Epílogo:

Una carta para mi Oppa:

¡Te amo! 

Eso es lo primero que quiero decirte si llegas a leer mi carta. 

Yo te amo y sé que tú también me amas aunque me incluyas en el paquete de todas tus fans. 

Soy feliz porque puedo verte a cada rato en la pantalla, el simple hecho de escuchar tu voz y observar tu rostro me basta. 

Mi amor por ti raya en la obsesión y el desequilibrio a los ojos de muchos, pero nadie puede perderse en tu mirada como lo hago yo. Cada cual tiene su forma de querer y se le respeta, yo confieso que desde que vi tu carita por primera vez me flechaste. Eres mi cupido personal, busco en cada chico que conozco un detalle de ti, pero no está, eres único e inigualable, por eso sé que te amo Oppa.

Oppa, gracias por existir, por traer esa alegría sin medidas a mi vida, por hacerme sonreír cuando deseo explotar, por mantenerme viva con la esperanza de verte un día más.

Te amo, no lo dudes y te voy a apoyar hasta el último día de mi vida, eso te lo prometo.

Eres mi Oppa favorito, mi rey, el amor de mi vida, la mitad que me completa, mi alma. Una carta no basta para decirte todo lo que desearía, además de que los nervios me están matando y mis ideas apenas coordinan ante la ilusión de que me leas.

Ojalá sea mi carta la que selecciones, me encantaría ver mis palabras en tus labios aunque sea a través de una carta.

(...)

Paralizada quedé al escucharlo, se detuvo ahí, en ese párrafo. Sonrió mostrando su perfecta dentadura y yo ya estaba llorando sentada en aquel banco.

—Bet, gracias —hizo una reverencia formal y yo me quedé literal en blanco.

Apenas recuerdo qué ocurrió luego de la presentación, solo sé que desperté en una camilla de hospital. 

Mi madre me contó que me desmayé en la universidad, pasé tres días, completos, inconsciente. La pobre se preocupó mucho por mi salud.

Luego de eso comprendió mi obsesión por mi Oppa y ella misma me llevó a ver a un especialista. 

Hoy puedo asegurar que aún lo amo, jamás dejaré de amarlo, pero ya sé definir la realidad de la fantasía. Para mí es un misterio aquel encuentro antes de escribir la carta y le acredito a la suerte el hecho de que entre tantas seleccionara la mía.

Él siempre estará ahí para mí, y yo siempre lo amaré de lejos y le escribiré cartas que nunca leerá. 

«Oppa, estoy bien. Estuve toda la semana en una clínica. Muchos doctores me atendieron, hablaron conmigo, me escucharon. Dijeron que podía escribirte cartas como un método de terapia y es lo que haré a partir de ahora. Agradezco a aquel programa de televisión que me hizo escribir por primera vez: Una carta para mi Oppa.»