Una chica común

29. Día caluroso

Después de esa cita hablamos sobre lo que pasó por WhatsApp, comentó que le gustó estar conmigo y besarme. 

Quedamos en vernos otro día. La cita me había gustado, la pasé bien, en paz, tranquila y platicando sanamente. 

Mientras llegaba el día para la siguiente cita mis días pasaron como una rutina. Por las mañanas hacer quehacer y por la tarde ir a entrenar. 

En el entrenamiento me llevaba como siempre mejor con hombres que con mujeres, aunque habían tres chicas con las que sí hablaba más, sin embargo, solo eran conversaciones cortas y simples. 

Me di cuenta que me atraía un chico especialmente, aunque más que atracción era ese sentimiento de querer abrazarlo y darle un beso, es decir, más que atracción física creo que él me estaba gustando. 

Esa sensación de cuando alguien te gusta la sentí con Robert y aún la sentía también, pero sabía que con él no podría tener una relación formal, así que estaba evitando ese sentimiento. Aunque la verdad estaba confundida. No quiero una relación formal ahora pero cuando alguien me gusta solo pienso en tener una relación formal, no sé si eso sea bueno o malo, lo que sé es que debería dejar fluir las cosas.

***

Llegó la fecha en la que iban a operar a mi amigo Fran, tenía una hernia en los testículos. Quise ir a verlo al hospital pero no parecía ser buena idea pues no dejaban entrar a cualquiera a la habitación. Decidí hacerle la visita en su casa. Para cuando salió del hospital y llegó a su casa llegó la fecha para ver a Robert, habíamos quedado en ir a comer Pizza en la tarde pero él preguntó si no quería ir a su casa por la mañana que no estarían sus papás. Claro que quería ir y no para hacer algo, sino porque quería verlo y estar a solas con él me gustaba, creo que soy una persona a la que le gusta estar en sitios privados sola o con alguien de la que disfrute su compañía. 

Luego de advertirle que no sucedería nada íntimo accedí a ir a su casa. No sabía dónde quedaba así que me recogería cerca del lugar. 

Salí temprano de casa diciendo que iría a ver a mi amigo que acababan de operar. Subí para tomar el camión que me dejaba en una zona cerca del lugar donde vería a Robert, así que de ahí tuve que caminar dos cuadras por la banqueta de la carretera. Crucé la calle y esperé unos minutos

-Preciosa, ¿tienes la hora?- preguntó un señor mayor que se acercó de repente

-si, son las 9:15

-gracias eh, hermosa-se alejó y antes de irse volteó a verme una vez más. Mi cara mostraba desagrado y a la vez un poco de impotencia, cuando pasan ese tipo de cosas da ganas de darle una paliza. Creo que es una sensación que solo las mujeres conocemos.

Pocos minutos más tarde llegó Robert, llevaba shorts, playera y sandalias. Llegó, solo dijo hola y empezó a caminar de vuelta mientras me hacía seña para seguirlo. Caminamos una distancia que podrían ser dos cuadras o tres y después de entrar por un callejón llegamos a su casa. Abrió la puerta y me indicó pasar. Entré a su cuarto, no era muy grande y no tenía puerta. Estaba la cama, a lado un armario y enfrente otro mueble con la televisión. 

Sentados en la cama platicamos sobre cosas nada relevantes

-si quieres quítate los zapatos -dijo mientras miraba mis pies. Llevaba unos zapatos abiertos azules de zuela café. Le hice caso y después de desabrocharlos subí mis pies a la cama, cruzándolos y acomodándome mejor. Casi después me besó y por supuesto le seguí. La verdad adoraba la sensación de sus labios carnosos sobre los míos. 

Entre tantos besos comenzamos a rozar nuestras partes íntimas hasta estar tan excitados que teníamos el labio hinchado. Nos acostamos un momento, él me abrazaba con un brazo y yo me recargué sobre su pecho. La posición era cómoda, lo incómodo era que estaba en absoluto silencio. Yo miraba al techo y acomodaba mi ropa con nerviosismo. Llevaba una pieza que era short y blusa, pero la parte de arriba tenía un escote en V que era holgado, nada se ajustaba a mi cuerpo mas que el elástico que daba forma a mi cintura. Sonreí a la nada 

-¿Qué?- dijo él mientras me miraba con esos ojos profundos 

-Nada-dije girando mi cabeza hacia él y después nos besamos. De nuevo rozamos todo nuestro cuerpo. Él tocaba mis pechos y mi trasero y yo solo tocaba su abdomen. Dirigió mi mano hacia su miembro y entonces empecé a tocarlo sobre la ropa, entonces Robert levantó su ropa y sacó lo que es obvio, lo tomé con mi mano y comencé a jugar con él. Se sentó y se quitó la playera, seguí jugando con su miembro deslizando mi mano de arriba a abajo y él se acostó de nuevo

-¿No quieres probarlo?

Sin responder comencé a hacerle sexo oral, lo metía en mi boca, lo lamía de arriba a abajo y alrededor de la punta. Miré su rostro excitado y yo también lo estaba. Nos besamos y se acomodó su ropa. Se sentó y yo sobre él le dije: 

-¿quieres hacerlo?

-mm... No tengo condón 

-ni modo- sonreí. Lo besé para luego levantarme y acomodarme a lado. Platicamos de varias cosas y luego preguntó por mi cadena. Era una cadena dorada de delfines que me había regalado mi ahora ex cuñado. Robert la desabrochó y se la puso. Conversamos más y le hice sexo oral una vez más. 

Sin darnos cuenta ya eran las 11 y me había dicho que sus papás llegarían como 11:30. Así que nos acomodamos la ropa y los zapatos y salimos. 



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En el texto hay: amor desamor, tristeza romance dolor

Editado: 07.02.2024

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