Una amistad que se supera

Mensajes y helados (capítulo VI)

El domingo tuvimos una reunión en la casa de mi abuela. (Que vive cerca de mi escuela.) 
Tuve que levantarme temprano y viajar durante dos horas. 
Llegamos eso de las once de la mañana. 
En total éramos mis 5 tíos, 7 primos, mis abuelos (maternos y paternos), mis padres, mis tres hermanos, Mitsuo, los dos perros de la casa y yo. Contando conmigo éramos 21 personas, y dos perros. 
Comimos unas de las mejores pastas que había en el planeta, o al menos, pará mí, eran las mejores.  
Posteé cada cosa que me gustaba en mi estado de Instagram; el almuerzo, el patio, los perros, mi familia. 
Aclaro que solo me seguía mi familia, así que no me importó subir cada foto. 
Más tarde, cuando estábamos haciendo la sobremesa, esperando por los helados, me llega una notificación, la ignoré creyendo que era YouTube, o mi tía dando “me gusta”, o Valentina molestándome. Lo admito, esa chica en serio me molesta. Pero al pasar el tiempo, sonaba cada vez más. Justo estaba hablando con uno de mis primos, a lo que me comentó: 
—Uuuy, ¿Quién te habla tanto?— decía Joaquín en su tono burlón. 
—Y yo que sé, además no te importa— me levanté de la silla para poder ver en “privado” la razón de tantas notificaciones. —¡Ah!— se me escapó un gritó de felicidad. 
—¿Qué pasa?— preguntó mi mamá. 
—Nada, nada. V-voy al baño.
Caminé lo más tranquila que podía, pero mi corazón estaba a mil por hora, ¡¿Cómo podía calmarme?! 
Una vez en el baño, revisé todo bien.  
Ethan estaba contestando mis historias de Instagram, y Valentina también; pero ella no importa. 
Estaba nerviosa de abrir el chat con él. No sabía qué decirle. Mis manos temblaban. Finalmente apreté la notificación y entré. 

Ethan_J (Instagram) 
(Contestó a tu historia) 
«Jaja  
Qué lindos! —comentaba sobre los perros—. 
Wow se ve riquísimo —se refería al plato de fideos—. 

La estás pasando bien? 
Dónde estás? »

Me sorprendió bastante que me comentara, pero más me sorprendió que me estuviera siguiendo y que además quiso iniciar una conversación conmigo. 
¿Qué debía decir? 
Pregúntale a Valen.
Ok. 
Le escribí a Valentina, agradeciendo por su comentario sobre mi estado, y preguntándole qué debería responder. 
Primero ella envió un “jajaja” seguido de un “sólo habla como si hablaras conmigo o con tus hermanos”. 
Respiré profundamente…y respondí:. 


«Hola 
Jaja 
Gracias 
Estoy en la casa de mi abuela, es una reunión familiar.»
 


Esperé, pensando en cómo seguir esta maravillosa conversación con el amor de mi vida.  



«¿Y tú?»



Tardó más de tres minutos en responder, por lo que tuve que salir del baño para no levantar sospecha alguna, ya que soy de esas pocas personas que no se quedan más de lo necesario en él. 
Esperé, y a medida que pasaban los minutos, más iba decayendo mi esperanza de tener algo con Ethan. 
Le comenté eso a Valentina, y me dijo que me tranquilizara que ya me iba a responder. “Sólo dale tiempo, no esperes una comunicación muy fluida. Sé que llevan tiempo en la escuela, pero esta es la primera vez hablando, ten algo de paciencia. Además es un chico, sabes que son lentos jajaj”, eso fue lo que dijo ella. 
Pasado el minuto, Ethan respondió: 

«Bien por ti 
Yo estoy tratando de terminar lo de historia 
Se me hace realmente difícil 😥»


¡Incluso me envió una foto! 
Me estaba muriendo de emoción. 
 


«Wow 
Que bonita letra tienes. 
En cuanto al devocional, relájate. Intenta estudiar de la manera que mejor te sirve.  
A mí, por ejemplo, me funciona imaginándome todo lo que leo»
 


«Gracias 
Y por favor, ignora la lapicera rosa. Estoy en casa de Desmond y su hermana se llevó las lapiceras, así que sólo encontró estas.»
 


«No tiene nada de malo jaja 
Bueno, te dejo estudiar, adiós.» 
 


