— 01 。
El orígen.
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Una explosión se oyó a lo lejos, un ligero temblor en la tierra se presentó y acto seguido vio un peculiar humo junto con una figura humanoide que desprendía luces verdosas. No hacía falta ser un genio para saber que tenía que entrar en acción y no dejar que su rival se llevara toda la diversión.
Una sonrisa arrogante —y ciertamente espeluznante para la gente que caminaba en la calle— tomó lugar en su rostro y rápidamente colocó sus brazales de granadas y tras meterse en un callejón amplio hizo uso de sus explosiones para propulsarse y volar hasta llegar al área del conflicto.
—¡Deku! —exclamó el rubio con su característico enojo (o más bien rudeza, pues ya ambos tenían claro que más que un estado de ánimo, era parte de la forma de ser de Bakugō) mientras aterrizaba con un estilo propio de él sobre uno de los aprendices de delincuente y lo inmovilizaba.
No tardó mucho en entrar en acción y entender la situación tras haberla evaluado desde el cielo rápidamente. Era sencillo y no debería costarles más de unos minutos resolverla, pues los enemigos eran ciertamente inexpertos y temerosos —a excepción de uno que otro que intentaba lucirse y tener su pequeño momento de protagonista—, el verdadero problema era que habían varias víctimas que les impedían utilizar correctamente sus habilidades.
¿Lo peor? ¡Eran todos niños de apenas cinco y seis años! ¡Los malditos atacaron una guardería a intentar secuestrar niños para quién sabe qué! Además de ello, ¿Qué era ese humo tan extraño? No picaba la nariz o los ojos como solía hacerlo el humo producido por fuego. A parte de eso, la tonalidad de este mismo era distinta, parecía morado oscuro o algo similar.
—¡Ka-...! —Izuku guardó silencio cuando se dio cuenta de que no podía decir ni su apodo, ni nombre, ¡Ni siquiera su nombre de héroe porque Katsuki todavía no tenía! O más bien, lo quería mantener en el anonimato aún. En su lugar le dedicó una breve sonrisa confiada a su compañero mientras retenía a otro de los secuestradores, supuso que habían estado patrullando por áreas cercanas la una de la otra.
—¡¿Por qué todavía hay niños aquí, estúpido?! —exclamó mientras saltaba y creaba una explosión en pleno rostro de otro sujeto que intentaba pillar por la espalda al peliverde.
—¡Son muchos niños y muchos miembros de la organización! No puedo-
—Utilizar bien tu don, ya lo sé. Pero ya llegué yo, así que sácalos de aquí —completó el rubio, quien comenzó con un tipo de colección de “intentos de villano” en una esquina de la edificación. Todos inconscientes y amarrados con cosas que encontraba por ahí, cadenas y sogas hasta cables.
Izuku lo miró dudoso por unos breves segundos, pero esto era un percance bastante... cotidiano, si así podría llamarse. No les gustaría bajarle el perfil a los múltiples secuestros de infantes, pero era cierto que ya se habían enfrentado a situaciones más complejas. Así que sin decir nada se impulsó concentrando su don en sus piernas y fue sacando a los diversos niños repartidos por los escombros de la guardería a lugares seguros en donde había gente. Pronto llegaría la policía y los resguardarían mejor.
Lo que lo hizo tardar fueron los individuos que corrían, volaban o se deslizaban con uno o dos pequeños en brazos en diferentes direcciones, pero nada que no pudiera manejar, mientras siguiera escuchando aquellos insultos de voz grave y las explosiones, sabía que contaba con alguien cubriéndole la espalda.
—¡Deku, haz bien tu trabajo, inútil! —le gritó el rubio ceniza luego de ver que se le escapaba uno de los tantos que aún quedaban sueltos. ¿Estos sujetos eran cucarachas? ¿Cómo era posible que hubieran tantos? Cuando atrapó a uno que era igualito a otro y además salía un relleno de él fue que se dio cuenta; parte de los secuestradores eran marionetas y por ello no utilizaban sus peculiaridades como haría cualquier enemigo.
Dedujo rápidamente que quienes sí lo hacían eran personas reales, así que tras haberle dado esa información a Izuku —que por cierto, ya sabía pero agradeció de todas formas por educación y por hacer enojar a Katsuki—, comenzó a ser más violento y menos controlado con aquellos que quedaban y no utilizaban quirks.
—¡Lo siento, encárgate tú, estoy ocupado! —exclamó desde el otro extremo mientras llevaba consigo cuatro niños y al mismo tiempo luchaba con dos enemigos.
Las marionetas se volvían más hábiles y escurridizas con el pasar del tiempo y cuantas menos habían. Izuku, siendo todo un cerebrito obsesionado con los dones, entendió que había uno entre ellos que era el titiritero y que podía controlarlos mejor si tenía que prestarle atención a menos de ellos, además de que las marionetas por su propia cuenta parecían ser capaces de aprender en el momento y se adaptaban al combate.
Katsuki gruñó y tras dejar a los sujetos inconscientes bien dispuestos para los policías, salió volando con sus explosiones hacía el hombre que corría con una niña de rizos rojizos en brazos. La chiquilla pataleaba, golpeaba, mordía y pellizcaba al hombre, estaba furiosa y no lloraba o gritaba, pero el sujeto solo la acomodaba entre sus brazos para que se quedara quieta.
El de ojos rubí se enojó de sobremanera, la niña estaba siendo sumamente valiente al intentar defenderse y que sus esfuerzos no dieran frutos lo llenó de una impotencia familiar y le trajo recuerdos de cuando fue atacado en la secundaria Orudera.
Impulsado por la empatía que desarrolló hacía la pequeña, llegó de inmediato con solo un par de explosiones muy bien calculadas en cuanto potencia y tiempo de ejecución. Estiró una de sus manos con la intención de agarrar al sujeto de la ropa y cuando estuvo a punto de hacerlo, este activó su quirk y cambió de posición con una de sus marionetas la cual se deshizo en relleno de peluches en el suelo cuando probó de primera mano la explosión controlada del héroe.
Editado: 01.07.2024