida? ¿Por qué insistes en...que nos relacionemos?—.
—No lo sé—.
Chasqueé la lengua e hice una leve risa nerviosa. 
—Terminemos el proyecto, por favor— le dije ya cansada de aguantar su personalidad. Sabía desde un principio que ella no me agradaría. 
—Está bien— cuando se levanta de la cama, le llega un mensaje que le hace poner una horrible cara de preocupación. —Perdón, Emma, pero ¿Podrás irte a tu casa ahora?—.
—¿Qué? ¿Por qué? Y no, no puedo, mi papá tiene que venir a buscarme para estar más tranquilo, y no viene hasta las siete de la tarde—.
—Mierda, bueno, entonces, necesito que te escondas— Val me agarró del brazo y me llevó a otro cuarto. —Esta es de mi hermana, no toques nada y por favor, ni un sólo ruido. Ahora traigo tus cosas—. 
—¿Por qué? ¿Qué pasa?— me estaba comenzando a asustar. 
—Viene Dan—. 
Ella trajo todo nuestro trabajo y mis cosas a dónde yo me encontraba y me volvió a repetir lo mismo "ni un sólo ruido". 
Lo único que oí claro fue cuando Val recibió a alguien en la entrada, y podía reconocer esa voz en cualquier lado. Era Danielle. 
Me asusté mucho el pensar que me haría si me viera, pero algo más vino a mi mente.
¿Por qué me escondió? 
¿Por qué Danielle está acá? 
¿Qué es lo que van a hacer?
No pasó demasiado, a lo sumo siete minutos y Valentina ya estaba caminando para liberarme.
—¿Qué pasó?— cuestioné.
—Por favor, no preguntes— mi compañera se notaba desanimada y preocupada.
—Ok— realmente no me importaba, pero tenía mucha curiosidad. 
En cuanto entré a su habitación era claro que ahí había pasado algo; la ropa de Val estaba tirada por el suelo. 
—Por favor, perdona el desastre, Danielle venía a buscar algo que estaba en mi armario, así que tuve que tirar la ropa— aclaró mientras ordenaba. 
—Ok— me quedé parada a un metro de la cama y noté que había polvo blanco cerca de la puerta del clóset. —¿Qué es eso?—.
—¿Qué?—.
—Eso— me acerqué para señalarle. La miré esperando respuesta, pero todo lo que me dió fue un pálido rostro y un casi desmayo.
La llevé a su cama antes de que cayera, le traje un vaso de agua (y fue difícil sin saber dónde estaban bien las cosas en la casa) y le agité mi cuaderno para que soplara aire en su cara. 
Luego de que recuperara el color, logré calmarme y por consiguiente me dió mucho calor. 
—Si...si te cuento...¿Prometes no decirle a nadie?— sus ojos estaban vidriosos, me tomó de la muñeca y apretaba fuerte. Era obvio que algo la atormentaba.
No quería saber de sus dramas, no me interesaba su vida, sólo quería terminar el afiche y regresar a casa para oír música.
Pero...por alguna razón le dije que sí.
Lo que me dijo es muy detallado y largo, en resumen:
Danielle la tiene amenazada con que le dirá a su papá que ya no es Virgen, y que dejó de serlo por un hombre de treinta años, así que para no decir nada, Dan oculta la droga que tiene en casa de Val. (De dónde sacó la droga, ni siquiera Valen lo sabía.)
Un poco loco, pero fue mucho más shockeante en persona.
—Wow— es todo lo que pude decir.
—¿Prometes que no le dirás a nadie?—.
—Si no lo hago, ¿Qué gano a cambio?— no me podía creer que estaba diciendo eso, por lo general soy indiferente en cuanto a la vida de otros, pero en esta situación... .
—¿Qué quieres?— la chica se oía aún más preocupada.
Lo pensé por varios minutos, hasta que finalmente hablé —Es tu problema el descubrir cómo lo harás, pero quiero que logres que Ethan se interese en mí—.
—Eso es fácil, eres linda, sólo necesitas arreglarte y te verá hermosa—.
—Oh, pero no quiero que solo me vea—.
—¿Cómo?—.
—Quiero llamar su atención tanto, que logre gustarle y hacer que me quiera invitar a salir—. 
—¿Cómo se supone que haga eso? Esos ya son sus sentimientos—.
—Bueno, es eso o llamo a tu papá y a la policía, tú eliges— me volví el diablo por un segundo, pensaba en decir que todo era una broma al final.
—Está bien— pero la seriedad en su voz me hizo no querer dar vuelta atrás.
—Alors avons-nous un accord ?— pregunté, estirando mi mano derecha.
—Tenemos un acuerdo, señorita Emma— confirmó Valen estrechando su mano contra la mía.
—Ahora, deberíamos terminar el— era muy tarde, mi papá estaba tocando bocina afuera —supongo que tendré que volver otro día—. 
—Te espero con gusto— ella me sonreía.
 




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