Una chica común

42. Juegos

Estaba en la escuela, caminaba a la cancha en donde se encontraban entrenando Voleibol, antes de llegar ya había visto a Rob con su amigo Joel sentados en la banca junto a la red. Pasé alrededor de la cancha y me crucé con Jorge, estaba hablando con el profesor Mateo. 

-¿y este elemento?- preguntó a Mateo mientras me señalaba con la cabeza 

-pues no sé, ella no me dice nada- dijo con su característico movimiento de lado mientras rascaba su cabeza calva y fruncía todo lo posible en su rostro.

Yo me detuve y volteé a ver a Rob para que me hiciera compañía. 

-dale una hoja Gema- ordenó el profesor a la capitana del equipo, era una hoja que se tenía que rellenar con datos personales, pues estaban a un par de meses de ir a una competencia importante entre universidades, mi novio iría también. Aunque no me importaba ir solo acepté para estar con él. Rellené la hoja con el domicilio, talla y datos del seguro médico, Rob me ayudó. Era el último día para entregar así que se lo di a la capitana y ella fue a entregarlo con el encargado de deportes que era el mismo que me tomó para dar clases de ajedrez.

Ahora que estaba adentro tenía que ir a los entrenamientos aburridos de la escuela. No tenía nada encontra de Mateo o del equipo, era contra su sistema, todos hacían lo que querían. Yo estoy acostumbrada a una disciplina de enseñanza más estricta.

Fui en las mañanas quizás cuatro veces a los entrenamientos. Ya había pedido permiso con mi profesor del auditorio para participar en ese evento, él dijo que era obvio que me necesitaba porque su equipo es malo y eso fue todo. Así que eso era un si. 

También hubo un torneo en un municipio a una hora de dónde vivo, así que fui. La escuela nos llevó en un autobús propio, llegamos a el gimnasio de la escuela que nos invitó. Había gente en las gradas y ya estaban puestas dos canchas. Me senté con Rob unos minutos y luego se levantó y se fue a calentar. Casi de inmediato también nosotras nos paramos. Solo me llevaba con una chica que entrenó un tiempo con Olguín también, sin embargo no éramos muy cercanas. Calentamos juntas pero pasado unos minutos Mateo nos llamó a todas, éramos 15 niñas, por lo cual decidió dividirnos en dos grupos para hacer dos equipos. Aunque nunca he Sido alguien modesta debo admitir que soy de las que mejor juega, una chica de ahí juega bien, Gema tiene un ataque fuerte, su elevadora cumple su función, pero dejando de lado a ellas las demás son principiantes. 

Mateo puso a las niñas que mencioné y a otras niñas juntas, excepto a mí, a mí me puso con las niñas que menos juego tienen. Me sentí rechazada, sentí que me hacía a un lado, yo sabía mi potencial y por eso mismo sabía que ponerme dentro de ese cuadro no serviría de nada mas que para humillarme a mí y a el nombre de la universidad con tan mal equipo. A pesar de todo no dije nada, me quedé con todo lo que tenía ganas de decir atorado en la garganta. En los dos juegos que eran obvio que se perderían traté de dar lo mejor entre desesperación y estrés, sin hacer menos a nadie claro e intentando apoyarnos, pero no serviría. 

Cuando subí a las gradas a descansar Rob y los chicos me preguntaron el porqué yo estaba en ese equipo "de mancas" a lo cual solo pude decir "pues ya ves, Mateo", y continué sacándome los tenis. 

Terminando los juegos regresamos en el autobús de la escuela, nos dejó en la entrada de la universidad, así que ahí tomamos otro camión para llegar al centro. Me recosté en las piernas de Rob y comencé a llorar, me sentía humillada. Traté de no hacer ruido para que Robbie no se diera cuenta, sin embargo una lágrima resbaló por su pierna y supo lo que pasaba. Me levantó y me abrazó, me calmé un poco. Él trató de convencerme de que el profesor lo había hecho porque sabía que yo era la única que podía liderar el equipo. Se me pasó al poco tiempo y aunque me sentía emocionalmente inestable mi novio me hacía olvidarlo.

Un día después llegué a entrenar con Olguín

-oye ven-dijo con su cara de molestia e hizo una seña con la palma hacia arriba doblándola a la mitad para que fuera. 

-mande

-¿Cómo está eso de que Mateo te metió a jugar con esas niñas?- por supuesto, olvidé que Jorge estuvo ahí y se encargaría de contar todo - ¿qué no tienes vergüenza? ¿por qué no le dijiste nada? En ese momento que te metió en ese cuadro le hubieras dicho "no profe, disculpe, pero la verdad mi nivel de juego no está para estas sonsas" y agarras tus cosas y te vas, ¿o qué? ¿No traías dinero?

-pues es que no lo pensé, y él dijo que solo era fogueo- contesté tímida después del regaño

-yo sé que a veces no te lo crees, pero él bien sabe que te necesita, juegas mejor que todas esas sonsas, si no ni te hubiera jalado, a la próxima que te lo haga se lo dices

Olguín se dió la vuelta y se fue, aunque me sentí regañada, realmente me ayudó a ver las cosas desde otro punto de vista.

A la semana siguiente nuevamente se iría a jugar, está vez en una cancha en mal estado, llegó un colegio que participaría, el nivel de juego era sumamente pobre. Aunque ahora no dividió el equipo, metió a sus niñas a jugar, estaba fastidiada, un poco desilucionada por eso fui por mi mochila, le conté a mi novio y me apoyó en mi idea, así que disculpándome con el profesor me fui de ahí. Aproveché el tiempo para ir al hospital a acompañar a Rob, que tenía que hacerse unos análisis, pues le habían encontrado un comportamiento extraño en el corazón. 



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En el texto hay: amor desamor, tristeza romance dolor

Editado: 07.02.2024

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