Él estaba completamente aburrido o simplemente desinteresado en esta cita como para preferir jugar 6 partidas consecutivas de Candy Crush a prestarme atención.
__ ¿Vamos al de allá? –pregunte emocionada-
Alessandro seguía inmerso en su juego por lo que ni mis palabras pudieron alejarlo de el.
__ Oye, ¿Alessandro? –Era inútil- ¡José Alessandro!
__ Dime
__ ¿Iremos a otro juego o estaremos aquí hasta que nos salgan raíces?
__ Claro –dijo sin quitar la vista de su teléfono- ve ahora, ya te alcanzo.
Rodé los ojos y cruce mis brazos, sin embargo esta acción también paso por alto. Decidí ir a comprar dos boletos para subirnos al barco; durante nuestro tiempo esperando, él sonreía, y emitía pequeños gruñidos cuando era derrotado en su absurdo juego, sin importarle la atención innecesaria que generaba con las parejas delante y tras nuestro.
__ Alessandro, ¿A dónde vas?, ¡Ya nos toca subir!
__ Lo siento Danna, debo ir al baño. Diviértete –grito alejándose a pasos largos-
Sin mucho ánimos y frustrada, me subí al juego sola, sintiéndome como una tonta pensando que Alessandro se había fijado en alguien como yo.
-Exactamente, ¿Cuántos besos llevan? –Gabriel-
Danna negó al ver el mensaje de su mejor amigo.
+Pregúntame cuantas veces he sido ignorada en el transcurso de la noche, y te lo diré con segundos y todo, amigo…
-Utiliza el arma secreta.
+Si te refieres a los juegos ya me encuentro en uno y ¿adivina qué? Estoy sola.
-Rayos, Danna, estamos graves… Pero existe otra opción.
+ ¿Ahora qué?
Espere unos minutos y lo único que contesto ese tonto fue una imagen de churros…
+No entendí.
-LENTA. A José le encanta los churros, no se podrá resistir a ellos, inténtalo…
+¿Lo crees?
-Claro que si… ¡Vamos, enana!
Apenas se detuvo la atracción, apresure mi paso para llegar con Alessandro al puesto y espere mi turno.