Una Carta a Cupido

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Después de complacer mis deseos tuvimos una pequeña discusión acerca de quién iba a cancelar la cuenta, pero de nada sirvió porque terminé perdiendo. Fuimos a hacer las compras, pero no sabíamos por dónde empezar, así que nos dirigimos a la primera tienda. Comencé a ver a Harold un poco extraño, como triste, como si tuviera algún recuerdo que le perturbara de este lugar, así que me acerqué.

Nancy: ¿Te encuentras bien?

Harold: Sí, disculpa, es que ando un poco… distraído.

Nancy: Si gustas, seguimos otro día.

Harold: ¡No! Parezco un tonto, no quiero arruinar tu salida así que… ¿te ayudo a elegir?

Nancy: Está bien… sí claro, necesito opinión masculina.

Harold: Pues qué esperamos.

Pase momentos muy divertidos, me sentía viva por dentro y necesitaba distraerme un poco. Llegamos al área de bebés y noté el cambio de humor en Harold, y me pregunté: ¿Qué pudo haber pasado? Tomó una ropita y se la colocó en su pecho con fuerza; no pude seguir con las compras, ya tengo lo que necesitaba, y no quiero verlo así.

En el camino iba un poco serio y no pude resistir mi curiosidad.

Nancy: Harold, ¿pasó algo desagradable? ¿Un mal momento?

Harold: No tomes esto como personal, pues no tienes la culpa; pero, lastimosamente, tuve un mal momento hace poco.

Nancy: Sabes que puedes confiar en mí y, si gustas, puedes abrirte conmigo.

Harold: Gracias Nancy, lo tendré en cuenta.

Me sentía un poco mal respecto a él, debió ser algo muy terrible lo que le pasó. A veces las personas que aparentan ser más fuertes son las más débiles de sentimientos. Llegamos a casa, los tórtolos estaban en el jardín, y yo subí a dejar las cosas a mi habitación. Luego bajé a reunirme con ellos; entonces Harold tomó mi brazo para apartarme y poder hablar.

Harold: Me siento mal por haberte arruinado la salida a causa de mi estupidez.

Nancy: No te preocupes, no lo hiciste.

Harold: Te quiero contar algo, pero cada vez que lo recuerdo siento nostalgia y… odio

Nancy: Cuando estés listo me lo cuentas; no te esfuerces en recordar algo que no quieres.

Harold: ¡No! Tengo que enfrentarlo algún día, porque no quiero que me atormente más. Mi cambio de humor se debe a mi exnovia, la cual esperaba un hijo mío…

Nancy: Tranquilo.

Harold: Tuvimos una discusión, ella tomó el auto y se fue. Me dijo que yo no la quería, que solo quería a nuestro hijo, y que si ella pudiera el bebé no existiría… no volví a verla hasta que un día apareció diciéndome que, por mi culpa, había perdido a nuestro hijo; que yo la llevé a esa decisión, porque no quería que su hijo se pareciera a mí. No podía aceptar tal noticia; yo la quería, aunque ella pensara lo contrario, pero ya no podíamos seguir juntos. No sabes cuánto esperé la llegada de mi hijo; ya me veía cargándolo en los brazos, creciendo y diciéndome “papá”.

Nancy: ¡Oh Dios mío! ¡Eso es terrible!

Harold: Mi exnovia era una experta manipulándome, y he vivido con ese sentimiento de culpa todos estos años. Por eso nunca me he vuelto a enamorar; tengo miedo a que otra chica haga lo mismo.

Nancy: Entiendo ese sentimiento, yo también lo he tenido después de la muerte de mi prometido. Me lo arrancaron de mi lado sin un adiós de por medio, pero gracias a un amigo entendí que nada ni nadie es para siempre, que todo pasa por un motivo.

Harold: ¿Cómo puedo hacer para no recordarlo más?

Nancy: No te aferres a ese recuerdo porque la vida no da segundas oportunidades a las personas que viven en el pasado; es difícil sí, pero créeme que valdrá la pena.

Harold: Te admiro Nancy. A pesar de tu sufrimiento y tanto dolor, no decidiste terminar con la vida de tu hijo.

Nancy: Eso es porque tengo sentimientos guiados por la razón. Muchos dicen que estas dos perspectivas son opuestas, pero si las sabes relacionar, funcionan de maravilla.

En ese momento vi lágrimas correr por su cara, sus ojos reflejaban una tristeza inmensa, y lo abracé muy fuerte. Tuvimos una conexión gracias a nuestros temas en común, lo cual hizo que este momento fuera reflexivo, al comparar dos historias diferentes pero con el mismo sufrimiento.

Entonces entendí que no soy la única que ha pasado por dolorosas experiencias. Harold se tuvo que marchar, y me agradeció con un abrazo y un beso en la mejilla; ese beso me provocó una inquietante sensación que no puedo describir. De pronto Chris se me acercó, como acechando a su presa.

Chris: ¡Te gusta Harold!

Nancy: ¡No! Solo porque he pasado un momento a solas con él, no quiere decir que me gusta.

Chris solo reía; me dirigí a mi cuarto y, para mi sorpresa, encontré que esa rata que tiene como perro se había orinado encima de mi computadora. Solo pude hacer una cosa: ¡¡Chris!!

Ella, al oír los gritos, corrió rápidamente.

Chris: ¡Wow! No tenías que dejarme sorda.

Nancy: Tú muchas veces me has dejado sorda… pero ese no es el punto. Tu perro arruinó mi computadora.



#49489 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 02.04.2018

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