Una asistente para navidad

Capítulo 3

Tim pudo disimular sus nervios, gracias en parte a que Daniela se veía muy segura, sonría mirando hacia fuera de la ventana y se mantenía serena, intentó relajarse él también.

—¿Y dónde está tu familia Daniela?

—En Venezuela, en Valencia. Soy de allá.

—Qué casualidad, Alicia también es venezolana, pero ella es del Zulia.

Daniela rodó los ojos y bufó con disimulo. Tim ladeó la cabeza, estaba intrigado.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—Son unos pesados, se creen mucho los del Zulia, hasta se creen un país independiente; se refieren a su estado en broma, como: República independiente del Zulia, pero creo que no es broma, se creen cosa aparte, y si lo son, son alienígenas —dijo seria.

Tim se echó a reír.

—Alicia es muy particular, pero no es una alienígena; conozco bastante de su tierra por lo que me ha contado, su forma de hablar es en espacial divertida: parece que te están insultando, y quizás lo hagan, pero es por cariño, con cariño, es muy extraño, pero divertido.

—Son unos vulgares, nadie los soporta —insistió seria.

A Tim le divertía el tono infantil que usaba para hablar.

—Bueno, conozco de la comida venezolana por Alicia, me gusta: arepas, cachapas, de todo.

La mujer sonrió en su dirección, afirmando.

—¿Y tu familia dónde está? —preguntó.

A Tim se le desdibujó la sonrisa de sus labios y desvió la mirada hacia la ventana manteniendo una expresión adusta, alzó una ceja y negó ligeramente.

—Estoy solo —dijo con un tono amargo que esperaba fuera suficiente para dejar claro que no quería hablar del tema.

—¿Cómo qué solo? Todos tenemos padres, madres, hermanos, primos, tíos, algo.

—Yo no, zanjado el tema. ¿Está todo listo para mi llegada?

La mujer se quedó mirándolo por unos segundos de más, afirmó.

—Sí. Mi estrategia funcionará.

—Es todo lo que necesito —respondió y miró el teléfono sin revisarlo, desde la ruptura, temía ver las redes sociales.

El auto se detuvo frente al gran almacén, la algarabía de la gente ya se escuchaba desde la calle anterior, un gran árbol navideño decoraba la entrada y unos hombres vestidos de San Nicolás repartían dulces y cantaban temas navideños con los niños. Todo pareció detenerse cuando se abrió la puerta de su camionera negra, Tim tragó grueso y sacudió su cabeza, «Puedo con esto», se dijo.

Bajo manteniendo la mirada al frente y gafas de sol, detrás de él se bajó Daniela, entonces la reparó: llevaba una falda lápiz color rosa vieja, sandalias altas y una blusa de seda blanca sin mangas, el cabello suelto y unas gafas de sol que reconoció como suyas, se quedó absorto en la imagen de la chica que se veía hermosa y que había tomado sus gafas de sol, por eso no se dio cuenta cuando ella lo tomó de la mano y lo arrastró hacia dentro del centro comercial, reaccionó cuando sus cuerpos chocaron con el cuerpo de Adela Gambarotto, ataviado en ropas de marca.

Tim sintió el impacto de un baño de agua fría que lo golpeó justo en el estómago, no había vuelto a verla desde aquella noche en la que ella le decía que su relación había terminado, no había querido ni ver fotos suyas, ahora la tenía frente él, sus miradas se cruzaron por unos segundos en los que el mundo volvió a detenerse, ella fue su hogar por un tiempo, y se sentía tan solo y abandonado ahora.

—¡Bienvenido Tim! —gritó un periodista, él no dejaba de mirar a la que fue su novia.

—Sí, soy su nueva novia, me llamo Daniela, y me adora —gritó en el micrófono Daniela, fue cuando reaccionó Tim, se giró a mirarla, sin soltarlo de la mano, decía a la prensa que ella era su nueva novia.

Tim abrió mucho los ojos y miró a los lados, nervioso, su mirada se volvió a cruzar con la de Adela, quien se limpió una lágrima y caminó de prisa hacia dentro del almacén con una expresión triste en el rostro.

—¡No! —gritó Tim en su dirección —, espera, ha sido una… Confusión.

Terminó la frase en tono bajo, confundido, molesto con su nueva asistente y aturdido por las luces de las cámaras, la gente no dejaba de gritar su nombre.

—Héroe, una foto —gritó un niño.

—¡Tim! Fírmame la camiseta —gritaba una mujer.

La seguridad hizo el resto del trabajo, cuando estuvo adentro, todos los esperaban con los ojos muy abiertos y sus cuerpos tensos, incluido su agente, y el representante del patrocinador. Daniela caminaba con paso seguro y sonriendo.

—Buenos días, ya llegó la estrella —dijo Daniela alzando la voz.

—Pues bienvenido, y tú también, pues vaya sorpresa, una novia, la gente te ha recibido bien chica —dijo el representante del patrocinador, Alex Jones.

—Alex, yo…

—No te preocupes, Tim, por el alboroto que se ha formado, pero si por eso te pagamos —se echó a reír.

Sandino López, su agente, se mantenía con una sonrisa tensa, mirando todo con expectación. Adela fijó su mirada en el piso y solo la alzaba para retar a Tim con un dejo de recelo en sus ojos. Tim estaba paralizado.

—Comencemos —dijo una chica.

—A entregar juguetes —dijo Alex.

Tim no podía creer nada de aquello, decidió que despediría a Daniela en ese mismo instante, al salir de ese evento, buscaría a Adela para explicarle que su nueva y próxima ex asistente estaba loca. La reacción de su mirada le dejó saber que tenía esperanzas de recuperarla, eso quería creer.



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Editado: 14.12.2021

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