Una Carta a Cupido

XIX

Un nuevo día acaba de comenzar. Veo que el reloj marca las 10:05. ¡¡Qué!! ¡Dios mío! No tarda en llegar Harold ¡rayos! Y en ese momento escucho a Chris:

Chris: Nancy, Harold está abajo.

Nancy: Un minuto… en seguida bajo.

¡Rayos! Odio cambiarme a las carreras. Cuando estuve lista, bajé y lo saludé con un “buenos días” acompañado de un beso. Me pidió que llevara a Adam, no sé para qué; solo me dijo que era parte de la sorpresa. Desayunamos y rápidamente nos dirigimos al lugar que nos llevaría; vi que era el cementerio, y allí, ¿a qué?

Antes de bajarnos del auto me preguntó si no me iba a poner mal, pero, ¿cómo podría saberlo si no sé de qué se trata? Así que nos adentramos al cementerio y cerca de un mausoleo se encontraba un robusto y hermoso árbol donde observe que había un pequeño altar con velas, una foto y muchas flores.

Nancy: ¿Es de Adam?

Harold: Sí, yo mismo lo hice (qué hizo) porque quería que Adam estuviera presente.

Nancy: Harold… ¡oh por Dios!... ¿presente?

En ese momento se arrodilló y de su bolsillo sacó una cajita… ya se imaginan qué era.

Harold: Adam Tamer, te pido la mano de Nancy Balt para quererla, respetarla y cuidarla por el resto de la vida, al igual que al pequeño Adam. Fuiste alguien muy importante para ella, así que quería que estuvieras presente.

Nancy: ¡Harold!

No puedo creer que lo haya hecho. ¡Me siento muy feliz!

Harold: Nancy Balt, mi ángel, ¿quieres casarte conmigo y compartir el resto de tu vida conmigo?

Nancy: ¡Oh Harold! Todo esto es hermoso pero…

Harold: Está bien, lo entiendo.

Nancy: No solo quiero compartirla, quiero ser tu vida entera, y claro que quiero casarme contigo.

¡Hah! ¿Los asusté verdad? No me iba a perder este momento.

Harold: ¡Oh Nancy! ¡Te amo mi ángel!

¡Casi me entierran ahí mismo! No se imaginan cómo me siento, es como volver a la vida. Cuando fuimos donde Chris a contárselo… bueno, ya saben qué hizo ¡sí, gritó como una loca! Empezamos a preparar mis cosas para la mudanza y, mientras empacaba, observé el cuaderno que Adam me dio. Lo conservaré.

Bastante tiempo ha pasado desde que me fui de la casa de Chris, más o menos cuatro meses, pero seguimos en contacto porque resulta que ella es la organizadora de mi boda; espero que no sea un desastre.

El pequeño Adam crece saludablemente, rodeado del cariño que Harold le brinda. Faltan dos meses para la boda y estoy súper nerviosa; se preguntarán por qué esperé tanto tiempo para casarme. Sencillo, no quiero todo de prisa, como la primera vez, porque cualquier cosa puede pasar; con la ayuda de Dios todo saldrá bien.

Después de esperar tanto tiempo, llegó el día especial: mi boda. Siento una pelea en mi estómago a causa de los nervios, mientras Chris me ayuda a arreglarme.

Chris: No sabes qué alegría me da verte feliz, Nancy. Dios te dio esta oportunidad maravillosa porque te la mereces.

Nancy: Gracias Chris. Lo sé y no sabes cuán agradecida estoy con Él. ¿Sabes qué comprendí?

Chris: Dime.

Nancy: Aunque yo no se lo pedí, Él me ayudó mucho. No me daba cuenta porque no lo quería ver, pero comprendí que no necesitaba verlo, sino creer, para darme cuenta de lo que ocurría a mi alrededor. Dios curó mi ceguera con solo una manifestación; una persona que no existía, pero que realmente existió: Valentín.

Chris: Dios sabe lo que hace y por qué; solo hay que tener fe.

Nancy: Gracias Chris por todo tu apoyo y por estar conmigo siempre.

Chris: No solo soy tu familia, también soy tu amiga y siempre estaré contigo aunque no quieras así que… apúrate, que si no se te va el novio.

Nancy: ¡Cierto! Por un momento se me fueron los nervios.

Bueno, aquí voy rumbo al altar con el vestido que nunca pensé usar, con la fuerza que un día perdí, pero sobre todo con un amor que conoció el dolor. En el altar no solo estaban Harold y el sacerdote. Adam y San Valentín también estaban presentes, simplemente porque ellos fueron mi motor.

La ceremonia finalizó y soy la mujer más feliz del mundo. Mientras todos se iban a la recepción, decidí quedarme un momento para saludar a unas personas.

Nancy: Me alegra que hayas venido a mi boda, aunque no me case contigo Adam, como lo habíamos planeado.

Adam: No todos los planes salen como queremos, Nancy. Además, sabía que encontrarías a alguien más que necesitara tu amor, así como tú también. Solo quiero decirte: Felicidades amor.

Y Adam desapareció.

San Valentín: Adam terminó su misión, ya descansa en paz. Ahora tú tienes una misión aquí, hija, y es compartir tu historia con tus hermanos para que seas un modelo a seguir. Sé feliz y fortalece tu fe.

Luego desapareció también. Me sentía como si hubiera ganado un premio; estaba tan orgullosa de mí misma, que no podía evitar ocultarlo, pero tengo que compartirlo con mi nueva familia, así que… ¡a celebrar!



#45845 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 02.04.2018

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