Una Carta a Cupido

XIII

Tres meses después…

Mucho tiempo ha pasado y Adam crece muy rápido; pero el tiempo no ha podido devolverle la vida a mis piernas. Chris llegó a mí con una noticia, mientras contemplaba a Adam.

Chris: Nancy, acabo de hablar con el doctor y dijo que necesitas ejercitar tus piernas, así que hay que buscar a alguien que lo haga.

Nancy: ¿Quién podrá hacerlo?

Harold: Si tú lo deseas, lo haré yo.

Nancy: ¡Harold!

Harold: Vine por dos motivos; primero, quiero pedirte una disculpa por actuar como un idiota sin saber la verdad…

Nancy: Espera, ¿cuál verdad?

Harold: Mi exnovia me enseñó unas fotos tuyas con un hombre y pensé… y más que dijiste aquella noche que tu única felicidad era Adam, me sentí un poco… decepcionado, pero luego me di cuenta de lo que te sucedió y supe la verdad. Me sentía muy mal por haberle creído a ella antes que a ti.

Nancy: No te preocupes, ya estás perdonado. Más bien discúlpame por haber sido grosera contigo.

Harold: No aceptaré tus disculpas porque me lo merezco.

Nancy: Esta bien y… ¿cuál es la segunda?

Harold: ¿Segunda? ¡Ah sí! Yo puedo hacer tus ejercicios, perdón, ayudarte con los ejercicios.

Nancy: Claro que puedes, si me garantizas hacer un buen trabajo.

Harold: Eso te lo aseguro mi ángel.

¡Oh Dios mío! Casi lloro en ese momento… bromeo, pero admito que me sentí reconfortada con ese “cariñito”.

Harold: Está muy hermoso tu hijo… igual que la mamá.

Nancy: Gracias, pero tiene más parecido a su papá.

Harold: Bueno, a él no lo conocí, así que insisto que se parece a ti.

Es muy agradable saber que todo se resolvió con Harold, porque les seré sincera: lo extrañaba. A veces pienso que la vida da muchas oportunidades, y depende de uno aprovecharlas. Ahora la vida me da lo que un día perdí: mi felicidad.

He demostrado ser una sobreviviente de la desgracia y la desdicha, solo con las ganas de vivir y de permitir que otros vivan conmigo. Después de tanto sufrimiento y lágrimas derramadas a causa del dolor, me he puesto de pie. Ahora estoy como una inútil, pero gracias a eso estoy donde estoy.

Le pedí a Harold que al día siguiente me llevara a un lugar que siempre he querido ir, pero que por falta de voluntad no lo había hecho.

Ya es de mañana, pero tengo que esperar a que Chris venga a la habitación para que me ayude a levantarme y prepararme. Desayuné, y Harold estaba esperándome, ¡qué puntual! En el camino me dieron una noticia que provocó en mí dos reacciones: con la primera me dieron ganas de matar a Chris por no decirme que se casará el próximo mes, y la segunda es que me alegra que ella sea feliz.

Llegamos al hospital para ver qué tal estaba Adam, y gracias a Dios está bien. Pero no crean que ese es el lugar al quería ir, no. Es un lugar donde sé que alguien me escuchará: la iglesia, ¿sorprendidos? Me imagino que mucho, pero ya era tiempo de que le agradeciera a Dios todo lo que ha hecho por mí. Después de realizar una larga confesión, Harold ofreció llevarme a almorzar, y también a un lugar que tenía que recordar.

Durante el almuerzo conversamos y noté cómo nuestras miradas se conectaban; es posible que me haya enamorado otra vez. Emprendimos el viaje hacia el lugar “misterioso” que Harold quería que viera, pero no era tan misterioso. Se trataba de la casa donde Adam y yo viviremos, y vi que ya estaba bien equipada, con las cosas que faltaban.

Nancy: Pero, ¿cómo es posible?

Harold: ¡Sorpresa! Sé lo mucho que significa esta casa para ti, así que compré lo que hacía falta… pero… tienes que ver el jardín.

Dirigí la mirada hacia el jardín y las lágrimas no me faltaron, al ver el césped adornado con rosas por todos lados, y muchas flores coloridas.

Nancy: ¡Es muy hermoso! ¡Wow! Se respira armonía y tranquilidad.

Harold: He esperado esto desde el día en que te conocí, y por cobarde no lo he hecho, pero estoy enamorado de ti Nancy.

Me quedé inmóvil del todo, porque las piernas ya estaban así. ¡Ay Dios mío! ¿Qué le digo? Le voy a decir la verdad.

Nancy: Seré sincera contigo; después de la muerte de Adam tenía un vacío que creí que nunca podría llenar hasta que… apareciste tú. Me libraste de las sombras del pasado y me devolviste las ganas de vivir, me diste todo lo que ya había perdido pero… tengo miedo de lastimarte o de que te vayas de mi lado, como ya me sucedió, y no quiero perder más a nadie.

Harold: Entiendo, solo seamos amigos.

Nancy: Quiero más que eso.

¿Los engañé verdad? Creyeron que le diría todo lo contrario, pero no, porque a este caballero lo quiero y no saben cuánto; pude aclarar mis sentimientos con una mirada y, obviamente, nos dimos un beso mientras él estaba arrodillado.

Harold: ¡Soy el hombre más feliz del mundo! Por un momento pensé que dirías que no.



#49489 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 02.04.2018

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