Una boda de mentira

Capítulo 16

La primera vez que lo besé lo supe, algo me decía que ese chico que se escondía de mí sería el amor de mi vida. Era Joan, y no podía ser nadie mejor. Pero ¿Tan difícil es amarme? Las dudas me consumen, yo ya he escuchado un rechazo de su boca, y aunque con la confesión de Hellen me quedo más tranquila, su empeño en dejarme claro que no somos una pareja de verdad no hace otra cosa que ponerme incluso más nerviosa. Miles de preguntas recorren mi cabeza, y el temor de que todas no tengan una respuesta me asusta.


 

Llevo desde hace diez minutos delante de la puerta número 31 del edificio de la esquina de la avenida Ámsterdam en el Upper West Side, justo donde comenzó esta aventura amorosa. Ya no me quedan uñas para comerme, y mi corazón palpita con tanta fuerza dentro de mi pecho que tengo miedo de que pueda escaparse. «Espero no estar equivocándome.» Joan ya debe haber llegado a casa, es ahora o nunca. Uno de los dos tiene que hacerle frente a la situación. Entro ahogando mil suspiros inquietos.


 

—Hola. ¿Saliste un rato? ¿Qué tal está tu pie? —Está tumbado en el sofá mirando algo en la pantalla de su móvil, aún viste su traje gris de oficina, y se ve guapísimo con su cabello bien peinado y sus ojos esmeraldas clavados en mí.


 

—Hola, sí, ya estaba cansada de estar en casa, y no me duele tanto la herida. —Me muerdo en labio inferior y me siento a su lado con las piernas temblorosas. «¿Por dónde empiezo?»


 

—Estoy hablando con Jess. Arthur y ella ya tienen fecha para la boda, se casarán en Agosto del año que viene. —Se le ilumina la mirada, está claramente feliz por su hermana, y yo también. Por fin esos dos unirán sus vidas ante el mundo.


 

—Me alegro mucho. Creí que nunca se decidirían. —El corazón me va a mil por hora y deseo tanto soltar las palabras de una vez, pero estoy tan nerviosa que creo que me desmayaré, y no sería mala idea, considerando que caeré en sus brazos. —¿Qué tal tu día en el trabajo? —Empecemos por las preguntas fáciles.


 

—Estuvo muy bien. Will y yo estamos trabajando ahora en un proyecto juntos para la colaboración con marcas e influencers en el mercado. Así podremos aumentar incluso más las ventas. —Lo veo muy animado. Aún no se ha dado cuenta que Will no es tan bueno como le hace creer. Pero tampoco quiero ser yo la causa por la que se destruya su amistad. —¿Te pasa algo? Estás pálida. —Se acerca más a mí y deja el teléfono en la mesita frente al televisor. «El momento ha llegado.»


 

—Hellen y yo hablamos, y me ha contado cosas. —Este es el minuto perfecto para desmayarme, pero el ceño fruncido de Joan y su mirada confusa me detienen.


 

—¿Qué te ha dicho? —su mandíbula se tensa al instante, y ya no parece estar de tan buen humor.


 

—Me contó lo qué pasó en Grash Village, lo de la foto. —Me pregunto como es que puedo siquiera terminar las frases, tengo la boca tan seca y las manos tan temblorosas que me es imposible pensar con claridad.


 

—Dios mío, no me lo puedo creer. —Presiona con sus dedos el puente de su nariz y ahoga un profundo suspiro. Ahora es él el que está temblando, y el color carmesí de sus mejillas se intensifica con cada segundo que pasa.


 

—Explícamelo todo, Joan, porque siento que me he perdido de muchas cosas que me involucran. —Le pido poniendo mi mano en su hombro.


 

—Fue una cosa de adolescentes, una tontería. —Tiene la vista clavada en el suelo. Lo obligo a mirarme tomando su rostro entre mis manos y girándolo hacia a mí.


 

—Algo me dice que no fue una tontería. —Le susurro, y él se escapa de mi agarre. Por un instante creo que me rechazará otra vez, pero no lo hace, solo comienza a hablar.


 

—Por eso no quería que nadie entrara en mi habitación en Grash Village, las revistas solo eran una tapadera. —Se revuelve el cabello con sus manos, y sigue negando con la cabeza como si creyera que está cometiendo un error.


 

—No recuerdo que tú y yo nos tomáramos una foto solos. —Le comento con cierta timidez, me duele verlo tan agobiado, pero necesito que me cuente todo, que deje sus misteriosos sentimientos a un lado.


 

—Porque no fue solos. Era del cumpleaños de Jess, yo estaba a tu lado. Recorté la foto en cuanto la vi. Yo salía con cara de tonto, pero tú estabas... ¿Recuerdas cuando dije que era un idiota? —Es la primera vez que me mira desde que comenzamos a hablar del tema, y el verde de sus ojos me hipnotiza de tal manera que asiento con la cabeza sin darme cuenta de lo que eso significa.


 

—Joan... ¿Qué había detrás de la foto? —Es tan difícil que me cuente las cosas, siempre quiere saltar de un tema a otro.


 

—Mis sentimientos por ti en aquella época, promesas de las que nunca supiste y sueños que deseaba que cumpliéramos juntos, pero me quedó claro después de nuestro beso que yo no era el chico que a ti te gustaba. Conservé la foto y ni siquiera sé el porqué, con los años me había olvidado de lo que era tenerte cerca.


 

—La noche en la que te pregunté si habías estado en las gradas me moría de ganas porque dijeras que sí. Puede que Jake me haya interesado en su momento pero después de aquel beso, y de atar cabos, no quería a más nadie que no fueras tú. Me gustaste después de eso. Y me gustas ahora. —Es mi turno de confesarme, y la voz me tiembla al hablar.


 

—Ojalá lo hubiera sabido, Rose. —Se lamenta, y yo acaricio su mejilla con mis dedos, pero él me detiene. —Soy un idiota, ¿recuerdas?


 

—Sí. —Trato de leer a través de sus ojos, pero los esquiva para que no descubra que se está conteniendo para no besarme. —Un idiota que no hace más que huir de mí. —Le contesto con cierta molestia.


 

—Rose, no quiero que me suceda lo mismo que en mi anterior matrimonio, prefiero estar solo que volver a sufrir por amor. —Pasa sus manos por su rostro con frustración y yo me coloco frente a él.




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