«Adiós»

Fue tan breve, pero tan hermoso. El simple hecho de intercambiar unas miserables palabras hizo latir mi corazón. 
Se lo comenté a Val (ni idea de por qué lo hice) y me felicitó. Seguido a eso hablamos un poco de asuntos triviales entre las dos, y me contó un par de cosas más sobre ella. 
 


… 
 


Mi abuelo dijo que el repartidor de helados tuvo un pequeño accidente y que no podría llegar. Cancelaron en el pedido y nos hicieron salir a todos para ir a la heladería más cercana.  
Hacía mucho calor. 
Éramos 21 personas en una heladería. Algunos nos quedamos dentro y otros subieron a la terraza que tenía el establecimiento. Yo prefería el aire acondicionado a un sol insoportable. 
Posteé la foto del milk shake qué me pedí. Sabiendo que ahora Ethan me seguía, quise sacar mis fotos lo más perfectas posibles. 
La primera en comentar fue Valentina, preguntándome en que heladería estaba.  
Le respondí. 
Esperé pacientemente algún mensaje de Ethan. Sabía que no iba a responder, ya que estaba estudiando; pero algo en mi interior me daba la esperanza de volver a hablar con él. 

(Debo decir que somos una familia que se toma su tiempo con la comida y también para digerirla, por lo que nos quedamos hablando en el lugar una vez terminamos de comer.) 

Yo estaba terminando mi batido y hablando con mis primos, cuando de la nada me ahogo. Tuve que escupir el shake, por lo que ensucié la mesa donde estábamos, llamando la atención de muchas personas, incluido de la que me hizo atragantar. 

Valentina Ivanov estaba pidiendo un cono de helado, con su hermosa sonrisa y sus ropas elegantes.  
Joaquín la miró de arriba abajo, se la comía con la mirada.  
—No hagas eso— le dije, moviendo mi mano sobre su cara. —Respétala, es una compañera. 
—¿Esa chica es tu amiga?— preguntó algo fuerte.  
—Cállate. Dije compañera, no amiga.
—¿Se llevan bien?— preguntó mi otro primo. 
—No— respondí, mientras bebía mi shake. 
—¿Entonces por qué viene hacia acá?— cuestionó el menor de todos. 
Levanté la vista inmediatamente y su gran escote fue lo primero que, involuntariamente, vieron mis ojos. 

Esa chica es demasiado reveladora. 

—Hola— nos saludó a todos, amablemente, mostrando su blanca dentadura y su clásico labial rojo. 

—Hola— saludaron, embelesados, mis tres primos al unísono. 
—¿Qué haces aquí?— ni siquiera la saludé. Me parecía demasiada coincidencia decirle mi ubicación y que ella apareciera quince minutos después.  
—Emma, saluda, hija— me regañaba papá con su falsa sonrisa para evitar gritar en público.  
—Oh, hola señor Stewart— lo saludó Valentina. 
—Hola niña, que coincidencia verte aquí— respondía mi padre. 
—Solo vine por un helado. Hace mucho calor hoy. Vivo cerca, por lo que me pareció mejor venir antes que gastar en envío— sonreía de nuevo. Odiaba sus perfectas sonrisas y ese llamativo labial. 

—Tienes razón. Chicos, vengan conmigo, dejemos a Emma y a su amiga hablar tranquilas— mis primos hicieron caso de mala gana y se fueron a la otra mesa a un par de metros. 

¡Papá! ¡¿Por qué mierda no me preguntas si quiero estar con ella en primer lugar?! 
¡Que tediosos!  

La miré fijamente mientras se sentaba frente a mí. Puse mi mejor cara de “te odio”. Realmente no tenía ganas de hablar con nadie. No quería hacer sociales ahora.  

—¿Cómo estás? Hmm…¡esto está delicioso!— comentaba mientras lamía su helado. 
—Bien. 
—Que bueno— otra lamida. —¿De qué sabor es tu milk shake?— ella lamía gustosa, cómo si fuese una niñita. 
—Vainilla.
—Ay, me encanta la vainilla, aunque prefiero el de frutilla...
—Odio las frutillas— la interrumpí fastidiada. 
—¿Por qué? Son dulces y...
—Las odio, porque sí. Punto— sentencié, terminando mi bebida.  
Valentina miró incómoda hacia la ventana —¿Por qué estás molesta?




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