Existen otros mundos, otras galaxias incluso, en donde creen que la vida surgió gracias a grandes dioses, a pequeños errores de moléculas, o simplemente no creen en nada. Pero en mi mundo creemos en la simple vida, aquella que corre por nuestras venas, y que no solo nos da la vida misma si no nuestro poder, ¿o debería decir su poder?, no importa, como les decía nosotros llamamos vida al oramu, una sustancia de colores brillantes a la que le debemos todo.
Tan solo ocho razas a mi alrededor todas con diferencias y similitudes.
Los Mavrous, con oramu negro en todo su ser, están en la sima de la cadena alimenticia, por decirlo de una forma tierna, tienen la capacidad de provocar el tormento del dolor, su poder es lo que los tiene posicionados en tal estatus social.
En la escala de poder le siguen los blouz, kokina y kitrinoi, los primeros con la habilidad de usar polvitos mágicos de color azul y tele transportarse, los segundos prefieren a las Tinkerbell rojas para controlar las ondas sonoras, y por ultimo con brillantina amarilla, la metamorfosis es el mayor orgullo de los kitrinoi.
Vale, si, lo sé, los estoy durmiendo, luego les hablare sobre las otras razas. Mientras les contare sobre mi aburrida vida, me encuentro con los gemelos… que nos son gemelos en sí, ni si quiera se parecen físicamente un poco, lo siento, yo siempre desviándome del tema, prosiguiendo esta reunión se debe a un aburrido informe que tenemos que entregar mañana a primera hora a la maestra de biología.
Siento mi brazo arder por un segundo, volteo instintivamente y veo a Mathias con su mano cerca de mi hombro, parte de su iris esta encendido en color negro.
- Basta – lo golpeo en el hombro – no tienes por qué presumir tus habilidades de Mavrou en todo momento señor vanidad -
El color negro de su iris, desaparece rápidamente remplazado por un café claro.
- Oh lo siento mi reina del drama, pero pareciera que te quedaste hablando con algún amigo imaginario y olvidaste que son las 2 am y aun no terminamos la tarea – respondió él, entre risas.
- ¿Podrían explicarme que les hace tanta gracia? Que yo no entiendo el chiste – Al parecer a Zeynep empezaba a afectarle un poco el sueño, aunque la verdad es que yo también estaba cansada
Tranquila Zey, nos hace falta poco para terminar - dijo Math en un intento de tranquilizarla
Pues yo no pienso perder más horas de sueño –
Después de estas palabras el cabello rubio de Zey comenzó a levitar como si un pequeño ventilador estuviese frente a ella, chispas moradas salieron de sus dedos, y el azul de sus ojos se fusiono con un violeta pálido, como flores silvestres en primavera. Todo paso muy deprisa, rápidos movimientos de sus manos dieron originaron a una explosión de humo del mismo pálido color de sus ojos. Alrededor de mis brazos y rostro, me recorrió la sensación de suaves telas de seda acariciándome. Para cuando abrí los ojos, a excepción de Zey, Math y mía, todo estaba muy quieto.
- ¿En serio acabas de detener el tiempo? ¿Desde cuándo puedes hacerlo? – Math parecía muy impresionado, sus ojos estaban muy abiertos al igual que su boca, y yo tenía la ligera impresión de que mi rostro no era la excepción
- No detener, más bien … ralentizar, elegir mi propio navío en el rio del tiempo, creo que lo he podido hacer desde siempre, al fin de cuentas son una violetí, y nuestro don va de la mano del tiempo – aclaro Zey
- ¡No deja de ser increíble!, muy pocos pueden controlar su propio omuru para llegar a hacer ese tipo de cosas, deberías estar orgullosa Zy - en verdad creía lo que acaba de decir, ella era muy buena controlando sus habilidades.
- Pues gracias … aunque no soy tan buena como tú Shelley – al escuchar eso Math soltó una carcajada y yo le seguí
- Lo sé, lo sé. Soy la mejor en la habilidad de … no hacer absolutamente nada – dije entre risas
Después de un rato de reír a grandes carcajadas, decidimos ponernos a trabajar para terminar el informe. Mire la mano izquierda de Zey, con el símbolo de los violetí entre el dedo índice y el pulgar, como un tatuaje que jamás podría quitarse, porque era parte de ella. En seguida mire la mano de Math, y al igual que la otra gemela tenía un tatuaje de nacimiento, pero esta vez el de los mavros. Finalmente mire mi mano y donde debería haber visto una marca de un oscuro color, solo vi piel arrugada, una cicatriz pálida como la de una quemadura grave que jamás ocurrió, pues al momento de nacer esa cicatriz ya me acompañaba.
Así es, ningún color brillantes recorría mis venas, y mis ojos jamás se tornaban de ningún otro color que no fuera su original miel descolorido, porque ningún tipo de oramu recorría mi ser, yo era la chica viva, sin vida en su interior, era la chica que estaba medio muerta y medio viva a la vez, la rara, el fenómeno, esa era yo. Aunque más tarde descubriría que no era así, porque yo soy la princesa de la muerte.
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un romance para la supervivencia., un secreto que descubrir, una traicion que se avecina.
Editado: 15.09.2019