Una amistad que se supera

Compañera acosadora (Capítulo V)

Toda la noche no podía pensar en otra cosa que no fuéramos yo y Ethan. La promesa que Valentina me hizo me estaba sacando el sueño. Así que me quedé en wetok, viendo videos hasta las 3 A.M, por suerte ya era sábado, así que no tenía que preocuparme por la escuela.
Ethan y yo...se hará realidad mi fantasía finalmente.

...

—¡Emma!— me gritaba Emanuel, uno de mis hermanos desde fuera de mi cuarto. 
Ignoren el hecho de que soy la réplica femenina del hermano más menor, incluso tengo el mismo nombre pero en femenino. Mis padres estaban cansados de elegir nombres cuando yo llegué al mundo, supongo. 
—¿Qué?— pregunté aún dormida.
—Todos ya se fueron a trabajar, y yo también ya me voy. Te quedas sola, ¿Ok?—.
—¡Ok!— miré el reloj, ¡Las 06:40 A.M! Estaba muerta de sueño.
—¡Cuídate!— lo escuché gritarme desde la puerta.
Tendría que haber ido a desayunar y ponerme a hacer unos trabajos de la escuela. Pero, al diablo con eso, era sábado y además era súper temprano, la tarea puede esperar.

 

El sonido de una llamada entrante me despertó a las 11 de la mañana. Era un número desconocido.
 

***

—"Hola"— contesté con voz de dormida.
¿Emma?— era una voz masculina. 
—"¿Sí?"— asumí que era un vendedor de servicios.
Soy Ethan, ¿Podrías hacerme un favor?¡¿Ethan?! ¿Estoy soñando? ¿Q-q-qué? Se me cerebro trabó, digo, ¡Se me trabó el cerebro!
Era tanta mi sorpresa que simplemente quedé sin palabras. —¿Emma?—.
—"Sí, ¿Qué necesitas?"— traté de sonar lo más indiferente posible. 
¿Tenés información acerca de lo de historia? Perdón que te moleste, pero no encuentro nada en internet— sonaba como los angeles. Su voz me hacía temblar las piernas. 
—"No hay problema. Está todo ahí en realidad, pero puedo pasarte la información que tengo"— estaba por morir. Me levanté tan rápido a buscar mis cosas que me dió calambre. —"¡Ay!"— le grité al teléfono. 
¿Estás bien?— él me estaba preguntando por mi bienestar. Definitivamente morí. 
—"Sí, sí, sólo me agarró un calambre. Me levanté muy rápido"— me reí de una forma nerviosa. ¿Quién le dice eso a un "desconocido"? Trágame tierra.
—¿Recién te levantas?—.
—"Sí"— le sonreí al aparato. Ethan rió del otro lado. Me asusté, ¿Se estaba burlando? 
Estamos igual, jaja— no supe que decir, me quedé en blanco escuchando esa coincidencia entre nosotros, embelesada en su risa. —Bueno, cuando tengas la info le sacas foto y me la mandás, ¿Ok?—.
"Sí, sí, tranquilo, cuando la encuentre entre todo mi desastre —dije entre leves risas —te la mando"—.
Ok, muchas gracias—.
—No, de nada— apenas colgué la llamada, pegué un salto hasta el techo. Estaba tan feliz. Esto era algo imposible sólo en mis historias, creo... creo que esto podría hacerce realidad.
En medio de mi festejo recibí otra llamada. Era Valentina.
Ugh, que manera de arruinar un momento feliz.
—"Hola"— atendí de mala gana.
Buenos días, Romea, ¿Qué tal las cosas con Ethan?—.
—"¿Por qué preguntas?"— no entendía nada.
¿Por qué crees que Ethan te llamó?— juro que pude sentir su sonrisa del otro lado.
—"¿Fue obra tuya?"—.
Es lo que pediste, ¿No?—.
—"Qué rápida"—.
Gracias—.
—"Entonces, ¿Realmente no necesita la información?"— justo cuando me estaba ilusionando. Todo esto es falso.
Claro que sí. Me llamó a mí, pero recordé que la información la tenías vos, así que dije "ajá, que buena oportunidad" y le dije que te llamara. ¿De qué hablaron? ¿Estás feliz ahora?—.
—"Estoy bien, pero no sé, no sé si ya quiero hacerlo"—.
¿De qué estás hablando? Oye, envíame la dirección de tu casa—.
—"¿Para qué?"—.
—para tenerla...por favor—.
—"¿Ok?"—.
Resumiendo: después de terminar la llamada me fui a bañar y para cuando ya eran las doce del mediodía decidí hacerme algo de comer; opté por hervir arroz con queso.
Terminaba de revolver el arroz en la olla, cuando de la nada golpearon las manos frente a mi casa.
Espié por la ventana, divisando una muy arreglada Valentina Ivanov.
No puede ser.
¡Qué acosadora!
No estaba vestida muy bien como para recibirla. Le grité desde la ventana que esperara un momento. Me cambié a un jean, una camiseta de mangas cortas de color rosa y unas zapatillas. Finalmente me peiné lo mejor que pude con una coleta. Y recién ahí, le abrí.
—¿Qué estás haciendo acá?— cuestioné abriendo el portón.
—Un buenos días primero, ¿No?—.
—Buenas—.
Ella pasó como si conociera mi casa de toda la vida. 
Qué irrespetuosa.
Noté que traía una mochila muy cargada.
—Mmm...eso huele muy bien, ¿Qué estás cocinando?—.
—¡Mierda, el arroz!— llegué a apagarlo antes de que se hiciera puré.
—¿Llego en un mal momento? ¿Dónde están tus papás?—.
Suspiré agotada de su energía.
—Estoy por comer, ¿Quieres un poco?— por educación no me atreví a echarla.
—No, gracias, ya comí en casa—.
—Ok—.
Me serví e insistí en que al menos tomara un poco de agua. Era realmente incómodo comer con alguien mirándote. Es más, en un punto me atoré con la comida. Y la misma generadora de mi incomodidad me salvó la vida.
Ya van dos veces que me salva.
—¿Está rico?— interrogó la chica.
—Sí, aunque le falta sal— contesté indiferente.
—¿Puedo probar?— me sonreía como idiota.
¿Ahora sí quieres? Maldita perra.
—Está bien, espera que traigo otra cuchara— me levanté arrastrando los pies. 
—No te preocupes — ella me agarró de la muñeca, frenándome —puedo comer de la tuya, si no te importa—.
—Cómo sea— me senté, tomé un poco con la cuchara y se lo acerqué a la boca. 
Ella abrió despacio, acercándose a mí. Por alguna razón me eché hacia atrás cuando lo hizo.
Puso su mano sobre la mía, supongo que para evitar que la comida se cayera, ya que de la nada comencé a temblar. Y finalmente dió el bocado. 
Retiró sus labios lentamente del utensilio. Sus labios pintados de rojo eran interesantes.
—¡Está muy rico!— me sonreía como idiota.
—Qué bueno— sonreí apenas, en una emoción de alegría sincera.
Tal vez esto no es tan malo. Tiene hoyuelos al sonreír. Es realmente muy linda la perra.

 




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