Una Carta a Cupido

IV

Lindo día. El reluciente sol se posa en mi cama, y escucho el ronroneo de “Silencio” a mi lado; parece que será un excelente día. Lo curioso es que hoy me levanté con ganas de hacer una cena para muchos invitados, aunque solo sea para mí. Desayuno, limpio y ordeno mi habitación, para después ir al supermercado a comprar las cosas de mi gran cena. Son las 3:55 p.m. y ni un mensaje o llamada de Adam; es extraño, pero no debo preocuparme, puede que esté ocupado.

Me puse a preparar la cena, y entonces escuché el sonido de un mensaje; el corazón casi se me sale por la boca y mis piernas se paralizaron. Era Adam.

 

Mi doctora corazón:

Lamento no haberte escrito temprano, tuve que revisar unos papeles y por si no me crees, me quedé dormido. Quería soñar contigo y no miento, no quería despertar.

Juntos por siempre y para siempre, te amo con todo mi corazón.

 

¡Casi lloro! No sé si de alegría o de tristeza, simplemente lloré. ¡Increíble! Una lágrima no solo expresa tristeza y dolor, sino alegría y cariño. Una simple gotita de agua que sale de tus ojos significa mucho para alguien; tal vez no le demos importancia, pero ese pequeño detalle hace revivir los corazones más puros y buenos.

Solo quisiera derramar estas lágrimas cuando Adam regrese. Lo extraño demasiado. Después de leer el mensaje terminé la cena que comeré sola con “Silencio”, y por primera vez siento que la comida me quedó exquisita.

No soporto ver pasar los minutos, las horas y mucho menos los días esperando el regreso de Adam. Solo quiero soñar con él al cerrar los ojos, y que al abrirlos esté frente a mí.

Ya es de mañana y hoy toca trabajo; me arreglo para incorporarme al ámbito laboral. Llego a mi consultorio y Lucinda me da una torre de sobres. Adivinen, son cartas de “felicitación” por ser la persona más morosa. ¡¿Cómo pudo pasar?! Siempre he sido puntual en mis pagos, pero me he descuidado un poco, y ahora no sé cómo pagar porque lo que gano no me alcanza para estar al día. Creo que me dará migraña combinada con convulsiones, y si es posible hasta un infarto. Pienso, reviso, pienso y reviso detalladamente: tengo una deuda de más de $15 mil dólares, ¿por qué yo? Así que me dirigí al banco para poder solucionar el problema, y ¿qué creen que me dijeron?, que si no pagaba me iban a hipotecar el consultorio. Estoy destrozada y no sé qué hacer.

 

Llego a mi consultorio nuevamente para pensar en qué debo hacer para conseguir dinero y pagar el atraso. De repente escucho un escándalo, mejor dicho eran como alaridos, y no quiero que se pierdan este show. Se acerca Lucinda diciendo: “Hay una joven que quiere hablar con usted”. Le pregunto: ¿Quién es, Lucinda?

Y la joven interrumpe diciendo:

Chris: Hola primita, tanto tiempo sin conocerte y sin verte, ¡no sabía que estabas viva!

¡Okay! Eso fue demasiado escalofriante e incómodo de parte de ella, y fue mi imaginación o mi migraña, pero escuché que ella dijo “primita”. Por lo que yo sé, no tengo familia.

Nancy: Disculpa, ¿cuál es tu nombre?

Chris: Soy Christine Balt, no sabes que gusto me da encontrarte. Pensé que no te vería nunca hasta que mi amigo dio contigo.

Pues creo que puede ser mi prima; la versión salvaje, atrevida y esquizofrénica de mí. En fin, la hice pasar a mi oficina para poder hablar de esta locura; le pedí a Lucinda que nos trajera café y así tratar de entender a mi loca prima.

Chris: ¡Qué linda eres! Leí que eres doctora en psicología y que ayudas a las personas. ¿Cómo te va?

Nancy: Pues muy bien, gracias.

Es un poco rara, me dije para mis adentros.

Chris: Me alegra Nancy, y ¿de qué trabajas?

¿Es en serio? No puedo creer que me haya preguntado eso. ¿No leyó bien mi perfil o será que tiene falta de conocimiento? ¿Cómo rayos puede ser mi prima? ¿Es una demente salida de un manicomio? Más bien creo que debe ser una niña mimada mantenida, que no necesita prepararse para subsistir.

Y le pregunté: ¿Qué ha sido de tu vida? Me mató la curiosidad.

Chris: Bueno soy doctora en leyes, defiendo los intereses de ciertas celebridades, y vivo no muy lejos de la ciudad porque heredé una mansión.

Mientras vomitaba mi café, no podía creer lo que me dijo. No era una niña mimada y mucho menos mantenida; es toda una profesional exitosa aunque le falle por ratos la cabeza ¡Qué vergüenza! Vive mejor que yo, y por lo menos no es tan tonta como parece.

Chris: Si quieres te puedo llevar a mi casa para que la conozcas.

Al escuchar su propuesta, lo primero que se me vino a la mente y dije en voz alta fue: ¿Y “Silencio”?

Chris: ¿Quién?

Nancy: “Silencio” es mi gato.

Chris me vio con una cara como diciendo: ¿Qué tonta le pondría un nombre así a su mascota? Después se tiró una fuerte carcajada.

Chris: ¡Oh prima! No te avergüences, hay peores nombres. Yo tengo un perro y se llama “Grr”.



#49192 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 02.04.2018

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