Una Baash Entre Nosotros

4.¿Mi amigo?

5 minutos después de que termine de comer mi almuerzo faltando 10 para que acabe el recreo aquí estoy yo, en la enfermería con el segundo chichón de hoy, esta vez en la frente.

La enfermera pone muecas raras al verla.

—Uy, tienes un huevo de 
dinosaurio ahí—Lydia.

—Un enorme huevo 
de dinosaurio—El insoportable 
de Reynolds.

—Un volcán—Lydia.

—Una montaña de 10, 000 metr...

—Bien, bien, ya entendí. ¿Puede ponerme una pomada o yo qué sé?, Porfavor—Digo un poco suplicante.

Esto me está empezando a palpitar de dolor.

Lidya—La enfermera—se separa de mi frente para buscar supongo que algo para mi enorme bola debido al golpe que me di, o me dió Sean. Rebusca en uno de sus cajones, cuando la puerta es tocada Lydia responde un “pase".

—Señora Bush, la directora solicita su presencia en la oficina—Lydia suspira.

—Chicos, ya vuelvo. Hazel mientras tanto ponte hielo en el golpe—Señala  hacia el mini refrigerador a una esquina de la habitación.—Ahí dentro hay.

Y sin más sale. Voy al refri y saco unos cuantos cubitos de hielo, no es la primera vez que me dan golpes “accidentales" por lo que ya sé dónde  están las bolsas para meter el hielo.

A un lado, sentado en uno de los sillones, Sean Reynolds nada más ni nada menos que el causante de mi desgracia, carraspea.

—Oye

No le miro.

—Lo lamento—Prosigue.—Se que siempre te molesto, y puede que esté en tu lista de personas a las cuales quieres matar y vender sus órganos...

—No te equivocas—Me giro para verle, sonrío sin humor.

—...Pero, aunque no creas, me gustaría conocerte, saber porqué eres tan...

Pareciera estar buscando la palabra correcta, creo que le ayudaré un poco.

—¿Asocial?

Me siento a su lado, en el otro sillón.

Lo piensa.

—No

—¿Rara?

—No, bueno sí—Junto mis cejas.—Esque, parecieras tímida, cuando en realidad no es así

Me vé como si acabara de descubrir un gran secreto.

—Explícate

—¿Ves?, a eso me refiero—Exhala.—En otra ocasión, si Jules y los demás estuvieran aquí, actuarías como una indefensa gacela a punto de ser devorada por un león

Sonríe divertido con su ceja derecha saludando la otra desde arriba.

—¿No has escuchado el “Todos para uno y uno para todos"?—Reynolds asiente sin entender.—Exacto, a ellos le vá bien el todos para uno, pero a mi no me conviene en nada el uno para todos

Reynolds parece comprender, aparta su negra cabellera de su frente echándola atrás, sus verdes ojos oliva me escrutinian con curiosidad.

—Si te digo que me gustaría ser tu amigo...¿me creerías?

Apoyo más la bolsa contra mi frente, este se está volviendo loco. Ser amigo mío significaría el fin de su popularidad.

—Te diría, no, te diré que estás loco—Mis ojos están abiertos como platos y con evidente horror en ellos.

—¿Porqué?. Ni que tuvieras lepra o alguna enfermedad contagiosa—Se aparta de sopetón igual o más horrorizado que yo.—¿No las tienes, cierto?

Ruedo mis ojos.

—No. No las tengo. Y lo digo porque...
¿Qué no ves?, no les agrado a tus amigos populares, y si no les agrado a ellos no le agrado a nadie que estudie en el Instituto Harry McQueen

—¿Y?

—¿Y?, Eso significaría ¡que tu popularidad se iría a pique, por MI culpa!—Digo con obviedad.—Perderías tus amigos, tu reputación, tu...

Reynolds me detiene.

—Primero: La popularidad se puede ir a la mierda, no me interesa, nunca lo ha hecho. Segundo: La única reputación que podría perder es la de ser tremendo guaremate de Patrick y los idiotas que se hacen llamar sus amigos. Así que no estaría perdiendo nada—Le resta importancia.

—Pero...¿Porqué?

—Por la simple razón de que me cansé de andar con personas tan falsas como ellos Hazel, solo traen problemas

>>A la hora de apuñalarte por la espalda no se lo piensan dos veces, dicen ser tus amigos pero solo cuando necesitan que les ayuden. Aah pero si eres tú que te estás revolcando en la mierda, si quiera te tienden un dedo para que te sostengas como puedas de el.

El silencio reina en la habitación y ninguno de los dos parece querer romperlo.

—Hmm, ¿como que este receso ha durado mucho. no?—Dice Reynolds

Observo mi reloj de muñeca con las cejas fruncidas.

—No, acabó hace 20 minutos de hecho. Nos perdimos 10 minutos de clases—Observo la puerta.—Y Lydia se ha quedado a vivir en la oficina de la directora

—¿Traes tu teléfono contigo?

Reynolds me observa ansioso, juraría que hasta se vé un poquito emocionado.

—Si...¿Porqué?

—¿Tienes parchís?—Asiento.—¡Bien!, Juguemos en equipo mientras vuelve Lydia

—Yo... está bien. Pero te advierto, soy malísima jugando al parchís—Reynolds se encoje de hombros.

—No importa. Ah, y...

—¿Si?

—Llámame Robert

¿Ah?, ¿Robert?

—¿Qué no te llamas Sean?

—Yep. Sean es mi segundo nombre, mi primer nombre es Robert, así me llaman mis parientes cercanos y amigos
—Dice con su vista puesta en su costoso celular.

Y yo dando pena con mi 
gualla hielo.

—Pero yo no soy un pariente cercano...

Sean, Robert, como se llame quita su vista del teléfono para mirarme.

—Pero desde ahora somos amigos, yo soy tu amigo, tú eres mi amiga—Hace gestos con las manos.—Sisisi, también es un placer para mí ser tu amigo. Ahora Juguemos.

 




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